Bilbao
Hace 110 años se capturó la última ballena en las costas vascas. Fue en Orio y nada menos que con dinamita. Aquella cacería enterró una era, una economía y una cultura. Se trataba de una ballena vasca (eubalaena glacialis), una subespecie de la ballena franca que se ha extendido durante siglos por el Atlántico norte. Llamada así por lo mucho que se cazaba por parte de los arrantzales, ahora solo un puñado de ejemplares sobrevive en el Atlántico y en el Pacífico, y hace muchas décadas que no se ve uno de estos cetáceos en el Cantábrico.
Pese a esta larga ausencia de nuestros mares, el Ministerio de Medio Ambiente acaba de incluir la ballena vasca en el catálogo de especies en vías de extinción, ya que considera que su supervivencia es poco probable. El propósito de esta catalogación es activar todas las alarmas de protección para el hipotético caso en que la especie "vuelva a surcar" habitualmente el litoral español, explica Julio Ruiz, biólogo de la asociación Ambar, la sociedad para el estudio y conservación de la fauna marina con sede en Bilbao.
Para el caso de las especies en peligro de extinción, según el real decreto publicado ayer, la evaluación que deberán llevar a cabo las comunidades autónomas deberá incluir información sobre los cambios en su área de distribución, la dinámica y viabilidad poblacional, la situación del hábitat y la evaluación de factores de riesgo, entre otros.
Y es que, tras décadas de sequía total, en los últimos años se han avistado unos pocos ejemplares en el litoral español. Eso sí, lejos del Cantábrico, los más próximos en Galicia. También se ha localizado algún ejemplar en La Gomera. Vistas las circunstancias, el Gobierno canario ya incluyó este cetáceo en su catálogo autonómico de animales en peligro de extinción de 2001. Uno de los últimos avistamientos tuvo lugar en el Golfo de Cádiz, en aguas territoriales portuguesas, con el añadido de que la ballena estaba con una cría. Todo un signo esperanzador.
"Lo cierto es que se están viendo más que antes, aunque al ser una especie migratoria, de la que no se sabe todo, ni siquiera dónde pasa el invierno, es muy difícil localizar algún ejemplar", explica Julio Ruiz.
Esta especie en concreto ha sido víctima de la caza abusiva. "Es la que históricamente se cazó más. La llamaban la right, porque era la adecuada para perseguir: fácil de matar, gracias a su flotabilidad, era muy sencillo recuperarla de la mar". La caza de este mamífero fue tan abusiva que en la actualidad solo están censados alrededor de cuatrocientos ejemplares en el Atlántico, sobre todo en las costas de Estados Unidos y Canadá, y otro centenar en el Pacífico, en Baja California. Pero el mar no tiene fronteras y siempre puede haber cambios que varíen los hábitos de la ballena vasca. Precisamente, la moratoria mundial de la caza de cetáceos puede ayudar a la especie. "Creo que la ballena vasca podría recuperarse, sobre todo si continúa la moratoria. En todo caso, sería una recuperación muy lenta ya que tardan mucho tiempo en criar", agrega el biólogo de Ambar.
Otras especies Además de la ballena vasca, la lista elaborada por el Ministerio de Medio Ambiente cataloga también como en peligro de extinción al oso pardo, el milano real, el urogallo cantábrico, el quebrantahuesos, el sapo partero, el visón europeo, el lince ibérico, la foca monje del Mediterráneo, el murciélago patudo, el desmán ibérico, el alcaudón, el escribano palustre, el pinzón azul o el arao común.
En peligro de extinción están asimismo el zarapito real, la avutarda hubara, el urogallo cantábrico, el alimoche canario, el milano real, el águila imperial ibérica, el porrón, el lagarto gigante de Gran Canaria y la libélula.
En cuanto a las especies silvestres en peligro de extinción, figuran, entre otras, el helecho de sombra, el trébol de cuatro hojas, el sauco canario, el narciso de Asturias, la jarilla, el cabezón, el drago de Gran Canaria, el tomillo blanco, la orquídea de Tenerife y la siempreviva gigante.