SE diría, en un juego de espejos, que la trepidante vida del Licenciado Poza, guarda extraordinarias similitudes con el ritmo vital de la calle a la que da nombre, no sin méritos. No por nada, Pozas (el pueblo pluralizó el nombre en el habla común tiempo atrás...) confluyen varias vidas: las de la gastronomía fina con manteles de lino y la de los bares de poteo en una cascada de locales que desemboca en la tierra sagrada de San Mamés, cuyo escudo se divisa desde que se enfila la recta de poteo (en el viejo campo había una serigrafía tamaño XXL del escudo; hoy se proyecta el mismo en una pantalla más moderna...); la del comercio, con el ya clásico edificio verde (la voz popular, siempre atenta a sacarle punta con chanza a todo, bautizó la actual sede de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación como La casa de la pradera...); la de la sanidad, con el irregular edificio acristalado donde antaño estuvo el Dispensario Antituberculoso Ledo o la enseñanza, con el Instituto de Enseñanza Media Miguel de Unamuno como banderín de enganche. Recuérdenme que les cuente, algo más adelante, cuál fue su antecesor, un palacio de órdago a la grande.

Volvamos al viejo licenciado. Andrés de Poza, que tal era su nombre, nació en Lendoñobeitia (Lendoño de Abajo), una de las cuatro aldeas de Orduña (Tomás Moro publicó en la Universidad de Lovaina la que iba a ser la más conocida de sus obras: Utopía. Año 1516). El 4 de mayo de 1547, en Orduña, junto al roble de Ruzabal se reunieron los vecinos de sus cuatro aldeas, Belandia, Lendoño de Abajo, Lendoño de Arriba y Mendeica para poner por escrito usos y costumbres mantenidas de generación en generación para el gobierno y administración de sus concejos...). El Licenciado Poza fue un incansable viajero; además de sus dos idiomas maternos, (el euskera y castellano) aprendidos de pequeño, dominaba perfectamente inglés, italiano, hebreo, griego y latín. En Bilbao ejerció como abogado, dedicándose también a las ciencias, como las matemáticas, la náutica o la astronomía. Fue consejero del Ayuntamiento de Bilbao y catedrático de la primera escuela de Cosmografía fundada por el rey Felipe II. Ante la fama alcanzada de eminente jurisconsulto, el Señorío le encomendó la defensa de sus más trascendentales asuntos. Un retrato suyo se puede contemplar en la Casa de Juntas de Gernika. Sus últimos años los pasó en Madrid como profesor de Cosmografía y en dicha ciudad falleció el 18 de octubre de 1595, dejando atrás, como les dije, una vida morrocotuda.

La misma que fluye por la calle que bautiza, ¿ven? La calle Licenciado Poza nace a la altura de la calle Bertendona y desemboca en Luis Briñas, a la altura de San Mamés. Es una de las grandes vías de acceso de Bilbao hacia La Catedral los días de partido. Un arco iris en rojo y blanco se dibuja en semejante recta de llegada cada quince días de temporada regular. Ahí la calle late con fuerza y brío. Se diría que bajan bravas las aguas de la pasión y el sentimiento Athletic.

Les debía algo, creo recordar. En el siglo XIX había un precioso palacio llamado de Zumelzu, rodeado de un hermoso parque regado por el río Elguera, que todavía no se había canalizado, y cercado por una verja de hierro, propiedad de Josefina Ibarreta de Zumelzu.

En el solar que dejaron el palacio y su parque, a la retirada de Josefina a un convento se construyó el Instituto de Enseñanza Media Miguel de Unamuno, llamado en aquella época de Alfonso XIII; junto con la Escuela de Altos Estudios Mercantiles, fueron inaugurados el 1 de octubre de 1927. Dirigieron las obras los arquitectos Ricardo Bastida y Domingo de Basterra. Los dos centros iban en dos lados de un rectángulo que se cerraba en los otros dos con una pérgola cubierta. En el patio había dos frontones de pelota adosados, que estaban en la zona que hoy ocupa el tercer edificio que tiene la fachada a la calle Bertendona. Presidiendo el chaflán con esta calle se encuentra la estatua de Minerva, diosa de la sabiduría y protectora de los guerreros, realizada por el escultor Moisés Huerta Ayuso (Zapardiel Valladolid 1881 - Bilbao 1962), fundida en bronce en Madrid durante 1927.

Como curiosidad he de decirles que en el interior del Instituto, en el corazón del patio, está el monumento dedicado a la afición papirofléxica de Miguel de Unamuno, La Pajarita. La enseñanza en primera fila de Pozas, ya ven.

Cuentan las crónicas (los cronicones, bien pudiera decirse...) que el colegio Santiago Apóstol ocupó el solar de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación y la plaza Bizkaia. Debajo de la iglesia colegial se montó un pequeño cine con entrada por Alameda Rekalde, que comenzó su andadura el 8 de diciembre de 1961 con un concierto dirigido por Segundo de Olaeta. Coincidiendo con la clausura del colegio el 1 de junio de 1976, el cine cerro también sus puertas. Sí, Pozas también tuvo su cine de bolsillo, al igual que el cine Carlton (Licenciado Poza, 8) que abrió sus puertas a lo grande, proyectando Lo que el viento se llevó, en 1953. Veinticinco años más tarde fue renovado para segregarlo en dos salas y bajó el telón definitivamente en 1985.

En el número 15, dando entrada al edificio de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, inaugurado el 12 de junio de 1981, está la escultura conocida como Alegoría de la navegación, del escultor Néstor Basterretxea. Con sus casi cinco metros de altura quiere representar una síntesis de velero antiguo y buque moderno, con su mascarón y sus dos marcas mercantiles utilizadas por los comerciantes bilbainos del siglo XVI. Se realizó en acero corten, en Altos Hornos de Vizcaya, y fue colocado en 1986 con motivo del centenario de la Cámara de Comercio.

Entre bares y comercios abrió sus puertas, en noviembre de 1971, la galería Bay Sala a la altura del número 14, de la mano de Juan Bayón, hijo del pintor Bay-Sala, dejándole al arte un espacio abierto. El doctor Ledo dio impulso de lucha contra la que fue la auténtica peste de finales del siglo XIX y comienzos del XX en Bizkaia, la tuberculosis, y creó el dispensario. El descubrimiento de un tratamiento eficaz contra la tuberculosis le hizo perder su razón de ser y, tras su paso a Osakidetza, cesó su actividad y fue demolido para renacer como la nueva sede de Sanidad, con un estilo picassiano.