Bilbao - Idoia Mendia (Bilbao, 1965) aparece relajada aunque lleva tres entrevistas de una tacada y le esperan otras tantas. Saberse ganadora de las primarias de septiembre que elegirán al relevo de Patxi López sin haberse iniciado la campaña imprime tranquilidad. Después de muchos meses de estar señalada como la sucesora de López, el martes dio el paso al frente sin que se atisben candidatos alternativos. Exconsejera en el Gobierno de López y portavoz de la ejecutiva del PSE hasta esta misma semana, cree que en cuanto a modelo de partido “está casi todo inventado”.
¿Cómo pretende convencer a los militantes de que encarna aires renovadores cuando es la única candidata, miembro de la ejecutiva y mano derecha de Patxi López durante muchos años? ¿Es la candidata del aparato?
-Nunca he estado en el aparato. Llevo 21 años militando en el partido y, en cargos de responsabilidad, desde 2002 cuando entré en el Parlamento Vasco. En 2005 José Antonio Pastor quiso contar conmigo en la ejecutiva de Bizkaia. Luego en el Gobierno me dediqué por completo a las tareas de gobierno. Cuando salí, Patxi López quiso contar conmigo en su ejecutiva pero nunca me he considerado una mujer del aparato. Llevo muchos años en el partido y he estado en la militancia de base la mayoría de ellos. Por otro lado, cualquier militante está legitimado para presentarse con un proyecto y yo creo que la renovación es más los compromisos que presentas a futuro que lo que queda atrás.
Así que considera que su experiencia le favorece ante los militantes más que le perjudica.
-La experiencia que tengo es una buena combinación porque tuve la suerte de ser concejal en Barrika, por lo que sé cómo es la política local y el trato directo con los vecinos. He sido y soy parlamentaria, y también he estado en la gestión de gobierno. Así que lo que puedo aportar es el conocimiento de lo que necesitan los ciudadanos sumado a ser consciente de las limitaciones, del corsé de las instituciones. Ahora algunos partidos propugnan la política de pancartas, hacer unas promesas muy bonitas que todos queremos oír pero su plasmación real es bastante difícil. Soy más partidaria de dar una solución real a los problemas reales. Soy bastante práctica.
¿Siente que no haber pasado por las Juventudes Socialistas, que haberse afiliado a los 27 años, le da menos legitimidad ante algunos sectores del partido?
-No, porque aporto una visión distinta. Además hay mucha otra gente como yo en el PSE. Cuando llegué al partido tuve la suerte de aterrizar en la agrupación de Abando, en Bilbao, que compartía sede con los milicianos socialistas, así que lo que aprendí y mamé allí ha sido en parte también en vecindad con aquellos que vivieron la Guerra Civil, la clandestinidad y la cárcel. Más aún, me afilié en el Partido Socialista porque me pareció que era fácil militar en él, que te dejaban libertad para hacer tu recorrido. No siento que tenga ningún déficit.
¿Se considera la Susana Díaz del PSE, la candidata que aúna el liderazgo del partido?
-Susana es una referencia a seguir, lo ha hecho muy bien en Andalucía. Pero cada una es distinta. Yo soy Idoia Mendia, estoy en Euskadi y las circunstancias de la política aquí no tienen nada que ver con Andalucía. Yo voy a trabajar por atraer, por comprometer a los militantes aun cuando solo haya una candidata. Haré campaña como si hubiera otro aspirante porque me veo en la obligación de explicar a los compañeros y compañeras cómo quiero marcar el rumbo del partido, que quiero hacerlo con todos ellos y que quiero su apoyo. Pienso que los liderazgos hoy en día tienen que ser más compartidos. Lo que el militante reclama, y también el partido, es más cercanía y más compartir información. Si luego nos sale igual de bien como a Susana Díaz, fenomenal.
¿Será la próxima candidata del PSE a lehendakari?
-No estamos en ese momento, pero cuando decidí presentarme como precandidata para dirigir el PSE esa posibilidad entra en mi horizonte político. No se puede obviar que el PSE tiene que plantear un candidato a lehendakari. Lo contemplo, en definitiva.
Mikel Torres apuesta por la bicefalia, ya que se presenta como precandidato para dirigir el partido en Bizkaia pero descarta aspirar a diputado general.
-No necesariamente deben ir unidos los dos cargos. Cada uno debe decidir qué es lo mejor para poder llevar a cabo sus responsabilidades. En el caso de Mikel, quiere compatibilizar el Ayuntamiento de Portugalete con la responsabilidad en el PSE. Cuando lleguen las primarias a candidato a lehendakari, deberé decidirlo, pero es una cosa con la que sí cuento que puede ocurrir. Va en el paquete.
¿Será la portavoz del PSE en el debate de política general de finales de septiembre?
-Sí, claro, porque para esa fecha ya seré secretaria general.
¿Si se convierte en septiembre en la líder del PSE, mantendrá el pacto con el PNV o pondrá distancia mirando ya a las municipales y forales del año que viene?
-El acuerdo con el PNV tenía cuatro partes. Hay que hacer una valoración muy positiva de la parte de fiscalidad porque hemos conseguido más ingresos para la ciudadanía, con lo cual va a haber más recursos para elaborar los Presupuestos. La otra preocupación grande que teníamos es qué pasa con las empresas y el empleo. Hicimos un pacto económico con el Gobierno vasco que está cumpliendo a trancas y barrancas. Me preocupa mucho porque parece que no tiene mucho interés en cumplir los acuerdos de empleo. Lo mismo en la parte social. Hay mucho camino que recorrer. Los acuerdos sirven si valen a la ciudadanía; si no, no sirven para nada.
Entiendo entonces que la nueva ejecutiva que usted dirigirá revisará esos acuerdos.
-Estamos revisando permanentemente los acuerdos y, si los compañeros consideran en septiembre que hay que revisarlos, así lo haremos. Los socialistas no somos de romper acuerdos, sino de hacer acuerdos que sirven a la ciudadanía, pero tienen que ser útiles. Si no lo son, no sirven para nada y no merecen la pena.
¿Repetirán acuerdo con el PNV para los Presupuestos de la CAV?
-Lo mismo. Los Presupuestos deben servir a los ciudadanos. Vamos a ver qué Presupuestos plantean y luego hablaremos de ellos.
¿Qué propone hacer en el partido que no haya hecho Patxi López?
-Está casi todo inventado, incluidas las primarias. Propongo hacer una especie de dación de cuentas a los militantes de los que tenemos responsabilidades, bien en el partido bien en las instituciones, sobre lo que hacemos y lo que no hacemos. Para retomar ese pulso de la calle que ha perdido el Partido Socialista, y que es lo que le ha llevado a la situación en la que está en toda España, pretendo que las casas del pueblo se conviertan en una antena de lo que pasa en la calle, y que los que pertenecemos a otros niveles en la organización estemos también en esa cadena, de la agrupación a la institución y de la institución a la agrupación.
¿Y cuál es su proyecto del PSE para Euskadi?
-De momento estoy en una fase muy previa. Creo que tenemos que responder al reto de la crisis económica y de los problemas que tienen los ciudadanos, y que son muy grandes. A esto se suma la conculcación de derechos sociales del Gobierno de Mariano Rajoy. También a nivel de toda España estamos viviendo una crisis profunda institucional, a la que hay que sumar el reto de Catalunya. Así que proponemos la reforma de la Constitución que yo hago mía. Por otro lado, en la agenda de la política vasca está la ponencia de autogobierno. Serán los dos grandes ejes del partido.
¿No menciona la ponencia de paz, de la que ustedes se ausentaron, porque no la ve en la agenda?
-Ya hemos explicado las razones por las que hemos salido. Me apena profundamente que, habiendo tenido en la legislatura pasada grandes acuerdos con el PNV, el PP, una parte de Aralar e IU, se haya perdido esa capacidad de lo más difícil, que es juntar a los diferentes alrededor de un texto. Ahora parece que prima la idea de hacer microacuerdos sin importarnos mucho las bases éticas de las que cuelgan. La base ética fundamental que debemos aceptar todos es que el terrorismo de ETA nunca debió ocurrir en Euskadi. Ya dijimos que estamos dispuestos a esperar pero no a dar un paso atrás. Y ahí estamos.
¿Está convencida de que la reforma federal de la Constitución tal y como la plantean los socialistas va a dar un cauce realista para las aspiraciones de Catalunya y, en su caso, de Euskadi?
-El Estado autonómico ha servido pero tiene sus deficiencias, como que el Gobierno de España vía decreto ley te invada las competencias un día sí y otro también. Es bueno hacer una reforma federal en el aspecto territorial, porque blindará las competencias autonómicas. También hay que hacer que la conformación de la voluntad del Estado se haga de manera conjunta entre todas las comunidades autónomas y no esa tontería cuando nos llaman a las comunidades a hacer un discurso en el Senado. Cuando España tiene que hacer una política sectorial en Bruselas debe hacerla escuchadas antes las autonomías. La reforma va a resolver muchas deficiencias que tiene un sistema autonómico que se quedó a mitad de camino.
Pero, insisto, ¿qué aportará realmente la reforma federal a Euskadi y Catalunya?
-Esa coyuntura de reforma constitucional puede ser el momento en que nacionalistas vascos y catalanes puedan sumarse a ese debate y a buscar un acuerdo. Yo por lo menos les voy a invitar a ese acuerdo, porque creo que estamos mejor todos juntos que solos, porque solos no somos nada.
¿Qué opina de la consulta del 9 de noviembre en Catalunya?
-Un dirigente político tiene que buscar el bienestar de su sociedad y lo que no debe hacer es generar rupturas y broncas. Conozco mucho aquello, llevo yendo allí doce años durante los veranos y veo ahora lo que nunca antes: tensiones en la cuadrilla y en la familia. La situación social es muy tensa. Es inaudito que Artur Mas por un interés personal, pensando seguramente en que iba a crecer electoralmente y para tapar los tremendos recortes sociales que está haciendo, convoque una consulta ilegal. Hay que ser mucho más responsable.
¿Qué debe hacer Rajoy ante esa consulta?
-Sentarse a hablar. Sé que su forma de ser es acumular las carpetas encima de la mesa y dejar que los problemas se resuelvan solos. Pero en el caso de Cataluña se ha demostrado todo lo contrario, que los problemas se enquistan. ¿La consulta de noviembre no se podía haber evitado con un diálogo político e institucional serio? Eso pregunto.