Tras el cierre de las peluquerías para evitar más contagios por el covid-19, muchos se plantean cómo peinar y tratar su melena. por esta o por otras razones, son muchas las ocasiones en las que acudimos al supermercado para comprar productos de cuidado capilar, así que vamos a analizar algunos productos y características a tener en cuenta cuando no tenemos oportunidad de acudir a un profesional.

Cuando pasamos por el pasillo de champús, acondicionadores y mascarillas del supermercado, muchos nos dejamos influenciar por lo mediático que sea un producto, el precio que tiene o lo atractivo que resulten su envase o aroma. Dejarse llevar por cualquiera de estos argumentos es un error, salvo que se opte por la parte económica porque no se adapte al presupuesto.

¿Cuántas veces os habéis pasado horas delante del lineal leyendo los frascos de champú o productos para el lavado del cabello, buscando algo que os indique si son iguales o no a los que venden en centros de peluquería, pero que cuestan menos dinero? Es el momento de conocer las diferencias entre los productos para el cuidado del cabello que podemos encontrar en una gran superficie y en nuestro salón habitual de belleza.

* Champús

Antes de entrar al supermercado a realizar la compra, sea del producto que sea, sin darnos cuenta tenemos ya hecho un juicio sobre lo que vamos a escoger de entre todo el abanico de posibilidades. Es, inequívocamente, el resultado de la publicidad, que no tiene otro objetivo que informar sobre las utilidades y beneficios de un producto para potenciarlo y así impulsarnos a comprarlo. Por ejemplo, en los medios de comunicación se muestran melenas de infarto, colores de pelo sublimes y modelos que transmiten todo lo que se suele desear para uno mismo.

Otros factores que hacen elegir un producto u otro son el impacto visual y olfativo, en función del perfil de clientes a captar. Por ejemplo, se utilizan colores llamativos, perfumes frescos y diseños de envase modernos si se pretende que las consumidoras sean chicas jóvenes; mientras que si el producto va enfocado a un perfil de mujer que valora más la calidad, se suele simplificar el formato, se apastelan o neutralizan los colores y el aroma es más cosmetológico. Todo esto no deja de ser marketing, que nos vamos a encontrar tanto en los productos de supermercado como en los de peluquerías, y no debemos dejar que influya en nuestra decisión.

Para elegir el champú adecuado antes hay que conocer exactamente qué necesitamos. Es probable que un mismo producto no tenga el mismo efecto en dos personas, por eso el acierto de la vecina en su elección no significa que vaya a ser también tu acierto. En muchas ocasiones, los problemas capilares van relacionados con este aspecto. Una de las mayores diferencias entre un champú del súper y uno profesional es que aunque ambos contienen sulfato sódico (un tipo de sal), los del supermercado lo tienen en una mayor cantidad. Sin embargo, en peluquerías cada vez es más fácil encontrar champús con una proporción menor de sulfatos o incluso sin ellos.

* Acondicionadores y mascarillas

Lo más habitual cuando se quiere adquirir por cuenta propia una crema para el cabello es ir directamente buscando una mascarilla, sin tener en cuenta que existen los acondicionadores. Las grandes superficies tienen una gran variedad de productos al alcance de la mano, por eso es importante conocer la diferencia entre ellos.

Los acondicionadores son tratamientos que actúan en la parte superficial del cabello, reparando, aportando brillo y suavizándolo. Necesitan un tiempo de exposición de entre dos y tres minutos, y no actúan en la parte interna del cabello. Por el contrario, la mascarilla tiene la capacidad de actuar en el interior, aunque necesita un tiempo aproximado de diez minutos.

La diferencia entre las mascarillas reside en sus principios activos. Las de venta en supermercados tienen concentraciones notablemente inferiores, pero muchas veces lo compensan con un alto contenido en siliconas, que generan una capa alrededor del cabello que crea un aspecto sano, brillante y sedoso. Cuando se aplica, sus beneficios se perciben de forma superficial, sin llegar a reparar el cabello al 100% desde el interior. Dicho de otra manera, las mascarillas no profesionales acaban haciendo un efecto parecido a los acondicionadores profesionales, que facilitan el desenredado y el peinado. Por eso, si realmente se necesita una mascarilla para nutrir el cabello, se ha de visitar a un profesional que valore el estado y recomiende un tratamiento específico.

* Productos de acabado

Entre los productos de acabado podemos encontrar ceras, espumas o geles (gominas), que sirven para dar forma, textura y fijación al peinado, pero también pueden dañar el cabello si no se utiliza el adecuado.

Las espumas no solo sirven para rizar el pelo, aunque sea el producto que se busca habitualmente para tal fin. El elemento que más diferencia una espuma profesional de una comercial es la cantidad de alcohol que llevan, que deshidrata el cabello. Las espumas comerciales contienen mayor cantidad y las profesionales, por el contrario, tienen propiedades tratantes y, además, muchas de ellas hidratan el cabello, consiguiendo un rizo mucho más elástico, suelto y con aspecto natural.

Algo similar ocurre con los geles o gominas, que además de llevar un alto contenido en alcohol contienen siliconas para definir la forma deseada. El problema aquí es que dejan residuos que no se eliminan con el lavado. Este mismo fenómeno ocurre con las ceras.

* Tintes

Aunque adquirir coloraciones profesionales es algo sencillo, ¿qué hacemos cuándo no podemos acudir a un profesional pero tenemos que cubrir las raíces?

Podemos afirmar que aplicar un color base es relativamente sencillo y se puede hacer en casa. Además, las marcas comerciales proporcionan unos envases de fácil aplicación para simplificar la tarea. Sin embargo, es indiscutible que la calidad del producto y la mano de obra de un profesional no tiene nada que ver. Pero, ¿quién no ha necesitado recurrir a estos casos más de una vez? Mi recomendación es no optar por productos para hacer mechas, balayage o demás técnicas profesionales, porque es aquí donde realmente se nota la mano de un profesional. Para acertar con los tintes hay que escoger coloraciones similares a la base, pero nunca un tono más oscuro que el resto del cabello tintado, porque después es complicado solucionarlo si hay algún error.