La clase política permanece en guardia ante la posibilidad de que Putin corte el grifo del gas como medida de presión en su cruzada para invadir Ucrania, y se anticipa ya un escenario duro para este otoño y este invierno. En ese contexto, el lehendakari Urkullu ha iniciado este martes de manera oficial el curso político con el tradicional Consejo de Gobierno en el Palacio Miramar, un consejo donde ha tratado de proyectar que la crisis energética ocupa y preocupa a su gabinete y es una prioridad para él, pero sin caer en el catastrofismo. Ante el riesgo de que la incertidumbre y la sensación de desánimo vuelvan a extenderse como una mancha de aceite entre la población vasca por la escalada en los precios y el temor a perder calidad de vida, el lehendakari está tratando de hacer que cale el mensaje de que Euskadi cuenta con unos cimientos fuertes para resistir el vendaval. Por un lado, contrapuso esa sensación de incertidumbre a las cifras reales de empleo y crecimiento económico en la comunidad, que consideró positivas y, por otro lado, puso sobre la mesa las actuaciones que ya ha puesto en marcha su Ejecutivo y que tendrán continuidad con el plan de contingencia energético.

Urkullu compareció ante la prensa, ya en el ecuador de la legislatura, para destacar que Euskadi afronta los nuevos retos “sobre bases sólidas”, porque la tasa de paro en el segundo trimestre descendió hasta el 8,5%, la menor desde el año 2009; la población ocupada ha crecido en 23.400 personas en este último año hasta situarse en 963.100; la economía ha crecido un 4,3%, encadena siete meses al alza pese a la guerra y se mantiene una previsión de crecimiento superior al 4% pese a los síntomas de desaceleración, y las exportaciones están creciendo a un ritmo cercano al 50% y es “un indicador de que Euskadi sigue siendo un país competitivo”. “Tenemos que volver a superar una tormenta. Disponemos de bases sólidas. Hemos hecho los deberes y hemos respondido desde la acción”, alentó Urkullu.

“Tenemos que volver a superar una tormenta. Disponemos de bases sólidas. Hemos hecho los deberes y hemos respondido desde la acción”

Iñigo Urkullu - Lehendakari

El lehendakari no ocultó que “nos esperan un otoño y un invierno muy complicados”. Reconoció que la inflación se mantiene en el 10%, que cada vez es más caro comprar alimentos o pagar la luz y los carburantes, y que Rusia podría cortar el gas, lo que ha obligado a poner en marcha planes de contingencia en toda Europa. El Gobierno vasco tiene el suyo y este mismo miércoles está previsto que envíe un segundo borrador al Ejecutivo español, que en principio ha aplaudido la solidez de los planteamientos vascos y se compromete a tener en cuenta sus aportaciones en el dosier que envíe a la Comisión Europea. Supondrá que el Estado haga propósito de enmienda con respecto al comportamiento unilateral que mantuvo la vicepresidenta Ribera en primera instancia con el decreto de ahorro. El plan vasco atiende las directrices europeas y estatales, pero se adapta a la realidad local vasca y recoge medidas de inversión, fiscalidad, nueva normativa, ayudas directas y cambio de hábitos. Persigue la eficiencia energética, acelerar las energías renovables y potenciar la movilidad sostenible.

Buenas perspectivas del Gobierno vasco

La ofensiva de Rusia contra Ucrania ha desatado esta crisis mundial y ha colocado en una situación endiablada a los gobernantes, porque no pueden controlar los próximos pasos que dé Putin y se ven expuestos a sufrir un fuerte desgaste político por la subida de precios y la crisis energética, consecuencia de un conflicto que ellos no han provocado. En el Gobierno español, Pedro Sánchez ha respondido con una lluvia de ayudas al transporte público y con tasas para la banca y las eléctricas, la Unión Europea habla ya de intervenir el mercado eléctrico, y el Gobierno vasco de PNV y PSE pone en valor sus medidas y la buena posición de partida de la comunidad.

Urkullu matizó que permanecerá atento a los datos que arroje el Consejo Vasco de Finanzas antes del 15 de octubre, aunque volvió a poner en valor los datos de población activa y crecimiento y la buena recaudación fiscal, siempre sin perder de vista las tensiones mundiales. Presentó esta crisis también como una oportunidad para acelerar la transición energética, y destacó otras medidas como los 200 millones que ya activó su gabinete como fondo de rescate social y económico, las medidas de liquidez para las empresas, y la deflactación del IRPF. 

Urkullu cree que Osakidetza no se resiente

En el ámbito de las políticas sociales, en Osakidetza, otro posible foco de desgaste, recalcó que la situación es mejor, que la tasa de incidencia del coronavirus es inferior y que la atención primaria y los hospitales han mantenido su servicio en verano. En educación, ha decaído ya el protocolo covid, y además se espera reforzar el pacto educativo y presentar un proyecto en septiembre.

En este curso político, el lehendakari se fija como prioridades esta crisis energética, pero también la aprobación de los Presupuestos para 2023, y la consecución de un más y mejor autogobierno. El lehendakari destacó que todos los grupos tienen la oportunidad de alcanzar un acuerdo para reforzar los servicios esenciales, impulsar el empleo y aumentar la inversión para la investigación. La situación es tan compleja para los líderes políticos que incluso se le preguntó a Urkullu si su nueva imagen, con barba, trata de lanzar un mensaje a los ciudadanos (lo situó en su vida privada), y tampoco pasó inadvertido que los consejeros socialistas, emulando a Sánchez, no llevaran corbata.