A mugre nacional no veranea, no se va de vacaciones. Como estamos en época de no fiestas, sin vacas y poca cohetería, la gallera del Congreso se traslada una vez más, con acompañamiento de trompetería y bombos mediáticos, a los tribunales para animar la plaza. No hay baile, pero hay navajazos.

Esta vez no se trata del negocio del miedo, es decir, de los okupas a los que hay que desalojar a patadas, sino de las cuentas de Podemos. La acusación pública contra el partido de Iglesias la promueve, entre otros, el Partido Popular, pringado hasta las cachas en múltiples corrupciones, que lo señalan como la formación política más corrupta de la Unión Europea, sin duda. Han olvidado la Gürtel, los papeles de Bárcenas y no han encontrado a M. Rajoy por ningún lado (enumerar todos los casos sería excesivo). Quien ha echado a rodar la acusación es Calvente, un abogado despedido de Podemos que se ha hecho famoso, no por sus dotes y artes profesionales, sino por la desfachatez de su denuncia acusatoria contra Podemos.

Echenique, desde Podemos, se rasga las vestiduras de esta nueva lawfare (guerra judicial) cuyo objetivo es debilitar y echar del gobierno a su partido (si es que no pueden derribarlo entero). El que da la cara en la denuncia contra Podemos es, como digo, un antiguo abogado del partido, despedido y a todas luces despechado, que puso una denuncia ante la Guardia Civil. Su posterior declaración judicial, pintoresca y al menos en teoría acreedora de una querella por denuncia falsa, desapareció durante unos días del palenque hasta que, gracias a Vox, regresó a la superficie judicial. Todo muy honorable.

Pues bien, el denunciante, en la recuperada declaración, sostiene sus denuncias en rumorología (y no tiene empacho alguno en reconocerlo ante la insistencia del juez), y en pruebas tan peregrinas como que el uso indebido de fondos reservados o la oculta financiación del partido y sus gerifaltes es algo que «Se rumorea, se rumorea en el partido» o «es lo que me dicen que está pasando, yo no lo he visto» o «son comentarios y rumorología a nivel de militancia sobre todo militancia». Algo asombroso, pero sirve para llevar adelante un proceso político, porque su fondo lo es y el juez actuante ya se ha significado en ese sentido en el asunto de las amenazas flagrantes a Carmena, la alcaldesa de Madrid.

Las diligencias contra los imputados de Podemos versan sobre malversación de caudales públicos, blanqueo de capitales, descubrimiento y revelación de secretos, allanamiento informático, administración desleal y financiación ilegal de partidos políticos€ ¿Pruebas? Hasta el momento ninguna, pero todo apunta a una sucesión de diligencias con eco mediático y consiguiente escandalera que va a durar meses, por mucho que el previsible final sea el archivo de las diligencias, como en otras ocasiones. Y una vez más, solo faltan los corredores de apuestas.

Como digo, Echenique se rasga las vestiduras ante unos hechos que sí, que son indignantes, y publica acusaciones y sarcasmos en las redes, pero olvida sus propios mensajes cuando en el caso Altsasu, en lugar de echarse las manos a la cabeza como muestra de extrema indignación, publicó comentarios de apoyo expreso a los guardias heridos en una pelea de bar, de madrugada, en ferias, dando por bueno el linchamiento mediático y el montaje que se organizó para condenar a toda costa a los que se dieron como participantes en la pelea, desdeñando o negando pruebas de una evidencia asombrosa. Los muchachos de Altsasu estuvieron condenados desde el mismo momento de su detención. ¿Se retractó Echenique? No ¿Denunció el montaje mediático-policial-judicial? Tampoco. Resulta difícil apoyarles ahora mismo, por mucho que se condenen sin reservas los hechos. Estamos una vez más ante un caso de máximo respeto a la judicatura, si sus resoluciones nos benefician, y acoso y derribo si por el contrario sus diligencias o sentencias nos perjudican y sirven de munición política al enemigo. Insisto, todo muy honorable, denota un alto grado de decoro público y una sólida seguridad jurídica para el ciudadano, y etcétera€ No nos va a quedar un harapo que rasgar.