UNTO a Eguren y Aranzadi, Aita Barandiaran impulsó la arqueología moderna. Entre algunos de los importantes hallazgos que realizó aparecen el húmero de una mujer prehistórica en Lezetxiki -es el hueso humano más antiguo de Euskadi...-, importantes herramientas del paleolítico encontradas en la cueva de Sara e innumerables megalitos. Es de obligado cumplimiento, por tanto, que su espíritu barnice todo este recorrido por las grutas, excavaciones, heramientas o monumentos de la arqueología vasca, tan amplia que presicaun punto fijo en el que anclar la mirada. Hagámoslo en el Arkeologi Museoa, encamapanado en el arranque de las Calzadas de Mallona, en un edificio que forma parte de la historia de Bilbao.

Desde 1895 la estación de las Calzadas funcionó como estación de los trenes que conectaban la villa con el Valle de Asúa (Txorierri), lo que permitía abastecer la villa del centro agrícola y ganadero de las afueras de Bilbao. Detrás de la empresa de Compañía del Ferrocarril de Bilbao a Lezama estaba un grupo de ricos inversores burgueses de las más selectas familias bilbainas como los Chavarri, Martínez Rodas, Olano, Langa, Solaegui o la viuda de Epalza. Con el túnel construido en 1908 que permitía salvar le pendiente del trazado antiguo sobre Begoña se redujo la distancia y por ende se ganó tiempo, aunque los periódicos y crónicas de la época ya plasmaban el descontento por los altos precios de los billetes de tren hacia el cementerio de Derio.

En los primeros años del siglo pasado la estación de Bilbao-Calzadas pasó a tener un uso más concreto: llevar los cuerpos de los difuntos hasta el cementerio de Vista Alegre en Derio, nuevo cementerio de Bilbao cuando los camposantos de Abando, Albia, Begoña, Deusto y Mallona quedaron desbordados con el crecimiento de la ciudad. El tren pasó a conocerse como el Ferrocarril de los muertos. Estuvo en servicio hasta los años 20 cuando la mejora de las carreteras y de los coches dejó obsoleto el transporte en tren de los difuntos.

Demos un salto de casi un siglo. No por nada, el Arkeologi Museoa, el Museo de Arqueología de Bizkaia se adueñó de ese espacio en el siglo XXI y abrió sus puertas en abril de 2009, desahogando el espacio expositivo del Museo Vasco, vecino de plaza, donde se encontraba parte de los fondos que hoy vemos en el Arqueológico.

Las salas de exposición se distribuyen en dos plantas que cubren el arco cronológico desde la prehistoria hasta la edad moderna, es decir desde el tránsito del ser humano de cazador recolector al sedentarismo y el Neolítico, hasta prácticamente el siglo XVIII, pasando por la industria lítica, la Edad de Hierro y la época romana. Propone todo un recorrido por la historia de la humanidad asentada en Bizkaia.

Atravesar el umbral de estas puertas equivale a embarcarse en una suerte de máquina del tiempo. Las instalaciones de este nuevo espacio museístico están dirigidas a un triple fin: conservar el legado prehistórico del Territorio Histórico, la investigación y catalogación del mismo y finalmente su difusión y puesta en valor entre la ciudadanía.

Digamos que se pone especial énfasis en la transformación del hábitat una vez que el ser humano comienza a controlar aspectos de la naturaleza como los bosques, el fuego, la domesticación de animales, la selección de especies o la agricultura..

Las diversas salas del Museo recogen una colección permanente de aproximádamente 500 piezas. Las más antiguas tienen una antigüedad de hace 75.000 años y proceden de Kurtzia/Barrika y de Lemoa, concretamente de Axlor y de la Cueva de Arlanpe. En el museo aparecen, a los ojos del visitante, piezas exquisitas como un collar de variscita que proviene de las minas prehistóricas de Gava, o el maravilloso pecio de Urbieta (siglo XV), encontrado en julio de 1998 entre el barro durante la draga del lodo del estuario de la ría de Gernika, allá en Urdaibai. El pecio de Urbieta es uno de los hallazgos de barcos hundidos más importantes del mar Cantábrico, y pertenece a una pinaza -barco de cabotaje- de la segunda mitad del siglo XV. El pecio tiene doce metros de eslora y cuatro de manga, y es la joya de la corona del Museo Arqueológico de Bizkaia.

El museo contiene, además, una importante colección de estelas funerarias con especial mención a las procedentes de San Pedro de Elorriaga (siglos I a IV) y recoge -con las ilustraciones de un montaje audiovisual- el ajuar funerario recuperado en la Cueva de Pico Ramos (Muskiz) y en concreto la colección de hachas votivas, colocadas junto a los muertos.

Les hablaba de Urdaibai, una zona que aporta numerosos restos procedentes del yacimiento de Forua que permite aproximarnse a las formas de vida de los habitantes del entorno durante los siglos del I al IV d. C.

Con ese origen se muestran ollas de cocina, vajilla de mesa, objetos de uso cotidiano (llave, hachas, cuñas de hierro, monedas) y otros de usos religiosos. Entre estos hay que mencionar la escultura que representa a la diosa Isis Fortuna que estaba colocada en un altar doméstico.

Como contrapunto a tanto ayer, habrá que decir que el museo cuenta con un poderoso equipamiento multimedia. Está dotado de un total de 19 interactivos multimedia y 5 audiovisuales y así cada zona del mismo tiene asociados diferentes ordenadores que dotan de información complementaria a la exposición.