Estos primeros meses han sido frenéticos para usted.

Para mí ha sido el contraste de pasar de mi experiencia en el ámbito de la política local, que es intensísima y estás a pie de calle todo día, a estar allí, en la gran burbuja europea, que es un inmenso escenario de proyección geopolítico en el que la intensidad es tremenda.

¿Qué puede hacer por Euskadi la única representante del PNV en un Parlamento con 720 escaños?

Mucho, como vienen demostrando las personas que han estado ahí antes que yo. Yo creo que tenemos que hacer ese trabajo de lobby vasco en Europa porque Europa es la primera puerta al mundo en el que tienen que vender, en el que compiten nuestras empresas, donde nuestros jóvenes viajan para coger esa visión global...

Es un trabajo de 24 horas al día y de 365 días al año.

Yo creo que quienes estamos en política lo de tener agendas sin horas lo aprendimos ya hace muchísimo tiempo. Allí sí que es cierto que lo que no hay es una mínima rutina con respecto a las reuniones o las dinámicas. Los temas van surgiendo y se van abordando de una forma en la que tienes que atender muchísimas comisiones, reuniones, contactos, conversaciones...

Una de las primeras cosas que habrá tenido que aprender es que para las intervenciones en la cámara apenas tiene un minuto.

Tienes que ser muy práctica o buscar la eficiencia máxima porque efectivamente los tiempos de intervención son muy cortos. Además, como decíamos, los populistas de un lado y de otro están allí también y ese minuto que tienen lo aprovechan para eso, para lanzar esos mensajes. Debemos contrarrestarlos sin olvidar que estamos para defender nuestros intereses y ahí será cuando alcemos la voz y cuando por supuesto nos pongamos serios y serias. Pero yo creo que no debemos entrar en ese circo mediático.

¿Se va a dormir con la sensación de que ha hecho algo útil a lo largo de las jornadas maratonianas?

Me voy a dormir agotada y el ritmo es frenético. Creo que allí tenemos un reto, y yo me tomo ese reto como algo personal. En la política local la tangibilidad es mucho más inmediata, probablemente porque tienes un impacto mucho más directo. Te piden poner un banco en una plaza y lo haces; puedes ver el fruto de trabajo. Allí el trabajo es a más largo plazo. Lo importante es no perder el contacto, mantener el vínculo, con los diferentes sectores que, aquí en Euskadi, necesitan que seamos su voz en Europa.

¿Sigue haciendo su papel Europa en un mundo con Trump de vuelta en la Casa Blanca, Putin buscando siempre las cosquillas y China agazapada, a la espera de marcar su agenda?

Toda crisis nos debe hacer más fuertes y yo creo que es el momento de que Europa alcance ya su mayoría de edad. Lo que estamos viendo en estos momentos es que tiene que ser soberana y tiene que avanzar en autonomía estratégica en elementos como los energéticos, el digital o en materia de seguridad, porque no podemos seguir dependiendo de unos Estados Unidos que ya van a tener un presidente que está lanzando muchos mensajes que deben alertarnos. Europa necesita, como ha avanzado Draghi en su informe, reforzar el mercado único, tiene que invertir 800.000 millones y también debe reforzar los valores de la democracia y sus pilares sociales. Para eso, debemos construir una Europa más unida.

Y debe serlo pronto porque los retos son incontables...

Sí. Las elecciones fueron en junio, tomamos posesión del escaño el 15 de julio, esta semana hemos votado la composición del colegio de comisarias y comisarios que entra en funciones hoy y no podemos perder ni un minuto. Tenemos cuestiones como la situación de la migración en la que hace tiempo que se debería haber actuado. Hay muchísimo trabajo.