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José Antonio López Trigo: “La gente feliz vive siete años más de media”

José Antonio López Trigo: “La gente feliz vive siete años más de media”Jesús de Pedro García

Bilbao - El presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología, José Antonio López Trigo, ha asistido esta semana en Amorebieta al décimo Simposium de Atención al Paciente Mayor, un colectivo que, a veces, parece invisible.

¿Tiene la impresión de que a los mayores se les ningunea?

-Sí, sufren ninguneo social. Parece que quisiéramos volver al Renacimiento porque no queremos ver la vejez para que no recordemos lo que se nos viene encima. Pero ahora sucede algo importante. Vemos que los ancianos están cogiendo las riendas de su vida. Y dicen: A mí no me engaña usted con un viaje del Imserso ni con la rifa de un radiocasete. Ahora, los motores sociales de la gente mayor son más potentes. Han pasado de vivir con un motor diésel, aguantando como podían, a llevar gasolina súper y son conscientes de que con 80 años pueden hacer muchas cosas y no dejan que nadie decida por ellos.

Dicen muchos que los 80 de ahora son como los 60 de antes.

-Es que envejecemos de forma diferente. Vivimos más tiempo, pero a costa de vivir el último trayecto de la vida en situaciones de dependencia. Hace medio siglo se llegaba a los 60 o 65 y bruscamente la gente se moría, y en paz. Ahora vivimos más años y de repente ocurre algo como un ictus o una rotura de cadera y se pierden capacidades bruscamente.

¿Vivimos entonces peor?

-Solo los ultimos años. Lo que hemos conseguido es que algunas enfermedades que eran mortales, ahora sean crónicas como muchos cánceres o algunas demencias como el Alzheimer. Pero hay que ser capaz no solo de alargar la vida, sino de ensancharla, es decir, de vivirla con más calidad.

En España hay más de 13.000 centenarios. ¿Seguirá este ritmo?

-Lo que más crece son los mayores de 80 años, que son el 5% de la población. Pero no sabemos si lo de los centenarios se va a mantener. Ahora estamos viendo una supergeneración de mujeres y hombres que sobrevivió a la Guerra Civil, a la hambruna posterior, a la tuberculosis, al cólera, a la gripe... Ahí ha habido una selección natural y no sé yo si los que venimos detrás, los hijos del baby boom, que acumulamos más factores de riesgo vascular, llegaremos a los 100.

¿Habrá sorpresas?

-Siempre pongo la comparación de la talla. Si la altura hubiera seguido en proporción a lo sucedido hace 25 años, hoy jugaríamos todos al baloncesto. Pero hace una década que se ha estancado.

Pero es innegable que cada vez la esperanza de vida es mayor.

-Sobre todo la gente feliz que vive siete años más de media. Lo hizo público un estudio de la Universidad de Londres que siguió los patrones de actitud emocional de mucha población durante un largo tiempo. Vive más, en definitiva, el que es feliz con lo que tiene y que no sufre por lo que no tiene. Las actitudes positivas generan unas sustancias en los neurotransmisores que tienen un efecto cardiovascular muy positivo. A nadie le da una crisis por hartarse de reír, pero sí se puede dar cuando uno se cansa de llorar.

¿El envejecimiento y las enfermedades crónicas van a hacer inviable el sistema sanitario?

-Eso es culpabilizar a quien no tiene la culpa y ha pagado por adelantado lo que está consumiendo. La culpa es del sistema. Se están atendiendo en camas de agudos de 700 euros al día procesos que no son agudos. Eso no hay quien lo sostenga. Yo no puedo tener ahí a una persona con secuelas de un ictus porque la familia no se la lleva. Vamos a buscar una cama de 110 euros al día y con el precio de uno, atiendo a siete. Llevamos años demandando un espacio sociosanitario para atender a los crónicos, a los pluripatológicos, pero cada uno va a lo suyo.