PACIENTE deportista: En primer lugar, quiero hacerle llegar la vergüenza infinita que siento al ver el acoso infame al que le están sometiendo algunos de mis presuntos compañeros de oficio. Me consta que son unos mandados y unas mandadas y que la responsabilidad real está en quienes les exigen que salgan a la cacería del titular. Pero, caray, algunos reporteros están yendo mucho más allá del deber. Les deseo de todo corazón que algún día se vean inmersos en un marrón como el suyo. Estoy seguro, en todo caso, que no serían capaces de actuar con el aplomo y la exquisita educación que usted está demostrando cada vez que la jauría le sale al encuentro para preguntarle por una cuestión de la que simplemente no tiene por qué dar cuentas.