Cuando en 1983 se editó la novela Cementerio de animales, de Stephen King, se mantuvo 33 semanas en la lista de éxitos de ventas de The New York Times. No solo la crítica, sino también el público se rindieron ante el relato del escritor estadounidense. Pero lo que no muchos sabían es que King mantuvo el manuscrito original de Cementerio de animales guardado durante tres años en un cajón. ¿El motivo? Lo consideraba demasiado terrorífico, incluso para él, que había encontrado la inspiración años atrás: cuando por motivos laborables alquiló temporalmente una casa junto a una carretera con gran tráfico, descubrió que los niños del lugar habían construido un cementerio para sus mascotas fallecidas por atropellos.

Un tétrico escenario en el que él colocó a una familia, los Creed, perseguidos por la tragedia y la muerte, dando lugar a un relato que afronta ahora su segunda adaptación cinematográfica, tras un primer debut en 1989 bajo el título de El cementerio viviente. Dos directores, Dennis Widmyer y Kevin Kolsch, ambos seguidores de la obra de King, se han unido para llevar a la gran pantalla un relato que, según afirma el propio Widmyer, aún no ha olvidado “la reacción” que le provocó leer el libro cuando era joven.

Es así como han dado forma a un filme que, con tintes de terror, narra la historia del doctor Louis Creed -Jason Clarke-, que al poco de mudarse con su esposa Rachel -Amy Seimetz- y sus dos hijos pequeños desde Boston a un paraje de Maine, descubre un misterioso cementerio escondido en lo más impenetrable del bosque, a escasa distancia del nuevo hogar familiar. Y cuando la tragedia alcanza a la familia, Louis recurre a su peculiar vecino, Jud Crandall -John Lightgow- y pone en marcha una malhadada reacción en cadena que despierta a una insondable fuerza maléfica con espantosas consecuencias.

¿Resucitar a un ser querido? En opinión de uno de los productores del filme, Lorenzo di Bonaventura, es comprensible que King incluso llegase a asustarse de aquello que había escrito, ya que no solo es su libro más terrorífico, sino que es “atávico” y trata una fatídica pregunta: “¿Hasta dónde llegarías para proteger a tus hijos?”. E incluso va un punto más allá y el protagonista, Luis Creed, se enfrentará a un dilema: ¿qué pasaría si una persona destrozada por la pérdida de un ser querido tuviera la opción de resucitarle?

Conectada en ciertos puntos con It, ya que ambas novelas de King narran historias ambientadas en Maine y giran en torno a la pérdida de la inocencia infantil, Cementerio de animales cuenta con dos niveles, avanza el codirector, Kevin Kölsch. Y explica: “Es muy madura y psicológica, porque la emoción pesa tanto en la película como los sustos y el terror... Queríamos hacer una película para que la gente pensase, no solo asustar a adolescentes porque es sobrenatural, sino también que atenazase a los padres por todo lo que sucede en la historia”.

Por ello, desde el equipo esperan que Cementerio de animales tenga el mismo recorrido que la última adaptación cinematográfica de King, concluye Kölsch: “It recordó a la gente que Stephen King no solo escribe grandes obras de ficción, sino piezas maestras de terror literario”.