Mundaka. Edorta Jiménez rebusca en una maraña de libros y documentos y, por fin, encuentra un tesoro, aunque sea sólo la fotocopia de Death in de Making, la monumental obra del fotógrafo Robert Capa, publicada tras su muerte y en la que dedica un episodio a Bilbao, retratado durante los meses más duros del avance de las fuerzas franquistas. La pasión de este escritor mundakarra por Capa y, por extensión, por su compañera, Gerda Taro, y su colega David Chim Seymour, le llegó después de bucear en la vida de Ernest Hemingway, protagonista de algunos de sus libros. Se sabe de memoria el recorrido que hicieron Capa y Seymour, así que habla con conocimiento de causa: "Los vascos tenemos una gran deuda con George Steer por lo que escribió pero también con Capa y Seymour por la forma como nos retrataron. Sería interesante que algún museo vasco tuviera acceso a la colección completa, poder disfrutar aquí de esas imágenes y catalogar las poblaciones que todavía no se han identificado".

La exposición en el International Center of Photography de Nueva York de los negativos de la Maleta Mexicana -en la que Capa atrincheró los negativos de su trabajo, el de Taro y Chim durante la Guerra Civil española- le ha causado una grata sorpresa. Le hace confiar en que a partir de ahora las reproducciones serán de calidad, no como las que se hacen a partir de los contactos que custodia el Archivo Nacional francés y que él tuvo oportunidad de revisar.

Su entusiasmo por este episodio de la historia llegó a tal punto que incluyó a Capa y Seymour como unos personajes más en su novela Kilkerren hotsak (Susa, 2003), traducida al castellano bajo el título de El canto de los grillos (Ttarttalo), que narra una intriga alrededor del asesinato por los franquistas del alcalde de Mundaka Alejandro Mallona, en 1937.

La historia de la llegada de los tres míticos fotógrafos a una España sumida en la guerra es bien conocida. Eran tres judíos de varios países del este de Europa amenazados por Hitler que se juntaron en París y se cambiaron el nombre para hacerse fotógrafos. Gracias a sus ideas izquierdistas, consiguieron trabajar para la revista Regards, del Partido Comunista francés. Oportunamente, porque en Alemania había surgido el fenómeno de la prensa gráfica, que se copió en todo el mundo. Por primera vez, se podía reproducir en las revistas grandes fotografías, que pasaron a tener mucha importancia, mayor incluso que el texto. Tras el golpe militar del 18 de julio, Regards envía a Capa, que capta la imagen de Cerro Murriano, el imperecedero icono gráfico de la contienda española. Más tarde, manda a Chim Seymour a Euskadi, para que retrate a los vascos en cuatro reportajes. La misa de campaña del caserío Alipasolo y el convento de Larrea son ya historia. Al igual que las imágenes de Eibar bombardeado o de la vida cotidiana en el puerto de Bermeo. La revista Gudari, dirigida por Lauaxeta, reproduce muchas de estas imágenes que se ven en el exterior. Más tarde llega Capa, que fotografía la retaguardia: Zamudio, Lezama... Retrata a los milicianos asturianos en Sollube y muchas imágenes de la vida cotidiana de Bilbao, en el que también refleja la partida de los niños de la guerra y el terror a los bombardeos.

Autoría Más de setenta años después de aquel horror, Edorta Jiménez lanza una pregunta pertinente: "Los derechos de autor de aquellas fotos las tiene Magnum, la agencia que fundó Capa. Pero él retrató el sufrimiento de una gente y, ahora, sus nietos no podemos tener acceso a esas imágenes. ¿Hasta cuándo va a seguir cobrando Magnum?"