Oporto un aire melancólico
ES MUCHO MÁS QUE UNA DE LASCAPITALES MUNDIALES DEL VINO.OPORTO OFRECE TAMBIÉN AL VISITANTESUN BELLO CASCO HISTÓRICO YUNA EXCELENTE GASTRONOMÍA.
Un refrán portuguésdice que Coimbraestudia, Lisboagasta y Oporto trabaja.La capital delDuero, la ciudadque dio nombre alpaís, es una aglomeraciónde casi dos millones de habitantes,industriosa y desarrollada, queofrece al visitante un atractivo centrourbano declarado Patrimonio de laHumanidad por la Unesco. El viejo Oportose extiende por la orilla derecha delrío, en un constante sube y baja de viejascalles adoquinadas. Para callejear esnecesario calzado cómodo y no teneraversión a las cuestas.
Como ocurre en otras ciudades, lo mejorpara descubrir Oporto es perderse y dejarsesorprender en cada esquina, aunque noestá de más organizarse una ruta, quepuede ser esta que aquí se propone o cualquierotra. La visita puede comenzar enla misma Oficina de Turismo, en el paseode los Aliados, un bulevar ancho y señoriallleno de edificios nobles ocupados porbancos. Por su parte norte cierra la avenidael pomposo edificio del ayuntamientoy por el sur llegaremos enseguida a laestación ferroviaria de Sao Bento, otrobonito edificio en el que no pueden dejarde verse los 20.000 azulejos blancos yazules que literalmente forran las paredesdel vestíbulo formando escenas dela historia de Portugal, siempre que setenga la suerte de que no estén en procesode restauración.
A LA PARTE ALTA
Desde Sao Bento, la avenida Alfonso Henriquesllevará al visitante a la parte másalta de la ciudad, donde se adivinan lasantiguas murallas y se levanta la catedralde la Sé, el principal edificio religioso deOporto, empezado en románico del sigloXII pero muy modificado en distintos estilos.Es un templo oscuro y pesado en elque destaca el retablo barroco. Desde elmismo atrio desciende una interminableescalera hasta la ribera del Duero. Larecompensa al esfuerzo es patear por deliciosascallejuelas hasta llegar a la Praçade Ribeira, plagada de terrazas y siemprellena de turistas. Desde ahí mismo salenlos barcos que realizan el casi obligadocrucero por el Duero. No es caro y merecela pena la contemplación de la ciudadvieja colgada sobre el río y sus puentes, que el guía del barco explica uno por uno.
Seis puentes cruzan el Duero uniendoOporto con el sur. El más antiguo es elMaría Pía, ya en desuso, construido en1877 por la empresa de Gustave Eiffel. Lesigue en antigüedad el puente de Luis I,sostenido por un enorme arco metálico.Se construyó en 1881 y aún se utilizan susdos pasos, el superior para el metro y elinterior para el tráfico de vehículos y peatones. Es la imagen típica de Oporto y, delejos, el más visitado porque une el barrioturístico de Ribeira con la zona de lasbodegas. Los otros cuatro puentes sonmás modernos, pero a cual más atractivoarquitectónicamente. Son los de Arrabida,San Joao, Freixo e Infante Don Henri que. Unos se utilizan para el tráfico rodadoy otros para el ferroviario, pero todosestán ya colapsados y la ciudad se planteaconstruir tres nuevos.
Es una delicia pasear por la zona deRibeira, por sus callejuelas estrechas ysus viejas y húmedas arcadas, los cobertos,que anuncian un restaurante en cadaportal. Como en el resto de Oporto, enRibeira la comida es excelente, sobretodo los pescados y en particular el bacalao.
También se pueden comer las típicasfrancesinhas, una especie de enormesandwich de carne, jamón, queso, huevoy vegetales, cubierto de salsa de marisco.Al ser la zona más turística de la ciudad,también es la más cara, aunquetampoco hay que exagerar porque Portugales, en general, un país bastante asequiblepara nuestros bolsillos.
OTRA CIUDAD
Una vez hechas las fotos de rigor en elpuente Luis I, conviene cruzarlo a piepara llegar a la otra orilla y cambiar deciudad porque la ribera sur del Duero yano pertenece administrativamente aOporto, sino a Vilanova de Gaia. A laderecha se suceden, una tras otra, lasprincipales bodegas productoras del vinoque ha dado fama a la ciudad durantesiglos. Casi todas se pueden visitar, algunasgratis y las más conocidas previopago, que normalmente incluye unapequeña degustación final. Las más famosasson Ferreira, Calem y, sobre todo, Sandeman,la mítica marca que creó el escocésdel mismo apellido a finales del sigloXVIII y que se conoce en todo el mundopor su anagrama, una sombra negra concapa, sombrero y una copa en la mano.
De vuelta a la zona de Ribeira se puederegresar al centro de la ciudad a pie, eneste caso será cuesta arriba, o en el funicularde Guindais, que en unos minutosconecta la ribera del río con el barrio deBatalha y que además permite ver lasmejores vistas del puente Luis I.
No lejos de allí comienza la larga y peatonalcalle de Santa Caterina, el centrocomercial de Oporto. La calle y sus alrededoresson una sucesión de bellísimascasas de fachadas decoradas con azulejosy cerámicas, lamentablemente no siemprebien conservadas. De visita obligadaes el café Majestic, en el número 112 de lacalle. Es un establecimiento de principiosdel siglo XX, con todo el atractivo del artdeco y un aire de exquisita decadencia, acentuada por el pianista que ofrecemúsica en directo cada tarde. Dicen queel café era frecuentado por J.K. Rowling,la autora de la saga de Harry Potter, quevivió unos años dando clases de inglés enOporto, y hay quien sostiene que allí mismo,en el Majestic, la escritora inglesaimaginó y escribió algunas de las aventurasdel niño mago.
En una calle paralela a Santa Caterinaestá Bolhao. El viejo y enorme mercadode la ciudad da sensación de dejadez yabandono. Las vendedoras de frutas, floresy pescado se amontonan en unambiente que llega a recordar los pintorescosmercados del tercer mundo. Talvez para compensar la imagen, a dosmanzanas podemos entrar en el ultramodernocentro comercial Vía Catarina.
La visita a Oporto no puede ser completasin pasar por la iglesia de los Clérigosy subir a su torre, la más alta de laciudad. Los alrededores están llenos delibrerías y entre todas destaca Lello eIrmao, que ofrece sus libros desde 1906en un local neogótico realmente mágico,tanto que sirvió para el rodaje de algunasescenas de Harry Potter. Sus viejasestanterías llenas de libros hasta eltecho, el bellísimo suelo de madera y,sobre todo, la escalera que une las dosplantas, merecen verse con detenimientoy, ya que estamos allí, también podemoscomprar algún libro.
EN LOS ALREDEDORES
Playas: Siguiendo por la costa haciael norte, en la misma aglomeración deOporto nos encontraremos con Matosinhos,donde se puede pasar una tardeagradable en su enorme playa yvisitar un antiguo fuerte de cara al marcon el nombre de San Francisco Javier.Más al norte, Vila do Conde y Povoade Varzim ofrecen también playas tranquilas.
Guimaraes y Braga: Guimaraes está aunos 60 kilómetros al norte de Oportoy es una pequeña ciudad con unbello casco viejo medieval y un ensanchebarroco y muy verde. Es la cunade Afonso Henríquez, primer rey dePortugal en 1139. Hay que visitar lasruinas del antiguo castillo, el palaciode los Duques de Braganza, reconvertidoen museo, y subir en teleféricoal mirador de Penha. Cerca de Guimaraesestá Braga, antigua ciudadromana y capital religiosa de la región.Está plagada de iglesias y bonitos jardines.
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