Memoria. Reflexión. Consenso. Son las palabras claves en cualquier conversación con la consejera Nerea Melgosa. Y más si se habla del 3 de marzo, fecha marcada a fuego en su bagaje vital. Estas palabras que se incluyen a continuación se desarrollaron en su despacho de Lakua, ayer mismo, hasta que su agenda dijo basta. Hasta ese punto, las preguntas aguantaron las costuras ante unas respuestas desarrolladas bajo la perspectiva de quien conoce de lo que habla.

Llega la primera conmemoración del 3 de marzo con el patronato de la Fundación que regirá el Memorial de víctimas ya constituido. Sin embargo, desde fuera, ha dado la impresión de que su creación ha sido un proceso excesivamente lento.

Tengo dos palabras. Largo y complejo. Así se podría resumir el proceso. La Fundación y el patronato tienen diferentes agentes institucionales –Ayuntamiento de Vitoria, Diputación Foral de Álava, Gobierno Vasco y Obispado de Gasteiz–. Cada uno tenemos nuestros ritmos y procedimientos administrativos. Aparte de esto, se nos ha metido por medio una nueva Ley. Con ella, cosas que ya teníamos trabajadas las hemos tenido que acomodar.

También están las asociaciones memorialistas, que tendrán que jugar un papel importante.

Claro, también está la parte social, tanto Martxoak Hiru como Memoria Gara. Se ha intentado hablar continuamente con ellos y explicarles cómo estaba el proceso.

Supongo que es complicado pedir paciencia a quienes llevan 48 años esperando.

Lo cierto es que hasta este año no hemos podido tener una figura jurídica encima de la mesa para dar sosiego y paz a determinadas familias y también para que la ciudad de Vitoria, por lo menos, pueda reconocerles de una manera determinada y darles ya solución.

Al respecto, las asociaciones de víctimas no han dudado en hacer oír su parecer.

La relación con ellas es buena. Hemos tenido que esperar hasta ahora porque tampoco teníamos la Fundación. Nunca ha sido un tema de voluntad política. Al contrario, lo que nos ha limitado el camino para poder seguir andando ha sido la parte más burocrática. Ellos lo saben. Ahora nos tenemos que escuchar. Todo el mundo tiene la voluntad de trabajar, de ir dando pasos, de tener un Memorial digno del 3 de marzo, porque será un bien para toda la ciudad.

En el patronato también está la Iglesia alavesa, propietaria del templo de San Francisco de Asís en el que sucedieron los trágicos hechos. Su papel se antoja trascendental.

Sí. Con nosotros el Obispado nunca ha tenido ningún problema. Y sabía que el proyecto de Memorial del 3 de marzo solo podía ser en un sitio, que era en la iglesia de San Francisco de Asís.

Sobre todo por el papel que tuvieron entonces determinados sacerdotes y templos, digamos que obreristas.

Para la gente que sabe un poco del 3 de marzo, las iglesias en Vitoria ocuparon un espacio muy determinado. Tanto la de Coronación, como la de Los Ángeles y la de Zaramaga. Yo creo que el Obispado también cogió ese guante. Y desde el primer momento.

“Verdad, justicia y garantía de no repetición son valores que hay que tener inscritos en tu ética personal y en la política”

Entonces, con los primeros pasos del patronato de la Fundación, ¿se ha pensado ya en contenidos para el Memorial?

Es demasiado pronto. Hay un convenio con la Asociación de Víctimas del 3 de marzo y Memoria Gara. Se está trabajando ya con Gogora en ver qué es lo que cada uno tiene desde el punto de vista de testimonios o fotografías, igual que se trabaja con otras asociaciones memorilistas de Euskadi en otros entornos. Tenemos claro que el Memorial tiene que tener cuatro principios claros: verdad, memoria democrática, Derechos Humanos y el tema de la centralidad de las víctimas, porque fueron las que sufrieron la represión y la masacre. Además, siempre hemos dicho que este proyecto tiene que ser de sensibilidad, reflexión y pedagogía social. Tenemos que recorrer lo que pasó y cómo pasó. Siempre son muy importantes los contextos en materia de memoria histórica.

Todo lo descrito se hará dentro de un templo que necesita una rehabilitación importante.

Por un tema de prudencia y de hacer bien las cosas, hasta que no se consolide el patronato no queremos hacer nada de lo que tenemos que hacer. Yo he visto un informe anterior de Gogora en el que sí se describen una serie de carencias. Pero, hasta que no entremos en el patronato y podamos trabajarlo, y ver exactamente cuáles son los riesgos que pueda tener el edificio y cómo hay que hacer la rehabilitación, no actuaremos. Sabemos que tenemos que intervenir en el edificio y tenemos que rehabilitarlo. Es más, tenemos que rehabilitarlo incluso con los parámetros de la propia conformación que idearon los arquitectos que la hicieron (Peña Ganchegui). Habrá que hablar con ellos a ver cómo se puede trabajar porque la sociología urbana de la ciudad era una y las sociologías de las iglesias eran otras. Los Ángeles, Coronación y San Francisco de Asís eran iglesias con una determinada característica, que eran obreras. Eso hay que seguir manteniéndolo, porque el espíritu tanto del continente como del contenido es muy importante.

Me queda claro que el continente tendrá que esperar de momento. ¿Y el contenido?

Ahora lo más importante es que Gogora ya ha empezado a trabajar con las asociaciones memorialistas. Tenemos que ir poco a poco conformando el patronato y dando pasos entre todos, ya que las decisiones tendrán que ser consensuadas. Llevamos 48 años esperando esto. Creo que no podemos decirle a la ciudad que hay que hacerlo todo a trompicones, sino con reflexión.

“Tenemos que recorrer lo que pasó y cómo paso. Siempre son muy importantes los contextos en materia de memoria”

En dos años se cumplirá una de esas efemérides redondas: 50 años de la masacre de 1976. ¿La consejera baraja algo especial?

Soñar es libre, pero estoy segurísima de que habrá una conmemoración especial. Desde el punto de vista individual hacia las víctimas, y a la propia ciudad, que soportó mucho.

Ahora, con los cimientos de la Fundación ya asentados, toca un momento de reflexión como sociedad, ya que el proceso de reconocimiento a las víctimas se ha demorado casi medio siglo.

Diferenciaría un poco las instituciones. Se había reconocido ya a las víctimas desde un punto de vista moral y económico. Poco a poco se han ido dando pasos en las instituciones vascas. Luego, con el año 2017, con la Ley de Memoria Histórica estatal, también se les reconoció desde el punto de vista económico. Se han ido dando pasos, pero no suficientes. Ahora tenemos que extrapolar todo eso para que todo el mundo conozca lo que pasó y que la propia ciudad pueda descansar y cerrar ciclos. Vitoria tiene que cerrar ese ciclo con la puesta en marcha del Memorial y con las víctimas, tanto individuales como colectivas. Hemos podido tardar en un proceso complejo por un tema burocrático, pero sí creo que con las víctimas, desde las instituciones vascas siempre ha habido un reconocimiento. Ahora nos toca hacer ese reconocimiento colectivo.

Reconocimiento implica conocimiento previo. Tras el paso de tantos años, ¿se corre el riesgo del olvido entre los más jóvenes?

Como en todas las políticas de Derechos Humanos y de memoria reciente, con en el tema de ETA. Hay que hablar, hay que seguir trabajando y hay que sensibilizar dentro de los principios de verdad, justicia y garantía de no repetición. Eso hay que hacerlo en todas las casas. Estamos hablando de que a cinco personas les mataron por defender algo tan importante como era la memoria democrática en un momento determinado en el que era muy difícil decir lo que pensabas. Eso se ha trabajado y se está trabajando. ¿Hay que hacer más? Seguro que sí. Para eso vamos a tener el Memorial.

“El Memorial del 3 de Marzo tiene que basarse en la centralidad de las víctimas, porque fueron las que sufrieron la masacre”

Desde el punto de vista de la memoria histórica, ¿es un privilegio vivir en Euskadi?

Desde el punto de vista de la memoria histórica, en 2023 se aprobó una legislación con muchos consensos. Es muy importante. En este momento la tranquilidad y la normalización que existe en determinadas materias de violencia ha bajado mucho. Yo creo que la implicación personal que ha tenido el propio lehendakari lo ha dejado siempre muy claro. La ética es muy importante y tener claro hacia dónde vamos. Verdad, justicia y garantía de no repetición, valores que hay que tener inscritos en tu ética personal y en la política. El lehendakari siempre lo ha hecho.

El partido en el que milita (PNV) ha presentado en Madrid una propuesta legislativa para modificar la Ley de Secretos Oficiales, que ya ha iniciado su recorrido. ¿Es esa la clave para desentrañar toda la verdad de casos como el del 3 de marzo de 1976?

Ojalá que la Ley de Secretos Oficiales pueda ser sometida a la reforma que sea necesaria. Ahí veríamos cuál es la verdad y lograríamos que nadie quede impune, que quien lo haya hecho, lo pague. La verdad se tiene que descubrir. No puede ser que la Ley siga como está hasta ahora.

Me temo que para según qué causas, hay partidos en el Estado que son un muro difícil de saltar.

Allá cada cual. Nosotros pediremos democráticamente en Congreso y Senado que se reforme la Ley de Secretos Oficiales. Los intereses que haya, ellos sabrán. Pediremos siempre verdad, justicia y garantía de no repetición, sobre todo, porque hay muchas familias que todavía siguen teniendo a muertos en cunetas. El pueblo vasco sí que tiene interiorizado que hay que cerrar y esclarecer determinados episodios. En el resto del Estado español sé que hay muchas comunidades autónomas a las que les gustaría seguir, pero hay mucha voluntad política para no trabajar en ello. Determinados gobiernos en los que está Vox están echando para atrás todas las leyes de memoria.