El Scottish Open que arranca hoy jueves en el Renaissance Club de North Berwick debía ser un motivo de celebración porque por primera vez un torneo del Circuito Europeo, ahora DP World Tour, es compartido con el PGA Tour. Eso se ha notado en el nivel de participación, el mejor que ha tenido nunca un evento a este lado del Atlántico fuera del British Open, ya que toman parte catorce de los quince primeros del mundo, solo falta Rory McIlroy. Normalmente, solo unos pocos estadounidenses llegaban a Europa a la gira previa al major británico, pero en esta ocasión las ausencias importantes son escasas, justo en un momento crucial para el golf mundial.

Porque el ambiente en el campo escocés está enrarecido por culpa, de nuevo, del LIV Golf. Solo cuatro jugadores que ya han debutado en el amenazante circuito saudí saldrán hoy jueves en el Scottish Open gracias a que han logrado en los juzgados una medida cautelar que les permite salvar la sanción del DP World Tour y poder jugar en tanto su demanda no se resuelva. Entre ellos, está el donostiarra Adrián Otaegui, que abría hoy el torneo junto al surafricano Justin Harding a primera hora de la mañana. Los otros dos son Ian Poulter y Branden Grace, que abrirán el turno de tarde. El mensaje por parte de los responsables del torneo es claro en una semana en la que a sus compañeros se les sigue preguntando por la situación creada y ya se nota cierto hartazgo por la manera de conducirse de aquellos que han decidido unirse al LIV Golf, pero tampoco quieren renunciar a lo otro.

De momento, el circuito europeo ha decidido imponer sanciones económicas a los rebeldes, pero la bola de nieve no hace más que crecer y no está lejos el momento en que se creen dos bandos irreconciliables con consecuencias imprevisibles. El PGA Tour ya ha comunicado que aumentará su bolsa de premios en varios torneos y en el lado europeo, que tiene la posición más débil desde el punto de vista económico, se ha acordado que los diez primeros clasificados al final de año se ganaran la tarjeta para el PGA Tour. Ambos tratan de hacer fuerza común, pero el golf saudí sigue insistiendo con ofertas muy difíciles de rechazar.

Pero desde hoy al domingo toca competir en busca de los ocho millones que, gracias al patrocinio de Genesis, uno de los socios potentes del PGA Tour, reparte este año el Abierto escocés, en lo que puede suponer un anticipo, todos con los colmillos afilados, de lo que se verá la semana que viene en Saint Andrews. Jon Rahm también tendrá que madrugar ya que empezará su participación a las 9.05 de la mañana en Euskadi en un partido de altos vuelos.

Partido de altos vuelos

El de Barrika jugará los dos primeros días con el estadounidense Scottie Scheffler, número 1 del mundo y un rival que se le ha hecho bola cada vez que han coincidido, y el noruego Viktor Hovland, el número 8. Rahm tiene como todos la vista puesta en The Open, por eso advierte de que el recorrido del Renaissance Club “tiene cosas de links y cosas que no”. El vizcaino fue séptimo el año pasado en este mismo campo con unos greenes bastante receptivos, “pero puede ayudarnos a ver cómo hay que jugar alrededor de green y en el green de cara a la semana que viene”.

En el torneo están los últimos cuatro ganadores de major, incluido Matt Fitzpatrick, triunfador el mes pasado en el US Open y que el año pasado perdió la cita escocesa en el play-off ante el australiano Min Woo Lee. Fitzpatrick, Morikawa y Zalatoris, Thomas, Matsuyama y Fleetwood o Spieth, Smith y Hatton son otros partidos muy atractivos para abrir de las dos mejores semanas del golf en Europa este año.