PArÍS. La mujer a la que los miembros de ETA acusados del crimen de dos guardias civiles en Capbreton el 1 de diciembre de 2007 secuestraron en su huida para robarle el coche contó ayer que temió por su vida al darse cuenta de que pertenecían a la banda. Stéphanie Tilhet Coartet evocó ante el Tribunal de lo Criminal de París que, una vez libre, y cuando supo lo que había ocurrido en Capbreton, se percató de que las personas que la secuestraron "eran muy peligrosas"; al tiempo que sufrió angustia ante la posibilidad de que "los etarras vinieran a buscar(la)" puesto que los había visto a cara descubierta desde que la abordaron, una hora y media después del crimen, en la localidad de Haut Maco, y hasta que la soltaron atada y amordazada en un bosque tiempo después en Saucat, cerca de Burdeos.
Tilhet Coartet identificó formalmente durante la instrucción a dos de los tres que están inculpados por el asesinato premeditado de Fernando Trapero y Raúl Centeno: Mikel Carrera Sarobe, Ata, y Saioa Sánchez Iturregui, Hintza. A esta mujer, que se constituyó en acusación particular en este proceso abierto en París el pasado día 2, también le pareció reconocer al tercero, Asier Bengoa López de Armentia, pero sin mostrarse tajante. Testificando ayer por vídeoconferencia, comentó no poder identificar a los que la capturaron y retuvieron cuando la cámara hizo un barrido por el banquillo de los acusados donde estaban sentados los tres anteriores y otros tres de los cuatro imputados por su relación con el crimen. Esos otros cuatro son Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, Eider Uruburu Zabaleta, Ibón Goieaskoetxea Arronategi e Iratxe Sorzabal, que está siendo juzgada en rebeldía porque se encuentra en busca y captura.
Tilhet Coartet relató que "inmediatamente" estableció la relación entre ETA y sus secuestradores cuando estos se pusieron a escuchar una emisora de radio en español, y también que mientras ella permaneció en el coche con los terroristas -de los que todavía no sabía que habían matado a Centeno y Trapero- "la tensión era bastante palpable por la forma de conducir". Ese trayecto "se hizo infinito", narró esta mujer, que se dio cuenta de que uno de los miembros de ETA, al que más tarde identificaría como Carrera Sarobe, "era el que dirigía la operación". Ese mismo fue el que, poco antes de atarla y amordazarla en un pino, le dijo que "era de ETA" y que "era el azar el que les enviaba allí".
Asimismo, le señaló que su privación de libertad iba a durar poco y que esa misma noche "podría contar algo a (sus) hijos". La presidenta del tribunal, Xavière Simeoni, preguntó a los tres principales inculpados sobre las declaraciones de Tilhet Coartet, que es el testimonio acusatorio más claro, pero los tres se escudaron en la que es su respuesta habitual desde el inicio del proceso: "No tengo nada qué decir". Si al final se demuestra que los hechos sucedidos en Capbreton fueron un asesinato premeditado, podría suponer penas de hasta cadena perpetua.