El Mokka-e es la alternativa con sistema de impulsión exclusivamente eléctrica incluida en el proyecto del nuevo SUV compacto de Opel. Nace por puro compromiso: el medioambiental de la marca alemana y el de la corrección política que contrae hoy todo fabricante al lanzar un nuevo modelo. Esta versión eléctrica, que anuncia un alcance máximo de 324 km en circunstancias favorables, compensa con bajos costes de utilización y mínimas secuelas contaminantes los inconvenientes propios de los automóviles de su condición: el elevado precio de adquisición y las dificultades para el reabastecimiento de energía.

No termina de ser, por tanto, una propuesta acorde a lo que necesita y espera el gran público en estos tiempos. Encaja más con los fines sociales de empresas e instituciones, a las que se van sumando algunos particulares especialmente preocupados por el ecosistema. Para el usuario de a pie, un eléctrico aún comporta tantos contratiempos como satisfacciones. Y eso que los modelos modernos van deparando márgenes de autonomía razonablemente extensos.

Es el caso del Mokka-e, que promete cubrir de un tirón más de trescientos kilómetros. Esta distancia supera holgadamente la que recorre semanalmente la mayoría de los coches en activo. La media está muy por debajo de esa cifra anual de casi quince mil kilómetros.

Opel tienta con esta versión de su nuevo SUV a quien comienza a plantearse la posibilidad de dar el salto a la movilidad eléctrica. Recurre para ello a una combinación perfectamente calibrada, no en vano es la misma que emplean varias propuestas del grupo (208 y 2008, C4, DS 3, Corsa, etc.). Combina un impulsor eléctrico de 100 kW, potencia equivalente a 136 CV, y 260 Nm de par motor. La intervención de este bloque depara una velocidad punta de 150 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 9 segundos. Reclama a cambio un consumo medio oficial de 17,4 kWh cada cien kilómetros.

Lo alimenta una batería de 50 kWh que, con una carga completa, permite homologar esos 324 km de autonomía ideal. Puede reponer su contenido en todo tipo de tomas eléctricas, desde un enchufe doméstico a un punto rápido de 100 kW con corriente continua. Las baterías, repartidas por el piso y bajo la banqueta trasera, respetan la habitabilidad de la cabina, aunque reducen la capacidad del maletero a 310 litros.

El sistema elegido para el Mokka-e simplifica mucho la conducción. De hecho, prescinde de palanca de cambios, sustituida por una botonera con pulsadores para estacionar (P), parar (N), retroceder (R) y avanzar (D); hay también uno (B) para intensificar la retención del motor, que a menudo ahorra pisar el freno para detener el coche.

La variante eléctrica del joven SUV dispone de selector de modos de respuesta. Al elegir la opción Sport se obtiene plena potencia; la Normal regula el rendimiento para fomentar la autonomía; la Eco trata de extenderla al máximo recortando prestaciones y aumentando la recuperación de energía con el fin de llegar más lejos.

Opel asigna a Mokka-e las mismas cuatro definiciones que a las interpretaciones con motores de explosión. Su tarifa inicial discurre entre 35.400 y 42.100 euros, horquilla que las bonificaciones de la marca reducen significativamente: de 26.190 a 31.890 euros.