"Vendía lo que no era y tenía un gran poder de persuasión"
Juanjo García y Miguel López, exalumnos de Juan Carlos Aguilar, destacan su carácter egocéntrico
Bilbao. Juanjo García y Miguel López, ambos de Bilbao, acudieron durante años a las clases de kung- fu que el monje shaolín impartía. Ambos destacan el nivel que Juan Carlos Aguilar mostraba en las artes marciales, principalmente en el kung-fu, pero afirman que era egocéntrico y que contaba con un poder de persuasión muy elevado. "Vendía lo que no era y la gente lo tenía como si fuera un dios. Tenía mucho poder de convencimiento. Lo que decía iba a misa. La gente le seguía porque se le consideraba único", apunta García.
Juanjo acudió a las clases del maestro shaolín entre 2003 y 2006. Fue un amigo quien le recomendó su gimnasio para aprender la técnica del kung-fu. "En aquellos años tenía otro gimnasio, el de la calle Particular Costa. Yo quería aprender kung-fu y me recomendaron acudir a sus clases", apunta. Su primer contacto con Aguilar fue "bueno", sin embargo, Juanjo le recuerda como una persona demasiado segura a la que no le gustaba que nadie estuviese por encima de él. Tanto es así que, según Juanjo, en una ocasión presenció cómo durante una pelea Aguilar se enfadó con un alumno. "El alumno fue más rápido y a Aguilar no le hizo gracia. Se enfadó. Le quitó el cinturón negro y lo pisó", explica. "Eso me llamó mucho la atención. Yo lo vi y me extrañó, teniendo en cuenta la filosofía que difundía", apunta. Aguilar, además de ser un maestro en las técnicas marciales y tener un "gran poder de persuasión", tenía "el don de la palabra". Hasta el punto de que "escucharle se convertía en una terapia relajante para muchos de sus seguidores más acérrimos", dice Juanjo. "Había gente que comentaba: lo ha dicho el maestro y es así. Nadie ponía en duda lo que decía".
Miguel López, otro alumno que recibió clases de kung-fu en el gimnasio de Aguilar de 2006 a 2008, afirma que no olvidará fácilmente la sensación que tuvo en su primer contacto con el shaolín. "Era chulo y lo demostraba a la hora de dirigirse a los alumnos. "No me cuadraban algunas cosas. Por un lado, difundía paz, tranquilidad, calma, y, por otro, reaccionaba de manera chulesca, como si estuviese por encima de todo y de todos", explica. López también presenció en una ocasión cómo el maestro shaolín se "mosqueó" con otro de sus alumnos. "Él se creía lo más, pero la gente también le hacía creer que era único", apunta.
"Tenía buena técnica" Juanjo García acudió a las clases de Aguilar durante tres años. El alumno reconoce que enseñaba bien, "tenía una técnica muy buena, era rápido. Por eso su chulería quedaba en un segundo plano cuando realizaba una exhibición ante los alumnos", añade. En 2003, Aguilar daba clases tres veces por semana, pero "empezó a dejarlas en manos de alumnos con muy buen nivel". "Muchos daban clases y lo hacían gratis. Se aprovechaba", argumenta García. De hecho, según explica este exalumno de Aguilar, durante el tiempo que él estuvo aprendiendo kung-fu fueron numerosos los profesores que "se marchaban sin dar explicaciones", recuerda.
"No le dabas importancia, pero ahora, quién sabe si el lado oscuro de Aguilar tuviese algo que ver", destaca García. Tanto García como López decidieron dejar las clases de Aguilar y cambiar de centro. "Al principio me gustó. El kung-fu era muy cañero. Con el tiempo fue cambiando y su forma de enseñar también. Me cansé", concluye García.
Más en Sucesos
-
Golpea en el pecho a un hombre de 79 años para arrancarle la cadena de oro en Getxo
-
Un pederasta juzgado por captar a niños a través del Fortnite rechaza un acuerdo y las víctimas piden 350 años de cárcel
-
Una joven fallece electrocutada tras subir a un vagón de tren en la estación alavesa de Albeniz
-
El joven detenido en Muxika por realizar tocamientos a cinco menores permanece en dependencias policiales