Encontrar un pan que no suelte migas al ser mordido o partido por un astronauta durante una misión espacial y que pueda ser horneado dentro de la nave es el objetivo que se ha marcadola investigadora Hope Hersh, de la Universidad de Florida, ha dado un paso adelante y ha aceptado el reto.

Este pan del espacio que tiene entre manos esta joven investigadora, de 27 años y estudiante de doctorado en la universidad floridana, quiere sumarse al menú al que actualmente acceden los astronautas mientras se hallan en viajes de exploración espacial y convertirse en un sustituto, o en una alternativa, de las tortas de maíz que actualmente consumen los representantes de la humanidad en el espacio.

Un problema de gravedad

Como pudieron comprobar en 1965 los integrantes de la misión Géminis 3 John Young y Gus Grissom, la gravedad, las migas de pan y los componentes eléctricos y electrónicos de la nave no son buena combinación.

Estos astronautas colaron de contrabando un bocadillo de carne en la misión. Cierto es que uno de sus objetivos era probar diferentes preparados alimenticios especialmente diseñados para estos viajes. No les debió parecer muy prometedor lo que los expertos habían pensado, por lo que trataron de consolarse con el emparedado.

Al primer mordisco descubrieron con alarma que las migas flotaban incontroladas y podían colarse por los sitios más inconvenientes, poniendo en peligro la Géminis 3.

Técnicos de la NASA explican que “las migas que se desprenden al morder y los líquidos cuando se beben sin el empacado adecuado pueden dañar el equipo o ser inhalados accidentalmente por los astronautas mientras flotan dentro de la nave espacial. El espacio no es lugar para un sándwich de mantequilla de cacahuete y mermelada. La miga del sándwich puede causar problemas. En cambio, la mantequilla de cacahuete por sí sola está bien. Los alimentos pegajosos se pueden comer con un tenedor o una cuchara” .

La acción de Young y Grissom abortó la presencia del pan en el espacio y la abrió a las tortas de harina, versátiles y sabrosas. Eso sí, recibieron la aprobación oficial para saltar al espacio exterior en la década de los 80.

Ahora, la investigadora Hope Hersch ha recogido el reto que todavía no había solucionado nadie, y afirmó a la agencia Efe que "hacer un pan que no deje migas será un gran paso". Se mostró confiada en el éxito de su proyecto, uno de los 18 en Estados Unidos seleccionados por la NASA y la Agencia Espacial Canadiense en la convocatoria Deep Space Food Challenge, que busca enriquecer la alimentación espacial.

La joven investigadora ha recibido un fondo de 22.000 euros para continuar desarrollando una tecnología que permitirá degustar con vista a las estrellas pan humeante y nutritivo, un proyecto cuya piedra angular es una "bolsa de plástico" que en el futuro puede expandir sus posibilidades a otros productos de bollería.

La bolsa del pan

El elemento clave en este proyecto es lo que Hersh llama una "bolsa especial multipropósito" hecha de etileno propileno fluorado (FEP, por sus siglas en inglés), que se usa en los procesos de donación de sangre, ya que permite la entrada de oxígeno con el que la sangre se mantiene "viva".

En el caso de las bolsas del pan espacial, resistentes a temperaturas extremas, su interior contendría los ingredientes secos, la harina, la levadura y la sal, y serían empaquetadas en la Tierra. Una vez en el espacio, los astronautas inyectarían agua a la mezcla preparada, amasarían los ingredientes y dejarían la mezcla preparada para que fermente. Al día siguiente solo tendrían que ponerlo al horno o a cualquier fuente de energía que haya en las naves espaciales. "Para la hora del almuerzo tendrías rodajas de pan fresco", señaló Hersh.

La joven es consciente de que la comida fresca es un bien escaso más allá de la órbita terrestre, uno de los tantos aspectos que ha aprendido a raíz de este proyecto en el que ha invertido no poco en investigar y educarse sobre "cómo funcionan las cosas en el espacio" y cómo simplificar la vida de los astronautas.

Su pan, además de requerir un proceso relativamente fácil de cocción, promete cualidades nutritivas. La autora sugiere cepas de levadura "bio-fortificadas", que ayudan en la producción de vitamina A, o algas comestibles dentro del pan. Además, esta científica señala que las cepas de levadura bio-fortificadas producen sustancias químicas llamadas carotenoides, que agregan color a cada barra de pan.

"Yo quiero ver a los astronautas hornear pan", señaló Hersh.

Las galletas de la Estación Espacial Internacional

No ha sido pan lo primero horneado en el espacio exterior, pero sí unas galletas. Con chocloate además. Fue en enero de 2020 en la Estación Espacial Internacional.

Luca Parmitano, comandante de la ISS y miembro de la Agencia Espacial Europea, horneó las galletas. Los miembros de la tripulación, incluida la astronauta de la NASA Christina Koch, comprobaron su progreso.

El experimento fue posible gracias a una asociación en la que participaron DoubleTree by Hilton; Zero G Kitchen, propietarios del primer horno espacial; y Nanoracks, un proveedor de acceso comercial al espacio. Después de un lanzamiento el 2 de noviembre de 2019 desde la instalación de vuelo Wallops de la NASA en Virginia, el horneado se llevó a cabo durante varios días, ya que hubo varios intentos.

La primera galleta se horneó a 300 grados durante 25 minutos y no estaba bien horneada. Tras varios intentos más, consiguieron que las galletas cuarta y quinta, horneadas a 300 grados durante 120 minutos y a 325 grados durante 130 minutos, respectivamente, fueron las más exitosas.

Antes del experimento los técnicos especulaban con que las galletas espaciales serían más esféricas debido a la falta de gravedad, pero las pruebas reales revelaron que la forma y la consistencia iniciales de estas galletas con chocolate parecían iguales en el espacio que en la Tierra.