pesar de la pandemia que nos azota, si nos fijamos en las ventas de coches, es durante estos meses cuando más matriculaciones se realizan. Tener un vehículo nuevo para aprovecharlo en vacaciones sigue siendo un clásico en nuestra mentalidad. Puede que lleves muchos años sin cambiar o que estés contento con lo que tienes, pero si no has pasado por un concesionario en mucho tiempo seguro que no conoces las nuevos sistemas de asistencia a la conducción, denominados ADAS (Advanced Driver Assistance Systems), que van incorporando estos nuevos vehículos en las gamas más altas pero que poco a poco van apareciendo en los modelos más económicos. Según la DGT, si todos los vehículos incluyeran estos sistemas, se evitarían 51.000 accidentes, así que no acabo de entender por qué no se incluyen ya en todo el parque móvil que se va matriculando.

El sistema ADAS es lo más parecido a un robot con sensores y ojos, que es capaz de ayudarnos a tomar decisiones o, en algunos casos, ser él mismo el que decida por nosotros. En el fondo es el paso previo al vehículo autónomo que, sigo insistiendo, está ya suficientemente probado para salir a la calle pero que determinados intereses están retrasando de forma artificial. Las cámaras son capaces de leer e interpretar todo lo que ocurre a unos 50 metros de nosotros, pero pueden hacer una lectura para prevenir lo que nos viene desde 500 metros. Lo bueno es que son capaces de ver a la vez por delante y por detrás en 180 grados. Obstáculos, situaciones de peligro o un peatón inesperado le llegan al ordenador y según el tipo de software que tengamos recibiremos una alerta sonora o el propio vehículo frenará antes de producirse la colisión.

Un error terrible es que estamos vendiendo este tipo de vehículos sin que los compradores sepan exactamente qué suponen todas estas ayudas a la conducción. Por qué se pone a pitar un sensor cuando estoy demasiado cerca de un camión al que voy a adelantar o por qué ha frenado mi coche de forma mágica en un paso de peatones, se preguntan muchos conductores. Como siempre, el gran error está en que nos enseñan a pasar un examen de conducción, no nos enseñan a conducir, y una vez que tienes el carnet en la mano, te puedes echar a dormir porque nadie ta va a controlar si conoces las nuevas normas o señales que se van incorporando con las leyes de seguridad vial. Hace poco estuve probando uno de estos vehículos al que indiqué que fijara la velocidad en función de las señales que el sistema ADAS leía de forma automática. No infringí la ley en ningún momento, pero era complicado para el sistema llevarlo a rajatabla por culpa de la jungla de coches que conducen a la velocidad que les da la gana. Sigo creyendo que hay un mundo idílico en el que todos los conductores utilizan estos sistemas y nadie se salta la norma de velocidad.

La última maravilla que se va incorporando poco a poco a los vehículos (de momento solo en la gama muy alta) es el LIDAR, un sistema láser que es capaz de leer en 200 metros todo lo que está sucediendo pero no solo por detrás y por delante, sino casi en formato esférico, lo que le da un grado de precisión cercana al cien por cien. Igual podemos conseguir que cuando cambiemos de coche, en lugar del estatus que suponen determinadas marcas, consigamos que los clientes opten por aquellos que incorporan más sistemas de seguridad y ayudas a la conducción. ¡Que insensatos éramos viajando no hace mucho sin sillitas para los niños!

@juandelaherran