UNOS conejos se quejaban de que por la noche las aves rapaces les cazaban y uno de ellos apuntó la solución: hagamos que nos salgan plumas a las noches y así nos dejarán en paz. Pero cuando la asamblea le preguntó cómo se hacía eso, contestó: ¡Ah! No lo sé, yo soy un estratega, no un táctico.

Estoy seguro que usted habrá escuchado más de una vez que ya está bien de medias tintas y melifluidades y que hemos de ir como sea a la independencia. Son los estrategas del cuento del inicio, aquellos que todo lo saben, esos que solo dicen lo que hay que hacer, aunque no cómo, sin que interrumpan sus vacaciones, no están dispuestos a ir a la cárcel como los dirigentes catalanes, no se comprometen en casi nada pero sí saben que esto no puede seguir así. En la esquina opuesta, tenemos a los que apostaron por la vía armada y a pesar de haber fracasado estrepitosamente, siguen reprochando y exigiéndole al PNV que había que haber seguido el camino del procés. Un amigo, de la antigua CiU y al que le acaba de dar un infarto, seguidor de Puigdemont, al interesarme por su salud me ha contestado: ”El Procés hace aguas, pero yo no”.

La política es diferenciación. Yo vendo tomates y tú alcachofas, pero también estrategia, táctica, gradualismo, tener las ideas claras, saber que el pequeño tiene que ser inteligente, ejemplaridad, ser constantes con el raca raca, no ponerse nervioso y saber mirar lejos. No piensa así, y lo entiendo, la llamada Izquierda Abertzale que busca consolidar una matriz opinión según la cual el EAJ-PNV es un partido autonomista y ellos son la esencia de la búsqueda de la soberanía y del derecho a decidir, negándole incluso a Sabino Arana la paternidad de su frase motora y redonda, que lo dice todo: “Euzkadi es la Patria de los vascos”. Por eso no les gusta que les recordemos su gran lucidez y sensibilidad moral apoyando la lucha armada, ni sobre su absurda visión de la jugada no acudiendo a las Cortes Generales ni al Parlamento “Vascongado” durante décadas para decirnos ahora cómo hay que sentarse en el escaño. Si por ellos fuera, estaríamos todos con las mismas competencias que Murcia o Ciudad Real. ¿Quiere decir que nos tenemos que conformar con migajas, buenas palabras, pago en calderilla e incumplimientos continuos? Todo lo contrario.

Cómo distinguir el gato de la liebre

Una de las cuestiones que la pureza estratégica de Sortu achaca al PNV es su “tibieza” en apoyar el procés catalán. No fue ni es así. Artur Mas, al seguir el órdago de la CUP, se suicidó él y acabó con la fórmula ganadora de CiU, que hoy sería como Grupo Parlamentario el rey del mambo en Madrid. La falta de visión de Mas, su entrega de la presidencia, hicieron que el largo anhelo de ERC de ocupar el espacio de CIU lo hayan logrado en cinco años. Menuda hazaña. Como si Bildu se hiciera en Euzkadi con el santo y la seña dejando al PNV en la marginalidad que es lo que inveteradamente llevan buscando desde 1960. No verlo es de gentes con escasa capacidad política, mucho corazón pero poca materia gris en esto de los recovecos y requiebros de la política.

Por todo esto no debemos olvidar las ímprobas e infructuosas gestiones del lehendakari Urkullu, que incluso compareció ante el Tribunal Supremo, por lo que la pregunta que se impone, cinco años después del Procés, es si Catalunya es ahora más fuerte que hace media década, si la sociedad está más o menos dividida, si ha perdido fuelle en el ranking de naciones sin estado y si las malas artes de lo que llamamos Madrid con su aspiradora, no le han hecho un daño inmenso a un procés al que le faltó cabeza fría y mirada, un plan B, menos testosterona, aunque no motivaciones. No justifico ni la represión, ni el barco Piolín, ni el bloqueo estatutario, ni su financiación desastrosa por no haber aceptado la figura del Concierto en 1979 ni ”el cepillamiento” del estatuto en el Tribunal Constitucional, ni el discurso de Felipe VI, al que solo le faltó vestirse con el uniforme militar que usó su padre el 23F. Todo eso creó las condiciones para aquel órdago a la grande que se dio con valentía por parte de la ciudadanía catalana y de algunos partidos, palizas y prisión incluidas. Si algunos no han aprendido nada y de no haber otra estrategia se pueden volver a repetir y seguir pagando el pulso que dio la nación catalana, rompiendo su cohesión, volatizando a CIU, y quedando en manos del PSC. Un gobierno PP+Vox no sería más indulgente que el de Rajoy. España una y no cincuenta y una.

A raíz del quinto aniversario del inicio del procés, nada menos que Jordi Sánchez, ex secretario general de Junts, dijo algo evidente. “A lo mejor la gente está desorientada porque todos hemos hecho promesas inviables”. Pues haberlo pensado un poco más. En Deia, el domingo pasado el presidente del PDCAT, David Bonvehí, nos decía “El procés es ahora un proyecto simbólico, irreal, descontrolado y en vías de un mal final”. Solo con ver la división interna de Junts per Catalunya, las discrepancias de Borrás y Puigdemont, la ruptura del gobierno de Pere Aragonès y la mala salida que tiene todo esto es como para recordar las gestiones que el lehendakari Urkullu hizo para que esta situación no se diera. Y lo voy a hacer, porque nadie lo está haciendo.

Fueron muchas las conversaciones así como los correos electrónicos que se cruzaron (también referidos a la dignidad institucional que siempre es fundamental mantener junto al riesgo de fractura social desde el 19 de junio, treinta aniversario del terrible atentado de Hipercor no condenado por quien todos sabemos, sí, esos que nos llaman tibios) en gestiones a petición de Carles Puigdemont así como las reflexiones que le hizo llegar el lehendakari. De manera más intensa desde el día de la entrada de la guardia civil en la Conselleria de Economía hasta el día de autos. Urkullu hizo lo que pudo y algo más tratando de servir de puente entre unos y otros pero los puentes se construyen sobre los ríos, no sobre los océanos. Y aquello era un océano, sin olvidar que después de las conversaciones de aquel fatídico día, después de que Puigdemont hubiera pospuesto por espacio de una hora la cita con los medios de comunicación para anunciar la disolución del Parlament, que ante aquel enfrentamiento era lo único lógico y posible, y poner fecha para las elecciones autonómicas, según habían acordado de madrugada, la conversación que mantuvieron Puigdemont-Urkullu, cinco minutos antes de que el President hubiera comparecido fue para transmitirle al lehendakari que Oriol Junqueras le preguntaba si Urkullu le podía dar garantías de que el gobierno español no fuera a aplicar el artículo 155 y que entre los suyos ERC también había quien no quería pasar por “botifler” y que el tan histriónico como celebrado Gabriel Rufián le había acusado con las “155 monedas” por las que se había vendido y que él, Puigdemont, no podía resistir la tensión ante una concentración que se estaba desplazando desde la Universidad hasta la Plaza Sant Jaume, donde se encuentra el Palau de la Generalitat.

¿Y qué es lo que dice cinco años después ese gran estratega de ERC, Gabriel Rufián? “No fuimos capaces de calibrar adecuadamente la fuerza del Estado en el 1-O”. Y ahí sigue Gabriel Rufián, que se ha convertido en una clara referencia de Catalunya en Madrid como portavoz de ERC. Aunque este Rufián ya no es aquel de verbo incendiario y performances en el Hemiciclo, impresora incluida. Incluso sus adversarios reconocen su buen talante y capacidad política. “Es muy importante fijarse en el testimonio de los que estaban en una celda. Tenían pocos incentivos para declarar la independencia y nos dijeron: no fuimos capaces de calibrar adecuadamente la fuerza del Estado. Todos éramos conscientes de las repercusiones penales a nivel personal, yo me despedí de mi familia por si acaso. Sabíamos lo que podía pasar. Pero no éramos conscientes de la fuerza del Estado. La Policía en un colegio electoral pegando a la gente el 1-O, no nos podíamos imaginar que podía pasar eso”.

Pues chico, como estratega, andas con la pituitaria algo torpe. Desconocer que España es España y que las únicas guerras que ha ganado han sido contra “los malos españoles “incluyendo en ese concepto a vascos, catalanes y gallegos, alguien le debería dar una clase de historia y seguir el consejo que me dio Arzalluz. “Cuando se inscriban los nombres en las Comisiones del Congreso forma parte de la Comisión de Defensa, visita cuarteles y habla con militares. España existe y siempre actuará con la fuerza y el cuchillo entre los dientes si ve en peligro su sacrosanta unidad”. Con el procés lo hizo. Y lo hará.

¿Y qué le decían a Urkullu por aquí? Más de lo mismo. En el Parlamento Vasco Hasier Arraiz, Unai Urruzuno, Maddalen Iriarte… conminaban al lehendakari a seguir el ejemplo de Artur Mas, de Carles Puigdemont y de Quim Torra, es decir la vía unilateral. Catalunya pasó de influir absolutamente en el Congreso, de proyectar una imagen poderosa de país, de captar inversiones a desembocar sin brújula y sin medir las consecuencias como reconoce ahora Rufián en la vía unilateral, con todo lo que esto supuso y supone. Ahora, no todo el mundo está dispuesto a pagar ese precio, si al final no se avanza un milímetro. La consecuencia es ¿no hacer nada?, ¿a la parálisis por el análisis? Todo lo contrario. Fortalecerse día a día como nación, tener el horizonte claro y buscar el momento oportuno. Evidentemente aquel 1 de octubre fue un hito sin desdeñar el hartazgo y la valentía de los que lo hicieron, pero vuelvo al debate de los conejos y las aves rapaces. ”¿Eso cómo se hace?. Ah, yo no lo sé. Yo soy un estratega, no un táctico”.

El Lehendakari Ibarretxe no se arredró en 2005 y presentó su iniciativa en el pleno del Congreso. Ni el PP ni el PSOE la admitieron a trámite. Queda el debate en espera de una nueva oportunidad. En el Alderdi Eguna de 2001 Ibarretxe lo dijo claramente.” ¿Sabéis por qué somos molestos?. Porque no estamos en los extremos”. Este periódico titulaba el domingo pasado, “La vía canadiense de Urkullu gana protagonismo en Catalunya”. Así como “El nacionalismo escocés perfila su estrategia hacia la independencia”.

Si la política es vencer resistencias, es importante seguir el camino y que los Rufianes no paren nada con sus “155 monedas” porque ya hemos comprobado en qué quedan. l

* Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)