Lekeitio, situado en la costa oriental de Bizkaia, ha sido durante siglos un pueblo ballenero de referencia en el Cantábrico. Sus calles empedradas, su puerto pesquero y sus casas de colores recuerdan a una tradición marinera que marcó la economía y la vida social de generaciones enteras. La revista National Geographic ha querido resaltar esa herencia, vinculándola con un paisaje costero que no tiene parangón en Euskadi.

La "isla mágica"

National Geographic resalta que durante la marea baja emerge un camino de arena y piedras que permite llegar caminando desde la playa hasta la isla, ofreciendo a visitantes y vecinos una experiencia única, casi mágica. Este detalle, tan simple como único, es uno de los grandes motivos por los que la revista sitúa a Lekeitio entre los destinos costeros más singulares de Euskadi.

Isla Garraitz IÑIGO ALBERDI

Su historia habla de diferentes usos a lo largo de los siglos: se sabe que en ella hubo un convento de frailes franciscanos en la Edad Media y que más tarde fue utilizada como un lugar para aislar a enfermos de peste. Sus restos, todavía visibles, convierten la visita en un viaje al pasado.

"El primer faro visitable de Euskadi"

Otro de los enclaves que National Geographic resalta es el faro de Santa Catalina, situado en un promontorio que domina la entrada de la ría. Este faro, construido en 1862, fue pionero en guiar a los marineros que trabajaban en un mar bravo y plagado de peligros.

Santa Katalina (Lekeitio) J.M. Ochoa de OLza

Hoy se ha reconvertido en el primer faro visitable de Euskadi y funciona como un auténtico centro de interpretación de la navegación. Los visitantes pueden descubrir las antiguas técnicas de orientación, desde el uso de las estrellas hasta los instrumentos tradicionales de cartografía marina. Además, el faro ofrece un recorrido interactivo que permite “navegar” con simuladores y comprender la dureza de la vida marinera. Todo ello enmarcado en un paisaje espectacular.

Lekeitio y la realeza

National Geographic subraya también la estrecha relación de Lekeitio con la realeza. Durante el siglo XIX, se convirtió en un destino de veraneo de la corte, con la presencia de Isabel II y, más tarde, de la reina regente María Cristina de Habsburgo.

Palacio de Uribarren Turismo.euskadi.eus

Esta última pasó largas temporadas en el Palacio de Uribarren, un edificio que todavía se conserva y que hoy funciona como establecimiento hostelero. La presencia de la realeza atrajo a la nobleza y a la alta burguesía, que construyeron palacetes y villas señoriales en la zona, dejando una huella arquitectónica que aún define parte del casco urbano. Esta etapa impulsó la vida cultural y social de Lekeitio, reforzando su imagen como enclave distinguido y atractivo, no solo para los marineros sino también para la aristocracia.

Una "herencia ballenera" viva

Finalmente, la revista destaca la herencia ballenera de Lekeitio, que forma parte inseparable de su identidad. Durante siglos, los marineros se lanzaban en pequeñas embarcaciones a perseguir a los cachalotes y ballenas francas que surcaban el Cantábrico. Esta actividad fue motor económico, dejó rastros en la documentación histórica del siglo XVI y está representada en el escudo municipal, donde aparece una ballena acosada por marineros.

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Una ballena franca. Redaccion DNN

La tradición ballenera no solo era económica, sino cultural: las historias de estas cacerías pasaban de generación en generación y se integraban en la vida del pueblo. Aunque la caza desapareció en el siglo XIX, la memoria de esa etapa sigue viva en museos locales, fiestas y relatos populares, manteniendo un vínculo permanente con el mar y con una época en la que Lekeitio se situaba en la primera línea de los balleneros del Cantábrico.