Los antirresortivos son un grupo de fármacos que regulan el metabolismo óseo del calcio y del fósforo con el objetivo principal de disminuir la reabsorción y el remodelado óseo desfavorable. Se emplean en el tratamiento de algunas enfermedades del hueso como la osteoporosis o en procesos oncológicos como el mieloma múltiple y metástasis por cáncer de mama o próstata.

En torno al año 2003 se empieza a documentar una serie de efectos adversos a nivel de los maxilares en pacientes en tratamiento con este grupo de fármacos cuando eran sometidos a procedimientos odontológicos especialmente de naturaleza quirúrgica. Se caracterizan por la aparición de hueso expuesto y necrótico en maxilar o mandíbula, posterior a la realización de una exodoncia u otras intervenciones quirúrgicas, o en relación con úlceras por decúbito de prótesis dentales.

Sin embargo, la asociación entre el fósforo y alteraciones maxilares no son exclusivos del siglo XXI, siendo ya en los años 80, pero del siglo XIX, materia de interés y repercusión social. En 1888, las alteraciones patológicas que se producían en las trabajadoras de las fábricas de cerillas por contacto directo por inhalación del fósforo empleado en el proceso de elaboración, supusieron la convocatoria de una huelga. Las insalubres condiciones de trabajo, junto a unas largas jornadas de más de 12 horas diarias determinaron la aparición de estas lesiones que deterioraban los maxilares. Los cinéfilos podrán identificar esta problemática concreta y su contextualización histórica en la segunda entrega de Enola Holmes, dirigida por Harry Breadbeer y protagonizada por Millie Bobby Brown.

Regresando a tiempos más actuales, debe destacarse la frecuente asociación entre pacientes en tratamiento con medicamentos antirresortivos y la necesidad de manipulación quirúrgica odontológica de los mismos, que condiciona las intervenciones a realizar por el riesgo de necrosis ósea que se presenta. Los pacientes, con frecuencia, precisan de estos procedimientos dentales más invasivos para una función oral adecuada, pero el riesgo de los posibles efectos adversos descritos limita la toma de decisiones de forma considerable.

La salud dental femenina, la más afectada por estos fármacos. CODBI

La mayor parte de los esfuerzos profesionales han ido dirigidos a la identificación de los factores de riesgo de los pacientes y del medicamento. La vía de administración se ha mostrado relevante, de modo que los administrados por vía oral (normalmente empleados en el tratamiento de la osteoporosis) registran prevalencias bajas de osteonecrosis, de 0,0001- 0,01%. Sin embargo, por vía intravenosa, (utilizados principalmente en pacientes oncológicos), alcanzan rangos de entre el 1 y 10%.

Los estudios también establecen como factores que afectan negativamente, la edad avanzada de los pacientes, el tratamiento con corticoides, hábito tabáquico, la diabetes y el tiempo prolongado de empleo de los antirresortivos, entre otros.

Se ha intentado establecer algún marcador bioquímico identificado en analítica sanguínea que pudiese garantizar una cirugía segura, pero los resultados no son concluyentes y no pueden avalar la ausencia de problemas.

También se ha propuesto el cese de su administración durante algún tiempo, las llamadas “vacaciones del medicamento” como medida de reducción de riesgos. Sin embargo, algunas investigaciones recientes no solo cuestionan el efecto beneficioso de esta medida, sino que incluso podría relacionarse con peores resultados.

Las opciones que se plantean no son muchas y no son determinantes, por lo que la actitud que debe tomarse es eminentemente preventiva. Se debe hacer honor a la máxima médica de “Primun non nocere” (lo primero es no hacer daño). Los cuidados y las revisiones periódicas deben ser un pilar fundamental que evite la presentación de patología bucodentaria, o que permita su identificación temprana facilitando un tratamiento odontológico conservador y no quirúrgico por el riesgo de este último de asociarse a necrosis de los maxilares, una patología de difícil tratamiento, “un hueso duro de roer”.