El proyecto Fighting Basques: Memoria de la II Guerra Mundial, impulsado por la Asociación Sancho de Beurko y del que Oiarzabal es el investigador principal, es el germen del reconocimiento tributado a estos veteranos en Texas.

La resolución reconoce a los vasco tejanos como “miembros de pleno derecho de la Gran Generación”, una de las más mitificadas.

Esta generación nace después de la Primera Guerra Mundial, se tiene que comer toda la Gran Depresión y luego la Segunda Guerra Mundial. Sacrificaron todo viniendo casi de la nada y luego fueron al frente y lucharon por las democracias y por la libertad, afianzando un nuevo orden mundial basado en Estados Unidos como pivote. La II Guerra Mundial no supuso grandes disputas como la de Vietnam, que separó al país en dos bandos. Fue la que lo cohesionó en unos valores que luego se han ido mitificando: el país de las libertades, de las oportunidades...

¿Cuál fue la reacción de la Cámara de Representantes cuando el electo demócrata Rafael Anchía dio lectura al documento?

La mayoría de la Cámara es republicana, ahí está el buen hacer de políticos como Anchía, con una gran experiencia para aunar los esfuerzos del Partido Demócrata y del Republicano para aplaudir y abrazar la resolución como parte de esta gran generación de veteranos. Miembros del Partido Republicano habían sido a su vez veteranos de diferentes guerras, desde la última en Afganistán hasta la primera de Irak, etc. Está impulsada por un miembro de la Cámara pero es una resolución bipartidista, aprobada por sus 155 representantes.

Esos días convivió con vascos de Texas y con descendientes de los veteranos de guerra. ¿Cómo vivieron el acontecimiento?

La ofrenda floral fue un acto muy simbólico de reconocimiento de estos veteranos de la II Guerra Mundial delante del monolito de Texas, que es una réplica del que está en el memorial en Washington DC. Para todos fue un acto extremadamente emotivo y muy satisfactorio que no vamos a olvidar. Para los familiares de los veteranos supuso un antes y un después, un encuentro fraternal en el que se reconocía por primera vez a sus familiares, no tanto por ser veteranos sino por ser vascos.

¿Qué balance realiza de todo lo vivido, cuál ha sido su alcance?

La aprobación de esta resolución es un hito histórico y todo el mundo estuvo involucrado al 100%. Tanto que se consiga visibilizar el proyecto de investigación que da lugar a la propia resolución, como lo que para mí es más importante, visibilizar a esta generación que no ha tenido cobertura en la historiografía tradicional, tanto vasca como norteamericana. Es la maldición de los vascos, que nunca aparecen en los libros de texto a menos que nosotros lo escribamos. Aún así tampoco se conocía la magnitud de la participación vasca y vascoamericana durante la II Guerra Mundial bajo la bandera de las barras y estrellas. Es una memoria histórica viva, que necesita ser cuidada y mimada.

Es por tanto un espaldarazo para el estudio ‘Fighting Basques’.

—Ha supuesto acelerar un poco más el proyecto. Han sido ocho años de muchísimo trabajo, tanto de la propia investigación como de la divulgación científica del proyecto, de establecer redes de trabajo con muchísimos individuos y organizaciones, pero vamos a continuar con la hoja de ruta que nos hemos marcado para finalizarlo.

Su culminación está, por lo que dice, al alcance de la mano.

Si ya hemos investigado 45 Estados más Washington DC y Puerto Rico, con más de 1.100 biografías de las 1.400 que tenemos estimadas, el final del túnel se ve cerca. Pero nuestro objetivo final es la creación de un memorial a nivel nacional en EE.UU. que pueda conmemorar uno por uno a todos estos vascos y vascoamericanos que contribuyeron al esfuerzo bélico de ese país.

¿En qué consiste ese proyecto?

Sería un memorial tanto físico como virtual en el cual se puedan exponer de una manera más holgada las biografías de cada uno de estos individuos. Este objetivo está marcado en nuestra hoja de ruta desde el día uno y sería posible de aquí a 2026 si la investigación toma velocidad y culmina en 2025.

¿Ve factible que la resolución aprobada en Texas se extienda a otros Estados norteamericanos?

Era una de las recomendaciones que Rafael Anchía dio a la representante de la North American Basque Organizations, Marie Petracek, de sugerir al resto de representantes de centros vascos en los diferentes Estados norteamericanos que impulsen este tipo de resoluciones.

¿Con qué se queda de esta experiencia al otro lado del charco?

Tenemos que incorporar las historias de esta Gran Generación al libro de historia común vasco. Es parte de nuestro patrimonio material e inmaterial, y de nuestra memoria democrática. Debemos estar agradecidos de que pudieron vencer al totalitarismo en Europa.