BILBAO - El puñetazo recibido ayer por Mariano Rajoy por parte de un menor cuando daba un paseo electoral por el centro de Pontevedra ha puesto la guinda a una campaña electoral que está teniendo más ingredientes de show televisivo que de una exposición y presentación de programas de gobierno y presidenciables. A media tarde el presidente del Gobierno español paseaba por las calles de la ciudad gallega rodeado de una multitud de simpatizantes y una cohorte de escoltas que no fueron capaces de impedir la agresión. El joven, sin antecedentes penales e hincha radical del club de fútbol local, se colocó tranquilamente a su lado como un simpatizante más escuchando las palabras de Rajoy que se estaba dando un baño de multitudes y se sacaba continuamente selfies con sus seguidores. Hasta que, para sorpresa de todos, le lanzó un golpe con el puño cerrado y con todas sus fuerzas en la cabeza. Además de un moratón a la altura de la sien izquierda, le tiró las gafas, que se rompieron al estrellarse contra el suelo.

Luego el agresor, de 17 años e identificado como Andrés de V. F., golpeó a uno de los miembros del equipo de seguridad del líder del PP antes de ser inmovilizado por los escoltas. Poco después agentes de la Policía española lo detuvieron y se lo llevaron a comisaría. Le atribuyen atentado contra la autoridad.

Pese al susto, Mariano Rajoy continuó el paseo sin gafas y después viajó hasta A Coruña para un nuevo mitin de campaña en el que fue recibido al grito de “presidente”. El presidente español firmó un tuit agradeciendo “de corazón las muestras de afecto y solidaridad” recibidas.

Paradojas del destino, Rajoy sorbió este mal trago en la ciudad en la que ha vivido gran parte de su vida, donde estudió el bachillerato, pasó su juventud y se inició en política como concejal hace 34 años.

El incidente dejará definitivamente en el olvido las magulladuras que, en forma de descalificaciones, le endosó el líder de la oposición Pedro Sánchez durante el debate cara a cara televisado el pasado lunes. Entonces salió perjudicado, no tanto por los insultos que le propinó su rival político, sino porque a ojos de la opinión pública salió peor parado del debate.

La agresión de ayer seguramente condicionará el tramo final de la campaña electoral que mañana expira. Si durante los diez días anteriores la presentación de propuestas y programas ha sido sacrificada por los cuatro grandes partidos en favor de una sobreexposición en televisión de sus líderes y candidatos a sustituir a Rajoy -cantando tangos, bailando o tocando la guitarra cuando así se lo han pedido- el puñetazo del joven gallego será el último acto de este show que ha conseguido desviar la atención sobre lo principal y centrarse en lo anecdótico, lo frívolo o lo espectacular.

Al mismo tiempo, coloca a Rajoy en el centro del escenario mediático. El manotazo le deja cuesta abajo de cara al final de campaña y sus asesores y programadores tendrán difícil no sucumbir a la tentación de sacar partido a este incidente.

En el mitin de Coruña, Rajoy no mencionó explícitamente el incidente, aunque al final de su intervención pidió ante la concurrencia “huir de los extremismos” y apuntó que lo que se necesita es “moderación”. “Somos un pueblo moderado, y los gallegos de manera muy especial, somos gente tranquila, formal y seria”, aseveró.

Nada más difundirse el ataque, el rey y todos los candidatos a la Presidencia del Gobierno español expresaron su condena o le llamaron por teléfono para interesarse por su estado. Buena parte de los mensajes de apoyo se produjeron desde los mítines electorales del penúltimo día de la campaña electoral, cuando los candidatos conocieron la noticia.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, le mostró su solidaridad desde el mitin de campaña en Murcia. Hizo borrón y cuenta nueva después del duro duelo dialéctico del pasado lunes en el cara a cara y no dudó en condenar la agresión sin paliativos. “Quiero condenar la agresión intolerable que ha sufrido Mariano Rajoy. La violencia nunca está justificada. Mi rechazo absoluto”, proclamó.

También los candidatos de Ciudadanos, Albert Rivera; de Podemos, Pablo Iglesias, y de IU, Alberto Garzón, le enviaron mensajes telefónicos. Rivera dijo en Bilbao que “no hay justificación” para la agresión y aseguró que para él es como si se lo hubieran hecho a él lo mismo o a un compañero de su partido. Iglesias contactó con Rajoy para expresar su rechazo a lo sucedido y en un tuit su formación “condenó” la agresión porque “en democracia no hay lugar para la violencia”.

Desde el PNV, su presidente, Andoni Ortuzar, expresó en Barakaldo su solidaridad al jefe del Ejecutivo español y añadió que “en democracia, las bofetadas se dan en las urnas y sólo en las urnas”.