Y es que esta historia, viene de largo. Este particular adorno para la cabeza, ya estaba presente desde la más remota antigüedad. Los sombreros podrían considerarse como uno de los elementos, que conforman nuestra independencia e identidad, y, es que ningún otro mamífero adorna su cabeza con ningún tipo de complemento.

Son las propias diosas de la fertilidad, repartidas por los yacimientos mundiales, que nos aportan una excelente prueba de ello. Venus de Willendorf, ya nos mostraba como las mujeres utilizaban una especie de redecilla para cubrir su cabello. Desde Egipto, Nefertiti, también lucía otro tipo de atuendos capilares, con el fin de crear distinción, notoriedad y elegancia.

Del bicornio de Napoleón Bonaparte, al bombín, pasando por sombreros como el de Sherlock Holmes, los sombreros han seguido una infinita trayectoria a lo largo de los tiempos.

Según cuenta la experta en historia de la moda, Karolina Z?ebrowska: (ACV) "Fue un siglo revolucionario para la moda en muchos sentidos, pues la ropa pasó de ser hecha a mano y producida meticulosamente a fabricarse mediante producciones masivas y minimalistas, y muchas prendas se perdieron por el camino, como los sombreros" (ACV)

Sin embargo, y tras el bombardeo emocional de la segunda Guerra Mundial, las prendas en la cabeza fueron perdiendo su repercusión y su parte obligatoria. A raíz del enfrentamiento mundial, se crearon ciertas conjeturas con respecto a este tipo de prendas. En cualquier caso, unos lo identificaban con el puro capitalismo y, por otro lado, existían personas que determinaban estos atuendos como parte del sentimiento comunista.

A partir de los años 60, el target de este tipo de prendas cambia. Con la llegada de artistas como Elvis o los Beatles, el uso de los sobreros consiguió abarcar un marketing más joven. Desde entonces, los diseñadores han tratado de configurar múltiples formas y diseños, pero al parecer la moda no ha llegado a cuajar del todo…