AN sido cientos, si no miles, los nombres ligados a la historia del Athletic, no cabe duda. Pero la pregunta la robé en una conversación de taberna, camino de San Mamés: ¿Cuál es el primer nombre propio del Athletic, el primero que merece la pena recordarse? No había quorum pero en aquella cuadrilla de sabios, si es que se les puede llamar así, el tema se redujo a dos. O bueno, a tres, porque siempre hay una aportación chirene. Pasen, pasen y escuchen sobre lo que allí se habló mientras andaban a la búsqueda de mister X, el primer elegido para la gloria.

La duda era evidente, justa y necesaria, dicho sea en el argot. ¿Quién pesaba más en los orígenes: el primer presidente del club o el primer capitán del equipo? El plus lo añadió uno de los interlocutores, empeñado en sumar a la gresca un tercer punto de vista: el de las bilbainadas que se cantaban en la calle de aquellos días de entresiglos. No en vano, su teoría es que el acervo popular se había fijado en Langford, uno de aquellos británicos de la prehistoria que nos trajo el fútbol con las mareas. Dicen que no abandonó la villa jamás. Se cuenta que en la guerra civil llegó un destructor británico a Bilbao para evacuar a la población inglesa y Langford se negó a subir alegando que, si bien sufría riesgo de bombas, tenía vino y en Inglaterra no tendría ni bombas ni vino. Y el hombre repetía, una y otra vez, que era el protagonista de ese inglés que vino a Bilbao de la canción popular. No hay forma de comprobarlo, pero el guiño tenía su gracia, su aquel. El propio Athletic atribuye ese honor a Alfred Mills en su página web, recordando que ese apellido jamás ha olvidado el Athletic hasta el punto de que, a pesar de vivir en Sudamérica, los bisnietos de Alfred Mills viajaron a Europa para ver la final de la Europa League 2012 del Athletic en Bucarest.

Dejémoslo en anécdota. Centremos la mirada en aquel histórico café García. O algo antes. En 1894, ya era tradición ver a los ingleses practicando el football en Lamiako, por ello el campo pasó a ser conocido como Campa de Averly o Campa de los Ingleses. Pronto los vizcainos también comenzaron a participar en estos partidillos y se unieron a los ingleses. El 4 de mayo de 1894, los locales retaron a los británicos a un partido; este evento despertó gran expectación y tuvo una gran afluencia de público. Los británicos ganaron por cinco goles, tras lo que invitaron a los vizcaínos a pollo asado, a modo de consuelo.

Poco después, unos jóvenes del Gimnasio Zamacois de Bilbao, aficionados al nuevo deporte, comenzaron a jugar en Lamiako. Entre ellos estaban Juan José Juanito Astorquia, Alejandro Acha, los hermanos Iraolagoitia, Eduardo Montejo, Enrique Goiri y Luis Márquez. De aquellos partidos salió en 1898 la idea de fundar una sociedad futbolística, a la que llamaron Athletic Club. Un reciente estudio elaborado por Fernando Arrechea y Lartaun de Azumendi y publicado en Cuadernos de Fútbol, revista oficial del Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE), afirma que el jugador y primer presidente del Athletic, Luis Márquez, era onubense. Su firma está en el acta fundacional del club.

El 11 de junio de 1901, por fin, se nombró en asamblea la primera junta directiva del Athletic Club, presidida por Luis Márquez y con Juan Astorquia como primer capitán (fue elegido presidente el año siguiente). Miremos a Juanito Astorquia y sus poderes. Las crónicas le describen como mito fundacional del Athletic. Su figura es la de uno de los mitos fundacionales del Athletic y le atribuyen incluso gestiones para hacerse con nuevos equipajes. Juan murió a los 33 años, tras obtener dos Copas para el club y sin imaginar siquiera la dimensión que alcanzaría su sueño.

El primer presidente, Luis Márquez, y el primer capitán, Juanito Astorquia, son los dos aspirantes al trono

Una voz interrumpe y señala a un inglés que vino a Bilbao y ya no se quiso marchar, protagonista de la vieja bilbainada