ME oye señorita Kubelik? Estoy locamente enamorado de usted". Esta frase pronunciada por Jack Lemmon en la obra maestra del cine El apartamento fue en realidad pronunciada así, en castellano, por el actor y director de doblaje Rogelio Hernández (Barcelona, 1930), que falleció el pasado sábado en Barcelona a los 81 años de edad.

Hernández fue el encargado de dar voz a actores de la talla de Paul Newman, Marlon Brando, Michael Caine, Jean-Paul Belmondo, Tony Curtis y Jack Nicholson..., entre otros. Con él se van doblajes memorables como el de Christian Fletcher en Rebelión a bordo: "Iba a darle un poco de agua dulce, me temo que sin ella morirá"; o, por ejemplo, al coronel Walter E. Kurtz "(...) a esos peces gordos, les odio, ¡cómo les odio!", pronunciada por Marlon Brando en Apocalypse Now Redux, además de las disparatadas frases de Tony Curtis en Con faldas y a lo loco, entre otras históricas películas que sin la voz de este maestro del doblaje no hubieran sonado igual.

Su larga carrera arrancó en Madrid, pero se desarrolló en Barcelona. En los años 60, además de a Newman y a Brando, empezó a doblar a Michael Caine y Jack Lemmon. Más adelante, en los años 70, dio voz a los grandes galanes de Hollywood, como Errol Flynn, Cary Grant y Montgomery Clift, y más tarde amplió su repertorio con actores secundarios como Burt Reynolds, Gene Wilder, Bruce Dern, Roy Scheneider, James Cann y Rober Duvall. En 1981 comenzó a doblar a Jack Nicholson en el El cartero siempre llama dos veces, convirtiéndose así en la voz del gran actor.

defensor de la profesión Lo cierto es que el apego de muchos espectadores hacia ciertas voces marca, en ocasiones, la admiración a los intérpretes que las encarnan. En este sentido, Hernández, además de un grandísimo actor de doblaje, reconocido por sus impecables trabajos, fue también un gran defensor de la profesión.

"Tengo la impresión desde siempre de que, salvo para unos pocos, la actividad de doblar películas ha sido y es algo desconocido y hasta cierto punto inherente, algo natural", dijo en su página web. Salvo los grupos más intelectuales, "el público va al cine a divertirse, a distraerse, a reírse, a pasar miedo, a emocionarse y estoy convencido de que muy pocos comentarán al salir de la sala de exhibición ¡qué bien doblada está la película que hemos visto, sino, qué buena película o qué mala o regular, o en fin, nos hemos distraído".

El 1 de febrero de 1986 fue homenajeado en Barcelona en la ceremonia de los Atriles de oro de la Gran Noche del doblaje, donde recibió un premio por toda su carrera. Hernández participó en un millar de filmes pero en 2008 se vio obligado a retirarse por problemas en la vista.