El primer ministro francés, el centrista François Bayrou, lanzó ayer el procedimiento de adopción sin voto de su proyecto de presupuestos para 2025, lo que activó una primera moción de censura en su contra que será presentada por la izquierda y votada mañana.

Dos meses después de su nominación, Bayrou se encuentra en la misma situación que su antecesor, el conservador Michel Barnier, con su suerte en manos de los socialistas y de la extrema derecha, en una Asamblea Nacional en la que no tiene mayoría. “Ningún país puede vivir sin presupuestos y Francia todavía menos. Por vez primera en casi 70 años, nuestro país no tiene presupuesto en febrero. La imagen de Francia, una gran democracia, un pilar de la UE, se verá afectada”, dijo el primer ministro en la Asamblea Nacional.

Agregó que “la acción pública también se verá resentida” porque “se paran las contrataciones y las inversiones”, al tiempo que indicó que el presupuesto permitirá reducir el déficit público al 5,4%, en un escenario de una mejora del 0,9% del PIB y una inflación del 1,4%.

Bayrou aseguró que “ningún presupuesto es perfecto” pero dijo que “se ha negociado con todos los grupos y se ha llegado a un presupuesto equilibrado”, que pidió que se apruebe “como signo de responsabilidad y estabilidad para los ciudadanos”. Las cuentas quedarán aprobadas a menos que progrese la moción de censura.

Postura socialista

La dirección del Partido Socialista decidió no apoyar la moción de censura, pero algunos de sus 66 diputados hicieron saber que romperán la disciplina de voto, lo que convierte en incierto el resultado. La extrema derecha, por su parte, aseguró que darán a conocer su decisión mañana mismo, después de que Marine Le Pen reúna a sus diputados poco antes del examen de la moción de censura. Sus 140 parlamentarios pueden ser claves si el número de deserciones de los socialistas es elevado.

La decisión del PS rompe de forma definitiva la alianza electoral de izquierdas que sentó en la Asamblea Nacional al mayor grupo parlamentario, 192 diputados agrupados en el llamado Nuevo Frente Popular. La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon es la más crítica con la decisión de sus hasta ahora socios y el líder parlamentario de esa formación aseguró que, al no votar la moción de censura, “dan por hecha su asociación con el Gobierno”.

Sus 71 diputados, junto con los 38 ecologistas y los 17 comunistas quedan ahora en una posición más debilitada de cara a hacer caer el Ejecutivo, en una Asamblea Nacional que cuenta ahora con 576 miembros.

Las críticas a los que hasta ahora eran sus socios han sido duras y han tirado por tierra las supuestas concesiones que los socialistas aseguran haber arrancado al Ejecutivo, en materia de sanidad, de educación, de ecología y de poder adquisitivo.

“Por espíritu de responsabilidad y en el interés de los franceses y francesas no vamos a votar la moción de censura en un momento en el que Francia necesita unos presupuestos”, indicó la dirección del PS.