APatricia González le diagnosticaron diabetes tipo 1, “la mala”, cuando solo tenía tres años, pero por su biografía nadie lo adivinaría. “Solo hay una manera de vivirla para que no surjan complicaciones; un buen control, una dieta variada, cálculo de raciones, insulina y actividad física”, receta. Porque ella nunca ha permitido que esta enfermedad le frene. Y aunque allá por 1984, a sus padres les dijeran en un hospital que probablemente su hija no llegaría a los 20 años, ella, a sus 39, ha dado a la medicina sopas con honda. Convencida de que “la diabetes solo te limita hasta donde tú la dejes”, Patricia se propuso luchar y vencerla con unos buenos hábitos de vida y con deporte. No fue hasta el año 2012 cuando se metió de lleno en el mundo del running. “Me encantaba salir del trabajo y sentir la libertad en la calle, incluso la lluvia caer sobre mí”, afirma esta bilbaina residente en Gorliz.

Como en su familia ya había un corredor con solera, su tío Javi, se planteó, ahí es nada, correr la distancia reina 42,195 kilómetros. “Empecé a construir la casa por el tejado, me lancé a lo loco a por el maratón sin haber corrido antes ninguna otra carrera. Diez kilómetros o veintiuno eran distancias que ya había hecho en mis entrenamientos, pero quería debutar en una prueba que al traspasar el arco de meta cumpliera un reto que otros consideraban inalcanzable para mí. Eso me llevó a correr el Maratón Martín Fiz 2012 en Gasteiz. Si digo que fue fácil, estaría mintiendo como Pinocho. Fue duro. Acabé con cifras de glucosa en sangre muy altas, lo que me supuso algunos problemas durante la prueba, pero, aun así, acabé, siendo la séptima de las féminas”. De aquel día recuerda el apoyo incondicional de los suyos y a su instructor, su tío, en la meta gritando y animándole. A partir de ese momento su pasión por el running fue en aumento, corriendo una media de dos maratones al año y varias medias maratones, hasta que en septiembre de 2015 logró ganar el de Logroño, ser la primera fémina de la general frente a grandes deportistas, superando una hipoglucemia con 40 mg de glucosa en sangre en el kilómetro 34 “que me obligó a bajar muchísimo el ritmo y aguantar los últimos ocho kilómetros sin reservas de glucosa en el cuerpo y con una hipoglucemia ya difícil de remontar en movimiento, pero seguí adelante utilizando glucosa líquida y conseguí mantener la primera posición”.

A principios del año 2016 le ofrecieron la posibilidad de llevar una bomba de insulina, un dispositivo que le proporciona más margen de maniobra. Ese mismo mes se adentró en el mundo de la ultradistancia, y se fue a realizar la II Rioja Wine Ultratrail, 90 kilómetros repartidos en 3 etapas de montaña, en tres días. “Apenas llevaba dos semanas con la bomba de insulina colocada, lo que conllevó que tuviera muchísimas hipoglucemias que me hicieron bajar el ritmo, conseguí ser subcampeona femenina en la general”. Y a partir de ahí, suma y sigue; segundo puesto en la Kosta Trail, tercera en el Maratón de Logroño de ese año y en 2017, otra vez ganadora de esa prueba, todo un clásico.

A finales del año pasado, se impuso un nuevo reto: recaudar fondos para investigación en la cura de la diabetes tipo 1, para lo que 20 deportistas (todos con esa dolencia) debían recorrer 1.184 km, -la distancia que supone atravesar la Península Ibérica de punta a punta por su ruta más larga-, en solo 24 horas, por relevos, en la pista de atletismo de Gorliz.

Este año aunque, según admite, anda un poco floja y en proceso de recuperación -¿quién lo diría?-, se inscribió en la Gernika-Bilbao Running. Otra vez prueba conseguida y “la emoción de entrar esprintando en meta con mi bomba de insulina en la mano derecha”, proclama.

Y es que esta joven abogada asegura que “no soy ninguna gran atleta, solo una deportista amateur que carga con una mochila que a veces se hace un poco pesada”. “Esta es una enfermedad en la que no siempre 2 y 2 son 4, sino que a veces son cinco como ocurría en la novela 1984 de George Orwell, y que a veces resulta agotadora, mucho más que correr un maratón, de hecho”, bromea esta mujer incombustible.