Bilbao. Juan Carlos Aguilar parecía un hombre tranquilo, fruto de las enseñanzas que impartía a sus alumnos en el centro de artes marciales de la calle Máximo Aguirre. Sin embargo, nadie sospechaba que bajo su fachada de maestro shaolín se escondía un ser oscuro. La Er-tzaintza le encontró in fraganti el pasado domingo frente a su víctima, una mujer nigeriana de 29 años, a la que había golpeado hasta llevarla al límite de la muerte. Pero, cuando registraron el gimnasio se encontraron con un panorama inesperado y sorprenderte. Los agentes localizaron seis bolsas, "a la vista", que contenían restos humanos de, al menos, una persona. Un hallazgo que se repitió horas después en el domicilio del detenido en la calle Iturrizar de Bilbao. Según informó ayer Efe, de fuentes de la investigación, el propio detenido habría confesado la autoría del asesinato de otra mujer la semana pasada. Aunque, por el momento, no se ha podido determinar si los restos hallados en ambos escenarios pertenecen solo a una víctima o a más.

"No se puede determinar el número de cadáveres a los que pueden pertenecer. La Policía Científica está trabajando en ello y, además, se está buscando en más sitios", explicaba ayer el viceconsejero de Seguridad del Gobierno vasco, Josu Zubiaga, quien compareció junto al director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, y el jefe adjunto de la Policía vasca, Lucio Cobos.

Zubiaga se refería al dispositivo montado en la ría, a la altura de Deusto, donde buzos de la Ertzain-tza estaban rastreando el fondo para localizar más pruebas que pudieran relacionar al maestro shaolín con la muerte violenta de más personas. "Entre los restos se intuye que no son cuerpos enteros, faltan partes. Por eso, los buzos están buscando tanto restos de víctimas que puedan haber sido lanzados como cualquier otro objeto que pueda relacionarse con ello", explicó Gabirondo.

ADN

Los agentes más experimentados de la Policía Científica y de la Unidad de Investigación de la Er-tzaintza trabajaron durante todo el día de ayer en la inspección ocular del gimnasio y del domicilio del maestro shaolín para localizar las evidencias necesarias que esclarezcan lo sucedido. Ahora, serán las pruebas de ADN las que determinarán si los restos hallados en los citados escenarios pertenecen a una o a varias personas y si todas ellas son mujeres. Se trata de un proceso que se adivina largo y cuyas conclusiones están, por el momento, lejos de salir a la luz. "A partir de ahí -del hallazgo de los restos humanos-, la investigación ha tomado otra dirección", tal y como confirmó el director de la Policía vasca. De hecho, los agentes habían intentado reconstruir los últimos movi-mientos del detenido, pero ahora, con las nuevas evidencias, han retrocedido en el tiempo para investigar la vida de Juan Carlos desde otra perspectiva. Las pesquisas llevan a la Ertzaintza hasta Alemania, donde podría haber tenido alguna relación personal o laboral.

Además del registro de los locales que el detenido tenía en propiedad, los agentes precintaron los contenedores y papeleras dispuestos en las inmediaciones del centro deportivo. Posteriormente, varios camiones del servicio municipal de recogida de basuras, escoltados por vehículos policiales, los trasladaron hasta el vertedero emplazado en el monte Artigas, donde esparcieron su contenido para realizar una inspección exhaustiva "una a una" en busca de pruebas o restos.

La detención

Frío y calmado. Así es como se comportó Juan Carlos Aguilar la tarde del pasado domingo cuando agentes de la Ertzaintza le localizó junto al cuerpo casi sin vida de la joven nigeriana a la que acababa de golpear y torturar hasta dejarla al borde de la muerte. El experto en artes marciales no opuso resistencia a la detención, ni siquiera sufrió una leve alteración en su ritmo cardíaco cuando los agentes le apresaron a pesar de que le encontraron junto a la víctima maniatada y en estado de inconsciencia.

"No consta que tenga antecedentes por temas violentos", aclaró ayer Lucio Cobos. Sin embargo, según ha podido saber DEIA, Juan Carlos tuvo un episodio violento con su mujer cuando el matrimonio se encontraba en pleno proceso de separación. Según fuentes cercanas a la familia, el detenido agredió a su esposa en el recinto ferial del parque Etxebarria durante Aste Nagusia de hace unos siete años. Una vez separados, la mujer se marchó a Catalunya a vivir.