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Agotadas las 10.000 camisetas para la carrera contra el cáncer de mama

Julia Blanco: “No nos lo podemos ni creer. Ha sido impresionante”

Agotadas las 10.000 camisetas para la carrera contra el cáncer de mama

ESPERABAN una marea rosa y les ha arrollado un tsunami. No en vano el martes despacharn la última de las 10.000 camisetas disponibles para participar en la segunda carrera solidaria contra el cáncer de mama, que . “No nos lo podemos ni creer. Ha sido impresionante”, se frotaba ayer los ojos, cumplidas las expectativas más optimistas, Julia Blanco, presidenta de la Asociación de cáncer de mama de Bizkaia, Acambi, organizadora de esta iniciativa junto con el gimnasio Urtzi. Ni en sus mejores sueños se veía Julia pidiendo, a mitad de semana, que “por favor no acudan a correr más de las 10.000 personas inscritas porque ese es el aforo permitido” y podrían comprometer la seguridad de los participantes y la celebración de una nueva edición. No obstante, quien quiera colaborar con la causa -una investigación “para ver por qué a algunas personas no les hace efecto el tratamiento y tienen metástasis”- puede hacerlo realizando una aportación, a modo de dorsal 0, en la cuenta de la asociación o comprando un pin de Acambi, junto con DEIA.

Desde la dirección del gimnasio Urtzi, Ziortza Legarreta también se mostraba “más que satisfecha” por haber superado con creces los más de 6.000 participantes del año pasado. “Es una enfermedad tan cercana que yo creo que cualquiera tiene a algún conocido afectado. La gente muestra un cariño especial”, afirma. Tanto es así que habrá “chavalitas que correrán con camisetas de la talla XXL” porque no quedaba otra y personas que vestirán de rosa a sus perros.

También es cosa de hombres Puestos a brindar, el éxito de esta marcha solidaria irá por ellas, las afectadas, pero también por los hombres como Martín Calvo, de 61 años, al que le detectaron un cáncer de mama, bajo la aureola, hará cinco o seis años. Tras el mostrador de su frutería, en Sestao, habla abiertamente de su enfermedad con la clientela. “La gente desconoce que esto también les pasa a los hombres. Cuando dices la palabra cáncer, parece que es igual a muerte. Todavía vivimos con el miedo”, admite.

Unas manchitas de sangre en la camiseta le empujaron de prueba en prueba, hasta que dieron con el diagnóstico y le operaron. “Casualidad, un amigo también lo tenía”, dice. Lo peor, apunta, es la quimio. “Es bastante malo de llevar. Las venas se te queman enteras. En la última sesión lo pasó mal hasta la pobre enfermera”, recuerda Martín, que acudía a las sesiones solo para no hacer sufrir a la familia.

Sin perder el ánimo, recita los “daños colaterales”. “Se me empezó a partir la dentadura, me afectó a los huesos, las pastillas me hicieron coger peso... Lo normal. La quimio es como es, pero como decía aquel, mientras hay vida hay esperanza”, se despide optimista.