- Oigo vítores por el anuncio de Pedro Sánchez —ni una comparecencia sin su correspondiente conejo sacado de la chistera— de la inminente subida del Salario Mínimo Interprofesional. “Entre 12 y 19 euros”, avanzó ufano el prestidigitador de La Moncloa. Inmediatamente después, el sector morado del gabinete corrió a hacer la conga de Jalisco y a apuntarse el triunfo. El mensaje era que una vez más habían conseguido doblegar a su socio y llevarlo por el carril de la izquierda. Lo cierto es que quien tiene verdaderos motivos para sentirse victoriosa es la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, encarnación del ala supertacañona del Ejecutivo. La cantidad final del aumento, pongamos 15 euros como media, es una minucia al lado de las pretensiones iniciales de la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

- Ítem más, si pasamos a limpio lo pomposamente anunciado, nos encontraremos con que el tal aumento es únicamente para los cuatro meses que quedan de 2021. Dado que no hay modo de que tenga efecto retroactivo, echando mano de las matemáticas básicas, veremos que la subida mensual monda y lironda resultará de 5 euros. O, si se quiere ver de otro modo, lo que ha ocurrido en los ocho meses precedentes es que el SMI ha estado congelado, justo cuando la inflación se ha pegado un festín alcista. Vamos, que en términos de poder adquisitivo real, los que cobran los sueldos más estrechos han salido palmando. Puede sonar demagógico, pero lo cierto es que el pellizco no alcanza para enjugar el mordisco de tiburón en el recibo de la luz.

- En resumen, menos lobos con la subida. Es verdad que menos da una piedra y, para ser justos, que este mismo gobierno sacó adelante el mayor incremento del SMI que se recuerda. Pero sobran la propaganda y los excesos de sacarina en el relato. Eso, por no contar que no es de recibo que se espere a septiembre para adoptar una medida que afecta a las capas de la sociedad que más canutas las pasan. Sorprende (o quizá no) la laxitud de los dos grandes sindicatos españoles ante semejante circunstancia que con un ejecutivo de otro color habría provocado una reacción bastante más airada. Quizá sea el momento de ponerse a trabajar el aumento para 2022, aunque si verdaderamente se quiere hacer algo útil y no coyuntural, lo que procede es aplicarse a diseñar un SMI que responda a las necesidades actuales y sea más equitativo que el actual.