Un montón de monedas suenan en el mostrador de la tienda La Toscana, en la calle Estartetxe de Leioa. "¿Estas son dos mil pesetas?", pregunta Montse Arias sujetando una moneda plateada, grande, muy grande. "¡Puff! Apenas me acuerdo", suspira mientras pasa a coger un billete de diez mil pelas: "¡Con esto antes te ibas de vacaciones!". Eso sí está fresco en la memoria de esta mujer de Algorta que suele comprar en esta tienda de muebles y decoración. Resulta que aquí y ahora, sí ahora, una lámpara de mesa cuesta tres mil pesetas. Más arriba, una barrita energética de avena vale 350 pesetas; en la tienda de al lado, por una impresora hay que pagar once mil pelas y al final de la calle, un anillo te sale por ocho mil pesetas. Los establecimientos leioarras de La Toscana, Power Fitness, Beep y Diland Joyeros retroceden en el tiempo y vuelven a admitir la peseta para comprar en sus establecimientos. "¿Sí? Me parece perfecto", proclama la vecina María Río.

Según el Banco de España, quedan 1.707 millones de euros en pesetas que aún no han sido cambiados. Por el momento, no ha establecido ninguna fecha límite para poder hacerlo, en contraposición a otros países de la UE como Francia que dio de plazo hasta 2005; o Italia, que permite el trueque hasta el último día de febrero. Además, el Banco de España sigue admitiendo como legal la antigua moneda para las operaciones comerciales. Es por eso que, al igual que han hecho algunos comercios en otras partes del Estado -por ejemplo, Villamayor de Santiago (Cuenca) o Salvaterra (Pontevedra), que facturó dos millones de pesetas- estas cuatro tiendas de Leioa se han animado a recuperar a la rubia. "La idea se le ocurrió a mi aita, que vio en la tele que algún pueblo funcionaba con pesetas y nos lo planteó a nosotros", cuenta Óscar Díaz, de Diland Joyeros. "Nos juntamos y decidimos llevarlo adelante. Al final siempre organizamos cosas, como en las pasadas navidades, que pusimos música por toda la calle. Lo hacemos para que la gente esté contenta. Esta es la zona buena de Leioa, la milla plateada", bromea Carlos Abad, de La Toscana. Y así, desde principios de enero, estos intrépidos comerciantes se involucraron en una campaña que calculan mantener durante un par de meses o tres. "De momento hay mucha curiosidad, todo el mundo nos pregunta, pero no hay mucha gente aún que esté usando las pesetas", explica Imanol Barasorda, de Power Fitness. La operación es sencilla: los clientes pueden pagar cualquier cantidad, bien sea con moneda o con billete, en pesetas. No hay límite. Y además, se puede adquirir un producto abonando euros y pesetas de manera conjunta. Y no hay redondeo, ni nada por el estilo. "Tenemos las calculadoras para la conversión exacta", indican. Después, los dueños de los cuatro establecimientos juntarán las pelas recaudadas, acudirán al Banco de España y las cambiarán por euros. "Es una manera de dar facilidades a la gente. Hay personas que tienen todavía pesetas o que se encuentran con ellas en casa de un familiar que ha fallecido. Y, por una cosa o por otra, no las han cambiado en el Banco de España. Ahora, pueden dar una salida a ese dinero", opina Óscar Díaz.

Esas monedas guardadas "Mi hijo tiene una hucha llena de pesetas y duros y yo le digo: ¿Dónde vas con eso? Vete a cambiarlo. Y siempre lo vas dejando. Ahora podrá gastar ese dinero aquí", cuenta María Río. Y es que, según Miguel Ángel González, de Beep, "ya vendrán todos los que todavía tienen pesetas debajo del colchón".

Arturo Ronchas sonríe: "Yo tengo un bote con tres kilos de pesetas, desde el año 41 hasta que se terminaron. Vale más como chatarra que como dinero". Montse Arias, que se encontró "cinco mil pelillas en un abrigo" no hace mucho, señala que "antes guardabas la peseta para colección pero ahora, con la crisis, hay que aprovechar todo lo que se tiene". Los cuatro establecimientos de Leioa reciben a la rubia con las manos abiertas. Es una manera de incentivar el consumo. "La cosa está mal... Qué bien estábamos con la peseta...", evoca Carlos Abad.