- A partir de sucesos que sacudieron la sociedad, este espacio repasará la memoria colectiva con temas como la huida de Sarrionandia y Pikabea de la cárcel de Martutene, el cierre del Astillero Euskalduna o el asesinato de Yoyes. Su nuevo título es Ur handitan-Ahaztu aurretik (En aguas profundas-Antes de que se olvide). Cada martes abordará un suceso diferente y Xabier Madariaga se acercará al lugar de los hechos para recoger testimonios y reacciones de los protagonistas que vivieron lo sucedido.

Se dice que en televisión lo que funciona no se toca. ¿Por qué esta excepción?

—Empezamos en 2017, así que vamos a por la quinta temporada. Desde ETB nos sugirieron dar una vuelta al formato, buscar nuevas formas de contar otras cosas. Y propusimos esto: una mirada atrás a nuestro pasado reciente. Y hacerlo con sus protagonistas y también con la gente de la que menos se habló en la época. La primera entrega aborda la fuga de Sarrionandia y Pikabea de Martutene y hemos entrado en el piso del barrio donostiarra de Egia en el que estuvieron durante tres meses, algo que no había hecho nunca antes una televisión. Hemos hablado con su propietario, Jesús Mari Aranguren, una persona bastante desconocida que nos contó lo que fue para él y su familia todo lo que rodeó esa huida. Además de buscar a personajes menos conocidos, también hemos metido algunas recreaciones que dejan intuir un poco lo que estamos contando de forma bastante elegante, con perfiles, con manos, con detalles muy concretos de cosas que nos están contando y que visten un poco esa vuelta al pasado que hacemos durante la hora de programa.

¿Qué más incluirá el espacio del próximo martes?

—Iñaki Pikabea explicará cómo fue la escapada y el técnico de sonido de Imanol Lartzabal (la fuga se realizó el día de San Fermín de 1985 escondidos en bafles tras un concierto de este músico) explicará qué vio y cómo vivió aquel día. Mikel Albisu (Mikel Antza) fue el organizador de la escapada, y hablará sobre el papel que jugó con su amigo Eneko Olasagasti. También estarán amigos de Joseba Sarrionandia como Bernardo Atxaga, Arrate Mardaras, Uxune Iriondo, Marisa Barrena o Dana Moya. Además, el periodista Jose Goitia hablará sobre la reaparición pública de Sarrionandia 31 años después.

¿Cuántas entregas tienen previstas para esta temporada?

—Inicialmente hasta Navidad y después veremos. Tiene que haber una época larga de preproducción y después un período concreto de emisión. En principio arrancamos con una tanda de nueve o diez entregas. La temporada pasada fue especialmente larga, con 35 títulos, un ritmo que no es factible mantener.

Es un concepto muy distinto de programa. ¿Le ha dado satisfacciones?

—Nos ha traído un aire nuevo, con temáticas completamente distintas. Vamos a repasar nuestra historia reciente, que teníamos oxidada, y acudimos con la actitud del periodista súper curioso para profundizar en asuntos que tenemos oídos y leídos. El cambio nos ha dado a todo el equipo mucha vidilla, una nueva alegría. Estábamos muy contentos con la anterior fórmula, pero probar otra nos estimula. Hemos tenido que amoldarnos a un montón de cosas nuevas, empezando por un día a la semana de recreaciones para hacer un poco de cine, que al final pueden ser cuatro insertos de diez segundos cada uno.

¿Dedican mucho tiempo a buscar documentación?

—Por supuesto, el trabajo de documentación es mucho mayor. Entramos en la hemeroteca y miramos un montón de recortes de periódicos, que no solo nos sirven para leer los artículos de aquella época sino también para hacer mucho grafismo. Antes lo que hacíamos era conocer a un montón de gente con sus vivencias más personales que se abrían frente a nuestra cámaras, dejarles contar lo que ellos querían; pero ahora tenemos que reconstruir una historia, vamos con una intención más concreta. Las dinámicas han cambiado completamente.

No todo el mundo está dispuesto a hablar del pasado. ¿Han recibido muchas calabazas?

—Pues sí. Simplemente hay personas que quieren pasar página y no recordar, cuando justo el espíritu de nuestro programa es hablar de algo antes de olvidarlo. Nos ha pasado especialmente con la familia de Yoyes, que era uno de nuestros objetivos. Casi treinta y cuatro años después, mantiene el pacto de silencio que ha guardado estas décadas. No ha habido manera de convencerles. Así que sí, muchas pero muchas calabazas. También por parte de Martín Zabaleta, por ejemplo; y del propio Sarrionandia, que se las da a todo el mundo.

¿Le han sorprendido las negativas?

—Nos estamos dando cuenta de que a mucha gente no le gusta recordar la historia. Yo sí estoy acostumbrado a las negativas, en el periodismo siempre lo estamos. El anterior Ur handitan ha sido un formato muy amable y respetuoso, los protagonistas lo sabían. ¡Qué menos! Teníamos que valorar su esfuerzo de contar cosas muy íntimas. Así se lo explicábamos en las entrevistas: que no se sintieran presionados para contar lo que no querían. Ahora vamos a reconstruir la historia con cosas que algunos puede que no quieran recordar y el mero hecho de pedírselo les echa para atrás, es lógico también.

Por simple cuestión biológica esos testimonios podrían perderse...

—Claro, son temas de hace dos o tres décadas y es importante hacerlo ahora, antes de que se nos olvide. Muchos protagonistas están en condiciones de contar las cosas bien, aunque haya pasado bastante tiempo. Creo que es el momento de recordar porque los detalles se van difuminando.

¿Es un cambio arriesgado para sus seguidores habituales?

—A nosotros nos está costando mucho más trabajo y lo estamos disfrutando también muchísimo. No sé qué acogida tendrá: igual la audiencia está acostumbrada al otro Ur handitan y cuando vea este no les gusta el cambio€ no tengo ni idea. Nosotros lo estamos mimando igual, nuestro saber hacer lo seguimos imprimiendo en esta etapa. A mí me parece un ejercicio interesantísimo y cuando lo he visto en cadenas francesas, británicas, españolas€ son programas que me han enganchado.

Usted no es un espectador típico...

—Es cierto que tengo deformación profesional y quiero ver los planos televisivos de la época, cómo se hacía periodismo entonces, estamos recurriendo a periodistas que nos cuentan cómo trabajaban€ Para nosotros eso es oro. Esperemos que al público también le interese.

¿El cambio de contenidos y formato exige más inversión de tiempo?

—Mucho más tiempo para cada entrega: antes un programa nos llevaba tres semanas de media: una de preproducción, una de grabación y otra de posproducción. Ahora pueden ser cinco.

A pesar de todo, ¿vive más tranquilo que en París, donde estuvo siete años como corresponsal; en Jerusalén otros tres y en Madrid dos? ¿O echa de menos ese ajetreo de "haz la maleta, que te vas a Noruega", por ejemplo?

—Un poquito sí, pero al ser aita tienes otras prioridades. No es como cuando volví de Madrid, que me sentí un inadaptado tremendo. Tras dejar el trabajo en Francia sentí que este era el sitio en que tenía que estar y además el proyecto de Ur handitan me lo puso fácil, ha estado genial. Hacer este programa ha merecido la pena. Cuando vienes de una corresponsalía, lo importante es hacer algo distinto. Si pasas a hacer crónicas aquí, la adaptación, a mí personalmente, me parece más dura.

"Nos dio calabazas la familia de 'Yoyes?. Casi 34 años después mantiene el pacto de silencio de estas décadas"