Tras los malos resultados cosechados en las elecciones gallegas y los continuos reproches de Podemos hacia la actual vicepresidenta segunda, Sumar encara este súper año electoral viéndose obligada a “reactivar” un proyecto político presentado oficialmente el 8 de julio de 2022. Así lo reconocen diferentes voces de la formación magenta como también su propia líder Yolanda Díaz, quien no oculta la necesidad de aupar a este “movimiento ciudadano” para afrontar el devenir político.

“Os digo que por encima de nuestros pasados sumemos nuestros futuros. Para eso lanzamos la asamblea fundacional de Sumar. Hagámoslo posible”, aseveró Díaz a principios de año a los simpatizantes y militantes de las distintas siglas congregadas bajo el paraguas de Sumar. El objetivo de la marca, a día de hoy, pasa por tratar de resistir en los comicios vascos, ganar el pulso a Podemos e Irene Montero en las europeas y reivindicar su liderazgo basándose en el peso que ostentan gracias a las carteras de sus cinco ministerios. En definitiva, la formación quiere posicionarse como fuerza hegemónica de la izquierda en el Estado español, un reto nada fácil dado que su impulsora y buena parte de quienes la acompañan engrosaron, hace no tanto, las filas moradas y ambas formaciones cosecharon unos pésimos resultados en los comicios gallegos del 18-F.

Fractura política

La ruptura entre Podemos y Sumar se evidenció el 5 diciembre de 2023. Apenas unos metros de distancia separaban a Yolanda Díaz de Irene Montero en el salón de Pasos Perdidos del Congreso, donde se desarrollaban los actos conmemorativos del aniversario de la Constitución. Una nube de periodistas asistió al fuego cruzado entre la vicepresidenta segunda y la entonces ministra de Igualdad. Los cinco diputados de Podemos acudieron a los actos como miembros del Grupo Mixto tras adoptar la decisión de abandonar Sumar y dar la espalda a Yolanda Díaz. Un golpe de efecto por el que fue preguntado, ese mismo día, el portavoz de la formación morada. “Hemos intentado hacer todo lo posible en Sumar, pero se ha demostrado imposible”, esgrimió Javier Sánchez en dicha comparecencia. Cabe destacar que este punto de no retorno no fue comunicado previamente ni a Yolanda Díaz ni a la dirección del grupo parlamentario. La formación morada tampoco lo trasladó a sus propias bases que solo cuatro meses antes avalaron con un respaldo del 92% negociar un acuerdo de coalición con Sumar. El salto al Grupo Mixto fue la guinda de un divorcio que venía fraguándose a ojos de todo el mundo desde hacía dos años. Durante ese tiempo Iglesias y Díaz pusieron fin a una relación de amistad de diez años.

Al parecer, el punto de inflexión entre ambos se produjo en el momento en que, curiosamente, la gallega fue elegida para sucederle al frente del partido en marzo de 2021. Desde la primera fila del Ejecutivo español, una vez asumida la Vicepresidencia que dejó Iglesias para emprender la carrera para las elecciones madrileñas, Yolanda Díaz empezó a dejar entrever que no tenía ningún interés en ejercer el liderazgo de los morados. Su estilo y su manera de hacer política se distanciaron, a marchas forzadas, de quien un día fuese su mentor y se negó a seguir la hoja de ruta marcada por Iglesias. Sus ausencias en los actos internos de la formación morada evidenciaron que quería volar sola. Otra imagen reveladora se produjo en noviembre de 2021 cuando la política gallega acudió a un acto organizado por Compromís en Valencia que se presentaba como el encuentro de las mujeres más relevantes de la izquierda. Además de ella y de la organizadora del acto, Mónica Oltra, estaban llamadas a asistir Ada Colau, Mónica García y Fátima Hamed. Según fuentes cercanas a Díaz, Pablo Iglesias intervino pidiéndole que no acudiera si no invitaban a Ione Belarra, secretaria general de Podemos, e Irene Montero, entonces ministra de Igualdad. Sin embargo, la actual líder de Sumar desoyó la advertencia y fue ella quien brilló en el encuentro Otras Políticas, siendo recibida con vítores de presidenta, presidenta. Por todo ello, Iglesias empezó a culparle de traicionar al partido que la hizo primero ministra de Trabajo y después vicepresidenta. Ella esgrimió ante su círculo más próximo que jamás eligió suceder a nadie y que, por tanto, era libre para emprender su camino y tratar de recoser una izquierda que se estaba desintegrando en las urnas.

Paso al frente

El paso adelante de Yolanda Díaz, finalmente, llegó el 2 de abril de 2023 en el polideportivo madrileño de Antonio Magariños. La gallega lució músculo al conseguir congregar multitud de apoyo social y aliados políticos en el acto con el que cerró el proceso de escucha de Sumar. Fue allí donde hizo oficial su candidatura a las elecciones generales de julio: “Quiero ser la primera presidenta del país”, anunció ante los más de 3.000 asistentes. Estuvo arropada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el coordinador de IU, Alberto Garzón, el líder de Más País, Iñigo Errejón, su homóloga de Más Madrid, Mónica García, el alcalde de Valencia, Joan Ribó y Rita Maestre, entre algunos rostros conocidos.

Tan sonadas fueron las asistencias como las ausencias, especialmente, la de la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, y la cúpula de su partido, quienes no acudieron al acto al no ver colmada su condición de que Sumar firmara un pacto previo de confluencia, basado en primarias abiertas. Otro de los titulares que dejó dicha jornada fue el dardo lanzado contra los morados y su líder en la sombra. “Las mujeres no somos de nadie, estamos cansadas de tutelas”, aseveró con vehemencia Díaz en alusión a los retos a los que debe hacer frente el feminismo. Estas palabras fueron vistas como un claro mensaje a quien durante una década fuese su amigo y aliado político. Por último, si a esta afirmación se añade el hecho de que el lema del acto de Magariños fue Hoy empieza todo, la brecha entre ambas formaciones se presentó insalvable. Finalmente, los puentes entre morados y magentas quedaron totalmente dinamitados cuando a Díaz no le tembló la mano para dejar fuera de las listas de Sumar, para los comicios del 23 de julio, a Irene Montero. “Me entristece profundamente que Yolanda proponga que el acuerdo electoral de coalición entre Podemos y Sumar se construya sobre la exclusión a una compañera”, salió en defensa de Montero la secretaria general de Podemos, Ione Belarra. A partir de entonces se sucedieron los reproches personales y las cartas abiertas de la militancia morada.

Y llegó la gran noche electoral. Contra todos los sondeos, a medida que avanzó el escrutinio de votos de las generales, se abrió la puerta a un Gobierno de coalición progresista, marcado por la heterogeneidad pero con mayoría parlamentaria. Durante aquellas semanas de negociaciones para la conformación del nuevo Ejecutivo, Belarra exigió a la líder de Sumar que la cartera de Igualdad volviera a ser para Irene Montero, nombre descartado de plano tanto por los socialistas como por la líder magenta tras la polémica suscitada con la ley del solo sí es sí.

Por otro lado, Yolanda Díaz quiso incorporar al Consejo de Ministros al secretario de Economía de Podemos y secretario de Estado de Derechos Sociales durante la anterior legislatura, Nacho Álvarez. Sin embargo, la dirección morada cargó contra sus intenciones argumentando que debía ser el propio partido quien designase a los posibles ministros. El choque de Podemos con Sumar y la buena sintonía entre Yolanda Díaz y Sánchez terminaron quedando reflejados en el traspaso de la cartera insignia de Podemos. La socialista Ana Redondo la recibió de manos de Irene Montero quien clamó ante los presentes: “Pedro Sánchez nos echa hoy del Gobierno”.

Podemos salió del Gobierno español mientras que Sumar consiguió mantener el número de Ministerios. En esta ocasión, siendo liderados por la propia Díaz (Vicepresidencia segunda y Trabajo); Ernest Urtasun (Cultura); Mónica García (Sanidad); Pablo Bustinduy (Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030) y Sira Rego (Infancia y Juventud). En suma, guardianes del núcleo duro de Díaz ocuparon los puestos.

El 15 de marzo de 2021 Pablo Iglesias dejó el Gobierno español para disputar la presidencia de Madrid a Ayuso. El entonces vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030 anunció su salida del Gobierno de coalición, que se hizo efectiva en el arranque de la campaña electoral el 20 de abril. De manera informal, previamente, había trasladado a Yolanda Díaz que llevaba tiempo barruntando dar un paso a un lado y dejar su puesto en el Ejecutivo, así como delegar en ella el liderazgo del partido.

Díaz le respondió que no estaba interesada en asumir ese rol. Pese a la negativa, en un vídeo grabado desde su despacho en Moncloa, Iglesias anunció su salida del Ejecutivo y le señaló como su sucesora. El vicepresidente y secretario general de Podemos argumentó que en las elecciones madrileñas se jugaba mucho más que la presidencia de la comunidad. “En política hay que tener valentía para dar las batallas que hay que dar”, justificó. Tras anunciar su salida, se dirigió a la militancia de la formación morada: “La gente de izquierdas de este país, tenemos que animar y apoyar a Yolanda para que, si así lo decide ella y si así lo quiere la militancia de nuestras organizaciones, sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales y la primera mujer en ser presidenta del Gobierno de España”, apuntó Iglesias.

Estas palabras enfadaron a la ministra de Trabajo que, según reveló posteriormente su equipo, se llegó a plantear renunciar. El giro de guion, sin embargo, se produjo cuando Díaz aceptó la vicepresidencia vacante, dejó en el aire su candidatura para las generales con Podemos y terminó impulsando su propio proyecto político. De ahí que el germen de Sumar se encuentre, en buena medida, detrás de la cesión de poderes que hace tres años hizo el propio Pablo Iglesias.