TUVO su grandeza aunque a día de hoy se trate de la calle más pequeña de Bilbao, ya que solamente tiene un portal por lo que cabe considerarse que tiene poco de verdadera calle, en el sentido urbanístico de esta expresión, ya que se asemeja más a una pequeña plazoleta, encrucijada de cinco calles -La Cruz, Cinturería, Somera, Artecalle y Tendería- las cuales nacen o mueren en ella, resultando que esta singular calle solamente cuenta con un inmueble propio, numerado con el número uno; es decir, que Portal de Zamudio solamente tiene un portal, como si quisiera, de esta maner, entrar en una cábala, un pasatiempo, con su nombre.

La realidad es otra. El nombre de portal le viene de la muralla que circundó el primitivo recinto de la villa, en los siglos XIV y XV, la cual encerró en su interior al conjunto de las Siete Calles, desde el Puente de San Antón (y antes desde el alcázar que hubo donde se ubica dicha iglesia), pasando por la parte posterior de las casas de la calle de Somera; es decir, por la ronda (hoy convertida en la calle de este nombre), doblando, en curva de alfange, como dijo el poeta Calle Iturrino, el final de Somera, para llegar al Portal de Zamudio que ahora nos ocupa, y seguir cercando las bocacalles de Artecalle, Tendería, Cinturería, plazuela de Santiago, Torre, para doblar, de nuevo, por Barrencalle hacia la Ribera de la Ría, que cerraba, con foso fluvio-marítimo, esta fortaleza amurallada de la primitiva villa.

Cuentan las crónicas que el portal de Zamudio o puerta del Zamudiano, como también se la conocía, fue demolida en 1573. Era una de las salidas junto con el Portal de Ibeni y el de San Miguel que tenía la villa cuando estaba amurallada. En este lugar terminaba el camino que unía la villa con el valle de Zamudio, patrimonio del poderoso linaje de Zamudio que dominó en Bizkaia, llegando a ser, como dice García de Salazar, su primera y más rica familia en algunos momentos de los siglos XIV y XV.

Aquí se celebraban las transacciones con la tierra llana, entre el Ayuntamiento y los banderizos. Toma su nombre de los Zamudios, temibles banderizos del bando oñacino, que tenía sus dominios en la vega conocida como Sondika. Levantaron su casa-torre de Zamudio, levantada después de la quemada por los Butrón en el siglo XV.

La torre de la familia se encuentra en la anteiglesia de San Martín de Zamudio, siendo una de las familias más importantes de Vizcaya. Su linaje aparece en las Juras de Guernica y el jefe de la casa, Ordoño de Zamudio, asistió a la jura de los Fueros de Fernando el Católico, en 1476, como se muestra en el cuadro de Mendieta. De este linaje sobresalen: Martín Sánchez de Zamudio, alcalde de Fuero de Vizcaya en 1498, el cual, junto con el bilbaino Pedro de Arbolantxa pasaron a las Indias donde se distinguieron en el descubrimiento y colonización del istmo de Panamá, fundando en 1510 la primera ciudad americana en tierra firme, llamada Santa María la Antigua de Dorién. En el Renacimiento dieron los Zamudio gentes importantes de las Letras y las Ciencias; Zamudio fue el famoso coronel que luchó bravamente en la batalla de Rávena contra Gastón de Foix, el mejor general de su tiempo, y que allí murió de sus heridas. De este célebre Zamudio, alcaide de la fortaleza de Burgos, habla largamente en su libro Las Quincuajenas y Batallas el cronista Fernández Oviedo. De la misma familia es Ana de Zamudio, cuya belleza y posición social la hicieron objeto del pincel de Van Dick. El lienzo se conserva hoy en día en Bruselas, siedo propiedad del Conde de Aremberg en Bruselas.

Según Julián San Pelayo en su necrología, esta calle se denominaba Portal de la Arena en el año 1544. El 3 de febrero de 1536, se autorizó para que se emplearan tres mil ducados en erigir cárcel nueva en el lugar donde se hallaba emplazada la vieja. El 5 de junio de 1556, al tomar posesión el alcalde de la nueva cárcel, Ortuño de Zuazo, había 14 presos.

Pasado el tiempo, el edificio cayó en ruinas y en el siglo XIX Bilbao decidió su recuperación. El edificio flanqueado por las calles Somera y Ronda fue proyectado en 1807 por el arquitecto Agustín de Humaran (Elorrio 1763-1829) para alojar la Alhóndiga y Peso principal de la villa en la planta baja y ocho viviendas en las plantas superiores, un hábito municipal muy necesario en aquel Bilbao de los comerciantes.

El edificio en cuestión sigue en pie a día de hoy con una clara dedicación residencial y comercial. Su perímetro, sensiblemente rectangular, se adapta a las alineaciones de los viales a los que da frente: el Portal de Zamudio (fachada principal), calle Somera y calle Ronda.

Presenta ligeras modificaciones en relación al proyecto de Humaran que atienden, quizás a un abaratamiento de la obra, y otras modificaciones surgidas, especialmente en planta baja, de las actividades comerciales incorporadas al edificio en tiempos posteriores a los de su construcción. También responden a otros momentos y circunstancias los miradores añadidos que no son contemplados, en modo alguno, en la idea original.

Mantiene, la fábrica, la altura original de planta baja y cuatro plantas altas, la ubicación y el dimensionado de los huecos en los pisos y, aunque sensiblemente retocados, en la misma planta baja. Se conservan, igualmente, los aleros y la cubierta a cuatro aguas de la primitiva obra.

Humaran, proyectó un edificio sencillo pero de notable presencia en el que predominaba un zócalo realizado en piedra, de factura neoclásica y conuna manifiesta intención de monumentalidad, reflejada en su fachada principal por la formación de tres huecos principales rematados en arco de medio punto a los que se intercalan o acompañan otros cuatro huecos (ventanas) rectangulares.

Desgraciadamente es esta zona de la fachada principal la que mayores transformaciones ha sufrido, lo que ha desfigurado, en buena medida, la elegancia y calidad del proyecto de Agustín de Humaran. Las fachadas laterales correspondientes a las calles Somera y Ronda mantienen el orden compositivo de la fachada principal con su zócalo de piedra. En los años posteriores a su construcción aparecieron nuevos espacios dentro del Casco Viejo para los usos ya citados y la calle menguante, con su fuente, se ha convertido en punto de encuentro.