on lineuna llamada por Internet en la que varias personas pueden encontrarse y verse las caras

Por simple que parezca la acción, hay varias cuestiones dentro del contexto de una videollamada que convendría pensáramos. Hablemos de lo que hacemos mientras llamamos, cómo nos presentamos y la confianza que generamos.

En las videollamadas, todo el mundo es multitarea. Supongo que habréis hablado de este tema en vuestros entornos laborales y sociales últimamente. No estáis solos. Un nuevo estudio recientemente publicado, analiza datos de 100.000 empleados de Microsoft y ofrece conclusiones muy reveladoras. A mayor duración de la reunión, más multitarea somos. Cuantas más personas haya, más multitarea. Si es una reunión de seguimiento periódico con personas con las que conoces, más multitarea. Creo que estas evidencias nos deberían hacer pensar que las reuniones en la era digital deberían vivir su propia transformación. La multitarea no es buena para nadie: ni para el cerebro del que lo hace, ni para los asistentes que se sienten ignorados. Ese miedo a perdernos algo (el famoso FOMO, o Fear of Missing Out), del que ya hemos hablado otras ocasiones, está cada día más presente, como veis.

Por otro lado, está la fatiga que nos producen las videollamadas. Nuestra falta de naturalización al medio, así como las dificultades que tenemos para comunicarnos sin tener unos tiempos de transición e intervención "normales" (códigos de comunicación en persona), nos cansan más de lo debido. Llevamos siglos dialogando de una forma, por lo que cambiarlo, nos va a llevar tiempo tenerlo asentado. Varios artículos científicos han investigado el efecto en la fatiga que tiene mantener la cámara encendida o no tenerla. Los resultados son claros: con la cámara apagada nos cansamos menos y encima incentiva nuestra participación, especialmente entre los recién llegados a este mundo de las videollamadas. Es algo polémico, lo sé, porque evidentemente también está el orador y su soledad (la vivo prácticamente a diario). Pero nuevos medios, exigen nuevos códigos. Y quizás este sea uno de ellos. Quizás debamos pronto acostumbrarnos a que sea más normal hablar a cajas negras con letras blancas y a no tener el feedback visual y gestual quizás debamos considerarlo como algo "normal" pronto. Esto, más allá del derecho a no mostrarse, claro.

Por último, está el marco de confianza que generamos en una conversación. La tecnología nos ha traído muchas formas para comunicarnos. Y parece que también, más oportunidades para mentir. Otro estudio científico nos viene a exponer cómo mentimos más cuando nos comunicamos de forma síncrona (teléfono o videollamada, y también cara a cara) que cuando lo hacemos de forma asíncrona (email, redes sociales, etc.). Se trata de una idea contraintuitiva que nos debe hacer pensar. Las redes sociales se han convertido en el medio principal para interactuar con otras personas. Sin embargo, persiste una percepción errónea de que la comunicación on line o a través de la tecnología, a diferencia de en persona, conduce a interacciones sociales de peor calidad y más superficiales. La gente a menudo cree que solo porque usamos la tecnología para interactuar, la honestidad es más difícil de conseguir.

Más allá de estas evidencias sobre lo que estamos haciendo y provocando en los terceros, creo que lo primero que deberíamos asumir es que las videollamadas se quedarán en nuestro día a día. Y que su utilización no es tan sencilla como puede parecer. Porque esto no es una cuestión de tecnología, sino de relación con terceros y de construcción de espacios de comunicación en los que las ideas broten y se desarrollen.

Persiste una percepción errónea de que la comunicación 'on line' o a través de la tecnología, a diferencia de en persona, conduce a interacciones sociales de peor calidad y más superficiales