STA es una historia que, lejos de tener alas, tiene raíces. Se sumerge en la bruma de los tiempos y en las nieblas que no pocas veces lo cubren todo. No se asuste quien esto lea porque tampoco es un tratado científico de hondo calado. No en vano, a nada que uno eche a volar la imaginación podrán aparecer, entre líneas, seres mitológicos y diversas historias llamativas como la aparición de un crismón, la leyenda que cuenta que al atardecer solían aparecer brujas y lamias en torno a la cruz de la ermita de San Pedro Abrisketa que, levantada según estima la ciencia, entre los siglo XI y XII es considerada el primer templo románico de Bizkaia aunque presenta también huellas arquitectónicas correspondientes a estilos anteriores. Poco antes de llegar a los caseríos del barrio de Abrisketa se puede ver también un antiguo horno donde se elaboraba cal y bien cerca, el fondo de una vaguada próxima albergó, durante gran parte del siglo XX, una fábrica de la empresa Explosivos Río Tinto que abandonó la zona a mediados de los 80 por la desactivación de la minería a causa de la crisis del cobre. Ya ven, hay materia que contar.

Deténgase el paseante porque eso mismo hizo el tiempo donde nos situamos ahora. Esta ermita es una de las mejores conservadas de entre todos los monumentos de Bizkaia de la época del prerrománico y románico. En lo correspondiente a la construcción prerrománica, las estimaciones calculan que la ermita se construyó en una primera fase en los siglos X y XI. La sangre románica, si es que se puede decir así, pertenece al siglo XII. Faltan, eso sí, investigaciones más profundas.

La asociación local Malmasingo Lagunak, que nació en 2008 para recuperar la memoria histórica de la localidad y los hechos acontecidos durante la Guerra Civil, lleva desde el noviembre investigando y rescatando la historia de esta construcción para comprender, respetar y valorar su pasado. Son ellos quienes han apuntado la idea de que puede tratarse del templo más antiguo de Bizkaia. Aseguran que está emplazada en un sitio muy especial y mágico al que le rodea un halo de misterio. Hasta ahora sólo se había estudiado su vertiente arquitectónica, pero no se había hecho nada desde el punto de vista arqueológico. "Ese vacío es el que nosotros pretendemos dotar de contenido", subrayan.

En sus trabajos andan con pies de plomo. No se ha alterado el sustrato arqueológico. Hoy en día la arqueología es mucho más. Emplean un georradar para construir un mapa del subsuelo. Algo así como los rayos X de la tierra. Para redondear el aura de la investigación, puede decirse que han aplicado fotogrametría en los muros del templo, la misma práctica que se llevó a cabo a cabo en la catedral de Santa María de Vitoria. A menor escala, claro está.

Quienes visiten hoy el templo se encontrarán con un edificio que presenta planta rectangular. Para acceder a la iglesia es preciso atravesar un arco semicircular; que tiene arquivolta y, además, una cruz labrada en sillar en la jamba de la parte izquierda. La pila bautismal muestra un buen trabajo de cordel. Presenta huellas arquitectónicas de estilos anteriores al románico. Consta de una nave rectangular y cuenta con un ábside de bóveda de cañón. La puerta de acceso, orientada al oeste, tiene un arco de medio punto, y en la jamba derecha aparece un motivo posiblemente visigótico. En el muro sur aparece un arco de medio punto tapiado que pudo ser, en otra época, el acceso principal. Sobre este arco se aprecian dos medallones labrados que representan figuras humanas.

Reutilizados como materiales de construcción, en su interior se han encontrado restos de estelas funerarias romanas y un bloque de piedra arenisca con motivos prerrománicos. Los muros están construidos en sillar y mampostería ; en uno de los muros, en la fachada lateral izquierda de la ermita, se abre una saetera con dos sillares, donde aparecen dos imágenes en actitud digamos que muy amorosa.

Sigamos con la visita que lleva aires de expedición de Indiana Jones. Empotrados en los muros interiores de esta ermita se conservan fragmentos de primitivas estelas sepulcrales con inscripciones latinas que no se han podido interpretar, a excepción de una línea que reza: S(it) T(ibi) T(erra) L(evis). También es destacable un bloque de arenisca con las dos caras decoradas, una de ellas hasta ahora desconocida porque la pieza estuvo incrustada en el muro. En un lado se representa una cruz griega con las letras alfa y omega pendiendo de sus brazos. El otro con incisiones más rudas, ofrece una decoración cuya composición está en sentido inverso a la anterior. Estos elementos ornamentales inducen a pensar a los investigadores que se trata de un crismón, un anagrama de Cristo formado por las dos letras iniciales de su nombre en griego.

Algunas voces recuerdan que en entorno de la ermita hubo un menhir y que el caserío que estaba enfrente de la ermita de San Pedro de Abrisketa, se denominaba Jandoneperi, abreviatura de Jaun Done Peri. Arrigorriaga no se olvida de su templo. No en vano, la Romería de San Pedro se celebra en junio, el domingo siguiente al 29, en caso de que ese día no sea festivo. Acostumbra a hacerse sobre las campas de Abrisketa, en el entorno de la ermita que tanto tiempo lleva en pie. Los muros del pequeño templo encierran misterios aún por descubrir y conocer.