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"Contra uno solo, por duro que fuese, se vivía como Dios"

"Contra uno solo, por duro que fuese, se vivía como Dios"Gorka Estrada

Donostia. El euskera no se cruzó en su vida sino que vino con ella como una lengua natural, la propia de su tierra, Zumaia, la única que oía el niño Iñaki. Al anchar sus horizontes comprobó que mil y un trincheras y otras tantas barricadas se cruzaban en su camino. Con ingenio y hombro con hombro junto a un puñado de audaces, Iñaki Beobide creó primero el grupo de teatro Jarrai (1959) y más tarde la discográfica Herri Gogoa (1967). También participó en la fundación de Euskal Telebista. Por todo ello, por su defensa del euskera a ultranza, la Feria del Libro y Disco Vasco de Durango le concede el premio Argizaiola 2011.

¿Estaba el euskera herido de muerte cuando se lanzó al monte?

Creo que no, tanto no. Eran tiempos difíciles, eso sí. Cuando llegué a Donosti y vi que casi nadie hablaba euskera en la calle, como pasaba en mi tierra, fue todo un shock. Sentí que estaba en un mundo perdido, distinto al mío.

Y miró por la ventana del teatro...

En verdad, el teatro era una excusa. No teníamos demasiada idea, pero el euskera nos daba el impulso para llevar la empresa adelante.

Supongo que aquello salió contra viento y marea...

Algún problemilla hubo, pero había tanta intensidad, tanta pasión puesta en común, que todos nos ayudábamos.

Pero Jarrai no tuvo larga vida: apenas cinco años...

Todo era más fácil cuando no había espacio para el negocio y cuando las ideologías no se entremezclan.

¿Qué quiere decir?

Contra uno solo, por duros que fuesen aquel tiempo y la censura, se vivía como Dios. Todos hacíamos piña y nadie era ni de aquí ni de allí.

¡Alguna que otra incomodidad habría, digo yo!

Puede que sí. Había dos señores, uno ya muerto, Franco, y otro vivo, Fraga, que se empeñaban en complicar las cosas. Las obras de teatro que hacíamos eran muy conocidas, y se habían representado en castellano en todos los teatros de Madrid y Barcelona. Lo peor vino después...

¿Cuándo?

Con la discográfica. Jamás fue legalizada. Editábamos con el sello Edigsa/HG, una casa catalana que nos apoyó en esos momentos, tanto con el nombre como con las aportaciones tecnológicas.

Volvamos a Jarrai. ¿Qué pasó?

Cuando se abren las puertas y entran el negocio y la discusión política todo se tuerce.

Más precisión, por favor...

A mediados de los sesenta hubo detenciones, manifestaciones a todas horas, y cada miembro de la compañía empezó a militar en grupos políticos distintos. Decidimos dejarlo.

Se le atribuye buena mano en la fundación de ETB...

Nos llamó Ramón Labayen desde el Gobierno vasco y comenzamos a dar cursillos de euskera para crear una televisión vasca. Empezamos a implicarnos en busca de equipamientos, de métodos de trabajo y de repente, ¡zas!, se anunció la primera emisión.

¡Siempre en medio!

Hubo mucha gente, muy válida y profesional, que luchaba por el euskera y entre todos siempre aparecía un loco: yo.

No es extraño, por lo tanto, el premio concedido...

Para mí es una gran alegría, algo que no imaginaba jamás. Todos aquellos músicos, toda aquella gente, aquel pelotari, los llamados discos rojos... El premio debiera ser para una época, no solo para mí.