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Ocho apellidos suizos

2 FRANCOS, 40 PESETASDirector y guionista. Carlos Iglesias. Reparto. CarlosIglesias, Javier Gutiérrez, Nieve de Medina, Ángeladel Salto, Adrián Expósito, Luisber Santiago e IsabelBlanco. Duración. 100 minutos.

MANTENIENDO las distancias y con ciertas reservas, volvemos a reencontrarnos con el imaginario del tópico y el casticismo en 2 francos, 40 pesetas, que presenta a una serie de inmigrantes españoles en la civilizada y limpia Suiza. Si en 8 apellidos vascos, el pueblo retratado era Argoiti, una localidad inexistente, Uzwil (Suiza), perteneciente al cantón de San Galó, existe. Estamos en 1974, a las puertas de la muerte del Caudillo, siete años después de que la familia protagonista dejara Suiza y volviera a Madrid.

El director y actor Carlos Iglesias se siente cómodo en un territorio reconocible: la nostalgia e idealización del país abandonado. En esa lectura ha querido apuntar hacia la actualidad: los guiños a la crisis económica de los años 70, cuando empieza a decrecer la inmigración tras años de bonanza en los países europeos más industrializados.

Carlos Iglesias, autor de Un franco, 14 pesetas, que ya ha sido vista por más de 15 millones de espectadores en sus diez emisiones televisivas, parte con cierta ventaja en este tipo de producciones que nacen de una experiencia propia: los años que pasó con su familia en Europa. Narra sentimientos que conoce, con más o menos acierto o destreza detrás de la cámara, pero es él quien asume los riesgos y los fallos de esta película.

Por un lado, el subrayado (ser demasiado explícito y menos sutil). Por otro lado, tiene más soltura a la hora de crear personajes buenos o tiernos que habilidad para desarrollar el ritmo de la comedia. De hecho es lo que quería hacer: una comedia pura y dura, que desactivara "la grosería" y activara el aplomo de ciertos personajes amables y demasiado arquetípicos: las suegras, el cura, el tío del Opus Dei?

2 francos, 40 pesetas es una película coral que no explota suficientemente los tópicos sobre españoles o suizos. Carlos Iglesias es capaz de que los personajes nos caigan más o menos bien, pero su cine está más cerca de Los Serrano que de la mejor tradición del cine español que él tanto dice admirar: la influencia del genial guionista Rafael Azcona.

Gracias a que los personajes nos caen bien y la historia se resiste a resquebrajarse y tensarse, el filme mantiene un equilibrio correcto: todos se mantienen en su sitio hasta que la película decae por su corrección. Las subtramas (las tentaciones de infidelidad, por ejemplo) no terminan de producirse. El director parece dispuesto a mantener el sentido del equilibrio con pequeñas fugas o promesas de conflictos (laborales, extramatrimoniales, sentimentales, despertar sexual). Prefiere presentar a los personajes de forma simplista para acercarse a ese festival del tópico y el choque cultural.

Desde el punto técnico, la fiesta después del bautizo que reúne a todos los invitados podría dar mucho más de sí. Una película, en definitiva, que hace un guiño a la actualidad (la crisis) desde la simpatía ternurista.