ADRIANA Bilbao jamás imaginó que terminaría subida en un escenario moviendo con gran destreza y a ritmo de palmas un enorme mantón de Manila. A la bailaora bilbaina, nieta del mítico jugador del Athletic Telmo Zarra, el flamenco le atrapó poco a poco sin apenas ser consciente de lo que le estaba sucediendo. "No me di cuenta de lo que era el flamenco hasta que llegué a Málaga", confiesa Adriana Bilbao. A su madre le encantaba el flamenco, pero ella no entendía lo que se escondía detrás de esas canciones, contenidas, tristes... "¿Ama, cómo puedes escuchar esa música que no se entiende? ¡No sé cómo te puede gustar eso que parece que están llorando!", le preguntaba a mi madre.

Ahora, en cada movimiento de manos, en cada golpe de tacón que pega sobre las tablas con una fuerza abrumadora, Carmen, su amatxu está presente siempre. "Cuando salgo al escenario y estoy metida en la actuación es inevitable acordarme de quien ya no está", confiesa.

Y es precisamente esa energía que desprende Adriana sobre el escenario la que hace que al público le cueste contener la emoción y las ganas de aplaudir la elegancia de su arte: "Cuanto más he ido conociendo el flamenco más me he metido y me he enganchado", afirma. Con diecisiete años tomó la decisión de marcharse a Andalucía a estudiar flamenco sin saber hacia dónde caminaría su carrera profesional. No descubrió lo que era hasta que se metió de lleno en este mundo. "Meterme de lleno en el mundo del flamenco fue un golpe de realidad, ahí tuve que tomar una decisión: quedarme y seguir o volverme a Bilbao y buscarme la vida con otra cosa", relata.

Los comienzos no fueron fáciles para Adriana. "No solo estás fuera de casa, lejos de los tuyos, sino que además tienes que enfrentarte a nuevos retos", explica Bilbao. No se ha arrepentido. "Me alegro de haber seguido por este camino. Realmente es lo que me gusta y lo que siento", asegura. Son muchos los que le han preguntado de dónde le viene ese arte perteneciendo a una familia tradicional vasca y sin antecedentes en el flamenco. "No lo sé, pero no es necesario ser del sur para bailar flamenco", lanza. Y prosigue: "El baile me ha gustado siempre y el flamenco fue todo un descubrimiento para mí". Ahora recorre los escenarios dando forma al montaje Hierro/Burdina, un espectáculo que integra música y danza (flamenco y cultura vasca- tradición y creación), enmarcado en un contexto minero e industrial. Es su primer espectáculo de gran formato estrenado en 2019. El pasado sábado el zapateado que logró fundir el hierro se fusionó con los golpes secos que emiten los tres barrenadores que perforaban la piedra en el escenario de la sala BBK de Bilbao. El veterano cantante de Iparralde Beñat Achiary y cantaor Raúl Micó acompañaron los coordinados movimientos de la bailaora bilbaina que dejó sin respiración a una sala abarrotada. "Estamos muy contentos con el resultado". Adriana es emoción en estado puro; sentimientos a flor de piel traspasan el escenario y obligan a contener la emoción de quien disfruta de sus conocimientos artísticos. Adriana no para de crear. Mientras lleva a escena Hierro la bailaora trabaja Éclat, un nuevo espectáculo que se estrenará el 9 de mayo en el Teatro Barakaldo, un recorrido por la moda de mujer en el siglo XIX/XX. "Para mí la estética, la moda es esencial. Llevaba mucho tiempo con ganas de dar forma a este proyecto que aúna el flamenco, la danza contemporánea, la música, la moda...", concluye.