Francisca ya ha cumplido los 80 años. Desde hace tiempo, sus hijos vienen percibiendo varios cambios en ella, que ha dejado de ser el motor de la familia, aunque ella no lo reconoce, y sigue insistiendo en su autosuficiencia y en que no necesita a nadie en su casa.

Sin embargo, la realidad es otra. Francisca hace tiempo que ha dado un bajón físico importante. Desde aquella caída que tuvo el año pasado, cada vez sale menos de casa. Se ve más delgada, sus piernas parece que hubieran perdido músculo y fuerza, anda más lentamente y con paso más inseguro y más torpe, como si se fuera a caer con el más mínimo tropezón.

Cada vez sale menos a la calle, por lo que sus relaciones sociales se han reducido. Vive sola aunque sus hijos están bastante pendientes de ella. Algunas de sus amigas, compañeras de generación, han fallecido. Otras, como ella, tampoco quieren salir o tienen alzhéimer. Y a los nietos los ve muy de tarde en tarde. Los hijos están un poco preocupados porque, aunque su mente todavía está bien, en ocasiones se obceca con un tema, no se acuerda de conversaciones recientes y se emociona y llora con frecuencia. Tiene poco apetito y recientemente le han recetado una pastilla para dormir. La semana pasada se cayó al levantarse de la cama para ir al baño y se hizo daño en las costillas.

Francisca ya tomaba un medicamento para la tensión y otro para el dolor de la artrosis. Durante un ingreso en el hospital por una infección de orina complicada le detectaron una arritmia y una anemia. Ahora son ya 7 las pastillas diferentes que tiene que tomar: para el corazón, la tensión, la de dormir, el analgésico, el hierro para la anemia, además de un diurético, porque se le hinchaban los pies, y un laxante.

Como cada día se veía peor, los hijos se reunieron y decidieron proponerle acudir a una consulta de Geriatría. Habían oído que algunos de los problemas que sufre Francisca, con un correcto diagnóstico y tratamiento, pueden revertirse o atenuarse. Además, la concurrencia de varias patologías, el gran número de fármacos, su declive funcional y su aislamiento, hacen recomendable un abordaje integral, que tenga una visión completa y en conjunto de la realidad de Francisca.

CONSULTAS DE GERIATRÍA Francisca tenía varios síndromes geriátricos, seguramente una depresión, que secundariamente afectaba al apetito y al sueño, un alto riesgo de caídas, polifarmacia, fragilidad, deterioro cognitivo incipiente y, además, una medicación posiblemente inadecuada.

El caso de Francisca es una recreación ficticia pero que ilustra de una manera muy real el día a día en las consultas de Geriatría de IMQ Igurco. Desde su puesta en marcha, en Getxo y en Durango, son varios centenares las personas mayores atendidas que han visto mejorar su salud.

En las consultas de Geriatría de IMQ Igurco, a través de una valoración geriátrica integral que tiene en cuenta las patologías que afectan al mayor, se revisa la medicación (algunos medicamentos no deberían pautarse en las personas mayores, otros ya no tiene sentido seguir tomándolos y otros que podrían ser necesarios no se han recetado), se valora el estado nutricional, cognitivo, afectivo y funcional, se hace un listado con los problemas detectados, con un orden de importancia, y se elabora un plan de intervención y tratamiento con unos objetivos concretos, orientados a prevenir o tratar la enfermedad, revertir la fragilidad y, en consecuencia, evitar la dependencia o minimizar sus efectos cuando ésta ya ha aparecido, intentando siempre mejorar la calidad de vida. l