BILBAO- A Pablo Iglesias le gusta recordar que, cuando le dieron la palmada en el culete tras nacer, no lloró. Tras unos tensos segundos de silencio en los que los doctores no supieron reaccionar, el bebé gritó “¡Viva la República!”. “Organicé una protesta de pañales caídos a los dos días en la planta de neonatología. Soy así, un luchador por los derechos de las clases oprimidas desde siempre”, nos explica mientras toma un té en el jardín de su casita a las afueras de Madrid. “Piénsalo bien: ¿qué segmento de población es más oprimido que los bebés? Se trata de seres humanos obligados a defecarse encima y a permanecer en ese estado hasta que un tercero se ocupa de ellos. ¿No es mejor hacer de cuerpo en libertad?”, se pregunta el líder de Unidas Podemos. “Son ciudadanos a los que, cuando tienen hambre y reclaman su comida, lo normal es que les metan en la boca una tetina de látex que no contiene nada. Y de mayores seguimos igual: la Monarquía Parlamentaria es el chupete del pueblo”, sentencia el vicepresidente segundo dando unas palmadas para encender el calefactor eléctrico de la terraza. “Se enciende con sonido, flipas”, concluye.

¿Cómo va su vida familiar?

-Razonablemente. Mis hijos se han organizado en sección sindical, de Comisiones Obreras naturalmente, y han nombrado a un delegado que es quien negocia con Irene y conmigo las actividades extraescolares, las pagas, el reparto de chuches, la organización de las fiestas del cumple, etc. Tenemos nuestras más y nuestros menos pero vaya, hemos conseguido firmar un convenio hasta que los mayores tengan 16 años. Luego, ya veremos. Pero vamos, el marco de la negociación es positivo y contempla unas subidas acordes a las tareas del hogar que vayan asumiendo, la inflación, la productividad escolar y similares. Uno de los peques se ha declarado en huelga de biberón de cuatro cereales. Se le pasará.

¿Y su relación de pareja?

-Ahí el asunto se complica. Te pongo en situación. Ayer, sin ir más lejos, estábamos Irene y yo tomando un gin-tonic en la chaise-lounge del saloncito pequeño, al calor de la chimenea, y ahí fue cuando agarró el mando a distancia de la tele y me soltó: Pablete, que voy a quitar el fútbol y a poner First Dates, que Sobera me hace mucha gracia. ¿Cómo lo ves?

A mí me pasa todos los días. Solo que sin ‘chaise-lounge’, ni chimenea, ni gin-tonic.

-No lo entiendes. Se trata de la opresión. La imposición de un miembro del Gobierno, toda una ministra de un ejecutivo burgués que exhibe su poder en el marco normativo de la familia tradicional. Intolerable. Tentado me he visto más de una vez de organizar una cacerolada para poder ver el segundo tiempo del partido. Solo faltaba que el Gobierno me impidiera gozar de los encuentros de mi Rayito. Comprendo que a la señora ministra no le guste el Rayo, que siempre ha sido el equipo de la clase obrera y no del Gobierno. Aunque a mí se me enciende la sangre al escuchar los compases del himno. Tengo claro que la persecución judicial a la viuda de Ruiz Mateos es una represalia por haber presidido el Rayo y nada más. Una santa.

¿De qué modo resuelven esos roces?

-Como personas adultas. De la que Irene me ve que agarro la cacerola y un cucharón me explica que ella no pone First Dates como ministra, sino como mujer trabajadora emancipada que afirma sus derechos frente al patriarcado imperante en la sociedad occidental de tradición judeocristiana, de raza blanca, sexualmente normativa y capitalista.

Ya, es un tema muy diferente.

-Sí. Entre eso y que tenemos otra tele de plasma en la sala grande que también lleva los canales de pago, pues todo se relaja. No hay como razonar las cosas.

Usted, a pesar de haber sido profesor de universidad y parlamentario europeo, además de diputado en Cortes en cuatro legislaturas y actual vicepresidente, ¿sigue teniendo conciencia obrera?

-Totalmente. Eso no se pierde jamás. El pensamiento, los objetivos, el discurso siguen siendo iguales. ¿De verdad que no quieres otra tostadita de mermelada de naranja amarga con el té? Están buenísimas. ¿O prefieres unas pastitas?

Aprovechando que estamos en fechas navideñas ¿qué ha pedido a los Reyes?

-En la carta de este año les he pedido una República. Pero no me fío. Rufián hace veinte años que les pide lo mismo y nunca se la han traído. Estamos los dos a un tris de dejar de creer en los Reyes. Y aunque desconfiamos de Melchor, Gaspar y Baltasar, el Emérito aún nos deja abierta la ventana a la esperanza de la República. Volviendo al fútbol, ¿sabes dónde se ven estupendamente los partidos del Rayo? Pues en la pantalla gigante del palco VIP del Santiago Bernabéu. Calidad. Estoy por hacerme socio del Real Madrid solo para ir a ver los partidos del Rayo. No por otra cosa, no vayas a pensar.