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suspendida en el monasterio de Montserrat, la montaña sagrada, tan caprichosa su rocosa arquitectura, azarosa y voluminosa, ondulante su anatomía, armoniosa como si un alfarero hubiera actuado siglos sobre la mágica cumbre, refugio de la Moreneta, la virgen que custodia su orografía, ora et labora Teresa Forcades (1966, Barcelona). "Nuestro tiempo en el monasterio se distribuye en cinco horas de oración y seis de trabajo, y seis horas de trabajo dan para mucho", decía Forcades a este periódico sobre la rutina que acompaña a una monja benedictina en el encierro del monasterio San Benet de Montserrat. Ese mucho al que se refiere Teresa Forcades no es una metáfora existencialista, tampoco un señuelo con el que ocupar la vida contemplativa que se supone en los templos del recogimiento y abstracción en contacto con Dios.
El radio de acción de la monja es más amplio. No se detiene en el monasterio, su campo base. Su recorrido vital posee más filo. Como sus opiniones. "La Iglesia Católica tiene tres asignaturas pendientes: la moral sexual, el papel de la mujer y la estructura democrática", diagnostica la religiosa, convertida en un icono en estos tiempos convulsos por su voz disidente, revolucionaria, reflejada con nitidez ante la jerarquía eclesiástica, que le ha afeado la conducta y le ha reprendido por sus afiladas opiniones, pero también en el Manifiesto del Proceso Constituyente de Catalunya. Una aportación realizada junto a Arcadi Oliveres, economista de referencia del movimiento indignado, del 15-M. "Queremos articular el malestar social, cambiar el marco constitucional. No es un partido, es una plataforma ciudadana que presentará una candidatura", advierte Teresa Forcades sobre la iniciativa popular que desean propulsar. "Los pioneros fueron los del 15-M. Ellos labraron la tierra y nosotros estamos poniendo una semilla en su terreno", analiza la religiosa.
La semilla que cita es el documento que redactaron y dieron a conocer la hermana y el economista en el que se aboga por la independencia de la República catalana en su preámbulo. Dice en su prólogo que se trata de "un proyecto de cambio social y de ruptura con el actual orden que deberá defender medidas básicas y de urgencia" y que tendrá que desarrollarse mediante la aportación de las personas y organizaciones que participen en un proceso abierto. El boceto, "orientativo y provisional", consta de diez puntos (un decálogo, como los diez mandamientos), e imagina otra sociedad, muy alejada de la actual, radicalmente diferente. El manifiesto, publicado el pasado 10 de abril, contempla, entre otras medidas, "la expropiación de la banca privada" o la "democracia participativa, la reforma electoral", así como el derecho a "vivienda digna para todos, moratoria a los desahucios y dación en pago retroactiva" o la necesaria salida de la OTAN entre otras cuestiones. El documento también subraya en su sexto punto el "derecho al propio cuerpo", un asunto conflictivo desde posiciones religiosas. "Mi postura es clara: no existe el derecho al aborto, pero se debe hablar de la despenalización como un mal menor", cree la monja.
De momento, son más de 40.000 los ciudadanos -el objetivo de la plataforma es alcanzar las 100.000 firmas- que se han adherido al texto, una partitura que Teresa Forcades, médico, investigadora y teóloga, explica y presenta desde el púlpito de la calle con un lenguaje que enlaza a la primera con sus interlocutores. En sus intervenciones públicas insiste constantemente en saber si su mensaje llega adecuadamente y pregunta a los oyentes si se entiende lo que trata de transmitir. Busca su complicidad y lo consigue. Su gira de pueblo en pueblo por la geografía catalana está cosechando un notable éxito por su capacidad para empatizar con la calle, el púlpito de Teresa Forcades, una monja distinta, con miles de seguidores a través de las redes sociales y que conectó por vez primera con el escaparate público cuando puso en entredicho a las farmacéuticas y a las autoridades sanitarias, Organización Mundial de la Salud incluida, durante el episodio de la Gripe A en 2009. Entonces grabó un vídeo de casi una hora titulado Campanadas por la Gripe A que colgó a la vista de todos en la percha de internet y que generó una gran polémica entre los epidemiólogos y virólogos, que consideraban disparatadas sus conclusiones respecto a la pandemia. A pesar de las críticas que recibió en su momento, la actividad de la religiosa en la red es notoria: dispone de página web, perfil de Facebook y cuenta de Twitter, aunque dice no buscar la fama.
Licenciada en medicina Mucho antes de esa exposición mediática -su agenda es muy apretada y necesita la ayuda de algunas hermanas del monasterio para poder estructurar su día a día, más si cabe durante la presentación del Proceso Constituyente que defiende-, Teresa Forcades se acercó a la lectura del Evangelio siendo una adolescente, aunque la hermana proviene de una familia "más bien anticlerical" del barrio de Gràcia, en Barcelona. Si bien no niega que la lectura del texto sagrado "le marcó" de joven, la obra no determinó su vocación, que despertó varios años después. "No pensaba en meterme a monja", explicaba a este diario durante una visita a Bilbao. La "llamada o experiencia interior de conversión" le sobrevino más tarde. Se produjo con 29 años, mientras preparaba un examen que debía realizar al otro lado del Atlántico.
De hecho, antes de ordenarse monja benedictina, se licenció en Medicina por la Universidad de Barcelona en 1990. Después, viajó a Estados Unidos, donde se especializó en Medicina Interna en la Universidad Estatal de Nueva York. Remató su experiencia norteamericana completando un máster en teología protestante (Master Divinitas) en la Universidad de Harvard. A su regreso ingresó en el monasterio de Montserrat, aunque sus estudios teológicos, protestantes, no fueron convalidados por las facultades católicas españolas. Ante esta realidad, Forcades estudió según los nuevos requisitos y obtuvo su licenciatura con honores en teología fundamental en la Facultad de Teología de Catalunya. Inquieta, activa, comprometida con su tiempo, con un pensamiento propio que chasquea en constante estado de ebullición, Forcades, doctorada cum laude en Salud Pública por la Universidad de Barcelona , escribió Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas (Quadernos Cristianisme i Justícia, 2006), título que evidencia el contenido de la obra, editada en catalán, castellano e inglés. Después verbalizaría su análisis en el vídeo sobre la Gripe A. También se expresó nítidamente en La teología feminista en la historia (Fragmenta, 2007).
a favor de la anarquía En la poliédrica Forcades confluyen varias Teresas: la monja, la doctora, la feminista, la ciudadana o la activista política. En resumen, la persona. Su religiosidad es inequívoca y no entiende que la vida en el convento sea "opresiva". Al contrario, se siente libre en el nido de Montserrat, aunque no todas las hermanas compartan su manera de pensar, sumamente rupturista en una institución como la Iglesia, que describe en crudo: "La Iglesia Católica Romana, que es mi iglesia, es misógina y patriarcal en su estructura. Eso tiene que cambiar lo antes posible". Cree en la Iglesia que tiene que construirse desde abajo, en la de Cristo expulsando a los mercaderes del templo. "Naturalmente esto te lleva al lado de la gente más pobre", y también hacia unos postulados donde se intercalan retazos de Marx, retales del chavismo y en los que pondera el anarquismo: "La sociedad ideal tendería personalmente hacia el anarquismo, pero no a un anarquismo violento, ni a un anarquismo incapaz de estructurar la sociedad".
En sus numerosas comparecencias abraza la diversidad. "Lo primero que digo al llegar a una población es que el éxito de este proceso lo marcará la diversidad. Y suelo recurrir al mismo ejemplo gráfico: si vais a hacer una asamblea local y os dais cuenta de que todos pensáis igual, parad y salid afuera a buscar gente que opine distinto". En el periódico inglés The Guardian, que también se ha hecho eco de su singularidad, destacan a la religiosa como un referente del agrietado sur de Europa, y dicen de ella: "Su crítica al capitalismo neoliberal incluye no solo un deseo cristiano de proteger a los débiles, sino también un ataque a la hipocresía de un sistema que proporciona bienes y capital con la libertad de cruzar las fronteras mientras que los trabajadores no pueden".
A pesar de su indudable impacto mediático, la monja huye de personalismos, que estima "un peligro real" y no desea que la vean como a un líder o cabeza de partido. "Queremos que los votantes o militantes de base de todos los partidos se impliquen. Queremos un proceso que nazca desde abajo". Desde ese pensamiento asambleario, que se viene imponiendo en las plataformas, movimientos cívicos y grupos de trabajo, Forcades, refractaria a la estructura piramidal clásica que vertebran los partidos tradicionales, anhela "una sociedad en la que todo el mundo pueda hacer lo que le diera la gana tanto como pueda. En este sentido me considero anarquista". Es su catequismo. Rebelde.