“Tenemos que reivindicar el derecho a reírnos de todo”
Actúa hoy y mañana en el Teatro Campos de Bilbao. “Empecé con 3G por hacerme el moderno y me quedé ‘vintage’ en semanas, así que me salté el 4G”, resume
Bilbao - José Corbacho no es solo actor, sino también director, guionista, humorista, presentador de la gala de los Goya, jurado de talent shows... Un currante del teatro, del cine y de la televisión en la que sus parodias de Pedro Erquicia, José Luis Garci o Cristina García Ramos -en Homo Zapping de Antena 3- aún permanecen en la memoria de la audiencia. Sin embargo, aunque reconoce que la televisión es un medio muy potente, añade que “es como un microondas: si te pasas de exposición puedes acabar fundido”. Este fin de semana representa #Corbacho 5G en la capital vizcaina, una obra con la que está tan a gusto que lleva un año. “Siempre quise hacer un espectáculo en solitario, pero la vida me llevó por otros derroteros. Eso sí, siempre he estado muy bien acompañado desde los tiempos de La Cubana”.
¿Por qué quería estar solo? ¿Para que no le quitaran protagonismo?
-Siempre había fantaseado con imitar, aunque solo fuera un poquito, a alguien a quien siempre he admirado, Pepe Rubianes. He tardado 49 años, pero le he ido cogiendo el gusto en 120 funciones, aunque lo cierto es que el espectáculo lo acabo haciendo con el público. Estoy tan contento que en 2015 seguiré explotándolo paralelamente al montaje y posproducción de Incidencias, mi tercera película con Juan Cruz.
Un monólogo sí, pero tampoco es ‘Cinco horas con Mario’ porque busca la ayuda del público...
-Efectivamente, no estoy a la altura de los grandes monologuistas o intérpretes y quiero que los espectadores participen. Yo les digo que enciendan el móvil, envíen mensajes, se hagan fotos conmigo, etc. Ellos también forman parte del espectáculo.
¿Un humorista tiene miedo de no hacer reír?
-Claro que sí, es igual que el miedo atávico de quedarse en blanco. Diez segundos antes de salir siempre piensas qué haces allí. Una de las cosas que más he notado haciendo un espectáculo yo solo es esa sensación de desamparo. Si la gente no se ríe, el único responsable soy yo y si se me va la memoria, no hay nadie para echarme una mano.
¿Qué tal improvisa?
-Me gusta saltarme el guion, pero lógicamente lo hay. Hay una estructura, partes que son más o menos estables y otras en las que juegas con el público y el que quiera puede participar. Eso obliga a una cierta gimnasia mental en la que me siento cómodo.
¿Tiene Facebook, Twitter, Linkedin...?
-Estoy en todo lo que existe pero un poco por inercia, no soy un erudito. Si algo queda claro en el espectáculo es que somos muy frágiles ante los avances tecnológicos y nos provocan muchas dudas. Saco punta a hábitos cotidianos que se han transformado con tanta tecnología en unos tiempos en los que parece más importante hacer bien la foto a la comida que comérsela o que es mejor tener amigos en Facebook que en el bar. Todo esto da material para la comedia. Nos volvemos consumistas compulsivos y juzgamos a la gente por el teléfono o los gadgets.
En el cine es usted más serio...
-Bueno..., En la película que acabamos de hacer Juan Cruz y yo se nos ha ido bastante la pinza en cuanto a comedia y gamberrismo. Si en el cine me quedaba un reducto de seriedad, he acabado con la última frontera para dedicarme a lo que verdaderamente me apetece que es pasarlo bien e intentar que lo hagan también los demás.
¿Cuándo está previsto el estreno?
-Quedan cuatro o cinco meses de posproducción y nos encantaría que fuera en el Festival de San Sebastián. Nos planteamos una película coral y al final tiene catorce protagonistas absolutos. Es una comedia, pero demuestra que la vida siempre te da una oportunidad para sacar lo peor de ti mismo. Es un tren que se queda parado, nadie sabe ni por qué ni cuánto tiempo, y los pasajeros empiezan a desconfiar unos de otros. Es una bomba de relojería.
¿‘Homo Zapping’ sería posible hoy?
-Siempre estaría vigente. Cuando lo hicimos no existían Sálvame, ni Tú sí que vales, ni Belén Esteban se iba a apuntar al Gran Hermano VIP. Hoy habría mucho material para trabajar.
Pero tal vez la tristeza que ha traído la crisis o el pique entre televisiones les impedirían trabajar con tanta libertad...
-Puede ser. Estamos en una época muy radical para todo. En lo ideológico, en lo social, en lo económico y en lo televisivo. En aquella etapa podíamos parodiar con alegría a todas las cadenas y tal vez hoy habría un conflicto internacional. Es una época más crispada, encriptada y más uniforme en la televisión. De repente, a nivel de comedia todo es muy correcto, es muy complicado tocarles las narices a los que están arriba... Creo que es un paso atrás. El humor siempre tiene que ser libre y estar por encima todo. Tenemos que reivindicar el derecho a reírnos de todo.
¿Sus imitados le hicieron llegar su opinión?
-Sí, una de las cosas que más me alegra es que los personajes parodiados siempre trataron al programa de forma muy cariñosa. Erquicia y Garci me dijeron personalmente que les encantaba.
¿Es una leyenda urbana que estudió Ciencias de la Información y le falta una asignatura?
-No, estudié en Bellaterra y me falta la asignatura de Televisión pero no quiero que me la convaliden. La sacaré con mis propios medios.