Puigdemont, el panadero del ‘procés’
Una carambola de la política forzó a Artur Mas a regalar la presidencia de la Generalitat al nieto del pastelero de Amer. El primer presidente periodista, que ya era independentista a los 12 años, ha liderado con serenidad el trayecto hasta la consulta
Un capricho del destino, como los dulces que con este nombre elaboran en la pastelería familiar, le convirtió en presidente de la Generalitat. El primero que ha dado el periodismo. Carles Puigdemont podría definirse como filólogo o como político, aunque él se siente periodista, porque es una profesión que le ha enseñado a tener una mirada analítica sobre lo que ocurre, a hacerse constantemente preguntas. Pero también podría haber sido pastelero, como su abuelo, su padre o su hermano. De hecho, en Amer, el pueblo gerundense donde nació y trabajaba en su adolescencia, está la Pastisseria Puigdemont y el obrador de la familia, especializada en capricis, una galletas típicas de la comarca. Un pasado entre hornos, pan y pasteles que le lleva a describir cómo prefiere la independencia: “Mejor sin aditivos ni colorantes”.
A sus 54 años, le sorprende que su peinado haya generado tantas líneas en los diarios. Desmiente que con su flequillo se esconda ninguna cicatriz, aunque sí la tiene en el rostro a causa de un accidente de coche que estuvo a punto de costarle la vida. “En una ocasión, mi abuela intentó que fuera al barbero y me dijo para avergonzarme que parecía un beatle”. Aquello fue un elogio. Puigdemont era seguidor de los Beatles: tenía partituras, discos, carteles. Con los años se hizo más duro y se pasó a los Rolling Stones y llegó a formar parte de un grupo de rock integrado por adolescentes. Le gusta también el deporte: ha practicado rugby, hockey y fútbol. Empezó de pequeño como portero, pero luego le ubicaron en el medio campo. Su equipo es el Girona y, cómo no, el Barça.
El periodismo, no obstante, ha sido su referente vital. Es un devorador de prensa al que, sin embargo, le cuesta leer novelas. En Girona, ejerció como periodista y compaginó la redacción de Punt-Diari con los estudios de Filología Catalana, que no terminó, en parte como consecuencia del accidente de tráfico que sufrió en 1983. Ya consolidado en el periódico, se concedió un año sabático para viajar por las naciones sin Estado, que culminó con el libro Cata... què?. Fundó la Agència Catalana de Notícies (ACN) y la dirigió hasta que pasó a manos públicas e impulsó la publicación catalanista para extranjeros Catalonia Today.
Como periodista, ha tenido dos preocupaciones principales: calibrar cómo era percibida Catalunya en el extranjero e incorporar las nuevas tecnologías a los medios de comunicación. Domina el inglés, el francés y también el rumano al estar casado con una rumana, Marcela Topor, con quien tiene dos hijos. La pareja celebró su boda en Rosas por lo civil y en Rumanía por el rito ortodoxo en el 2000.
El Puigdi (así le llaman) es una persona tranquila, cercana y de profundas convicciones. Con seis apellidos catalanes y dos andaluces por parte de abuela, no es un independentista sobrevenido, siempre se sintió como tal, bajo un prisma de militancia independentista forjada en una familia católica que algunos allegados califican como ferma, refiriéndose a una manera de ser y estar en la línea de la más de pura cepa nacionalista.
El hoy president ya era antifranquista con 12 años, a tenor de lo que relató hace un tiempo. En cuanto cayó en sus manos, Carles se colocó en su bata el lema Queremos el Estatut. Uno de los curas del colegio le interpeló:
-Pero si tú no sabes lo que es el Estatuto.
-Por supuesto que lo sé -respondió él- y si quiere se lo cuento.
Los inicios de su militancia se concretan en el apoyo a la Crida a la Solidaritat, en la fundación de las Juventudes de CDC en las comarcas de Girona y en la organización de actos de apoyo a los detenidos en 1992 en la operación Garzon, en la que fueron arrestadas 45 personas por presunta pertenencia a la organización independentista Terra Lliure.
alcaldía De discurso ágil y oratoria brillante, el presidente que ha liderado el trayecto hasta el referéndum no fue un peso pesado en la política hasta ser elegido en 2006 diputado en el Parlament de Catalunya, si bien con anterioridad había dirigido la Casa de Cultura de Girona. Casi por casualidad fue candidato a la alcaldía en sustitución del abogado Carles Mascort, que se desmarcó por un oscuro caso de amenazas a su familia. En 2007 logró un buen resultado pero no fue hasta 2011, al ganar la alcaldía, hasta entonces feudo socialista, que su figura ganó relevancia.
Las tensas negociaciones entre Junts pel Sí (JxSÍ) y la CUP, con la dura oposición de los antisistema a investir a un Artur Mas que finalmente cedió el paso, le regaló una presidencia de la Generalitat de Catalunya que no esperaba. El día de la toma de posesión su mujer le regaló una réplica de El gallo de Horezu, una negra y mítica cerámica de la región rumana de Bucovina que augura buen suerte.
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