La ficción de Turquía conquista televisiones y plataformas
Ha captado a millones de espectadores y es el segundo exportador mundial de teleseries
estambul - Turquía emite sus telenovelas en más de 140 países y, tras empezar tímidamente en canales secundarios, ha conquistado a millones de espectadores para convertirse en el segundo exportador mundial de teleseries. Personajes como Emir, Nihan o Fatmagül mantienen pegados a los televisores diariamente a un auditorio de diversos países con su versión “a la turca” de la receta de siempre: dramas familiares, amores imposibles e injusticias sociales.
La ficción del país eurasiático le da una vuelta a este género con episodios de larga duración, entre 120 y 150 minutos, y grandes producciones en exteriores que muestran el encanto actual del país y, en algunas ficciones, su pasado otomano. “Las series turcas son muy populares en los Balcanes, Asia Central y en Oriente Medio porque comparten cultura, historia y algunos valores”, comenta Chien Yang Erdem, investigadora de medios de la Universidad Istinye en Estambul. La atracción en los países de habla hispana es atribuida a los escenarios percibidos evidentemente como “exóticos”, a diferencia de las telenovelas sudamericanas que en su mayoría se filman en interiores.
Muchos espectadores conectan con los problemas a los que se enfrentan los protagonistas que se mudan de zonas rurales a la gran urbe y con los conflictos en una sociedad en la que la familia tiene un gran peso. “En las latinas hay mucho más sexo, alcohol y drogas. Las series turcas son más comedidas. A mí me gusta esa intriga de la seducción, de las miradas. Me engancha más”, comenta una profesora chilena que vive en Estambul. Las historias más recatadas se deben a la severa censura que aplica el Consejo Supremo de Radio y Televisión de Turquía (RTÜK), organismo regulador que obliga a retirar no solo escenas de sexo, sino también imágenes de cuerpos con “mucha piel”, e incluso desdibuja bebidas alcohólicas y cigarrillos. Un detalle que ha facilitado la expansión de las series por el mundo islámico, ya que no hay que temer escándalos o quejas de los sectores más conservadores.
multas “Las productoras turcas son muy cautelosas e intentan no tocar temas delicados. Por ejemplo, Stiletto Vendetta (emitida en Divinity), recibió una multa porque incluía relaciones extramaritales”, explica Erdem. Donde se percibe un pequeño cambio es en las plataformas on line, que empiezan a emitir series turcas en decenas de países. “Netflix es una plataforma internacional y la censura turca no tiene control sobre su contenido. Creo que puede permitir a los productores explorar nuevos géneros y narrativas. Por ejemplo, en Hakan, el protector, un personaje femenino aparece en ropa interior. Si se emitiera en un canal turco sería censurada por RTÜK”, comenta Erdem.
La producción de series turcas puede entenderse como una estrategia “de marca” para el país: “A través de la pantalla, personas de todo el mundo conocen Turquía”, añade. Al ingreso anual de 312 millones de euros por la exportación de telenovelas, se suma el turismo. El beso de Sherezade y Onur en el puente de Gálata, las andaduras de Hakan en Sultanahmet, el restaurante de Fatmagül o la mansión de los protagonistas de Amor Prohibido atraen miles de turistas. La Asociación de Hoteles de Turquía atribuye a este fenómeno parte del aumento de turistas latinoamericanos, hasta 170.000 en 2018, un 70% más que el año anterior. Los operadores turísticos aprovechan la fiebre por la pasión turca y ofrecen visitas por los escenarios de las series. “A nuestro restaurante vienen muchos grupos de turistas de Costa Rica, España, Italia, Chile”, cuenta Seval Sahin, propietaria de Gül Mutfagi, el restaurante donde se rodó ¿Qué culpa tiene Fatmagül?, emitida en 70 países y la primera ficción turca que entró en la televisión española. “A la gente le gusta venir a hacerse fotos, a pasar el rato, a desayunar. Incluso hemos celebrado alguna boda y luna de miel”, asegura Seval.