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Mucha Europa se juega mañana en Francia

Mucha Europa se juega mañana en Francia

NADIE sabe, a ciencia cierta, qué va a suceder mañana en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia aunque parece que después, el 7 de mayo en segunda vuelta, salvo sorpresa mayúscula, ganará el adversario de Marine Le Pen. Cuando cierro estas líneas, ayer viernes 21 a las 10 de la mañana, Macron y Le Pen aparecen ligeramente adelantados, pero el atentado del jueves a la noche en París va a influir y creo que puede beneficiar a Fillon. Pero, sea el que sea el resultado de mañana, que será muy importante para Francia y para Europa, ya es posible sacar algunas lecciones de calado.

De entrada, la abstención se anuncia muy grande y el miércoles pasado, en una encuesta enorme de 11.000 encuestados, el porcentaje de indecisos sumaba a uno de cada cuatro electores. En la división tradicional de izquierdas y derechas ya se puede decir que los extremos ganan y los moderados pierden.

En las primarias de la izquierda tradicional, ganó las elecciones Hamon, situado claramente a la izquierda del socialismo, venciendo al propio ex primer ministro Valls. El Partido Socialista francés está viviendo sus horas más bajas. Hamon, su representante oficial, no recibe ni el 10 % de apoyos en las encuestas. Algunas le bajan al 7,5%. Situación que ya se vivió en Italia, en Grecia, en gran parte de Gran Bretaña, en Euskadi y veremos qué sale del increíble suicidio del PSOE español. Pero, ahora, Hamon ha sido distanciado por el más radical de la izquierda, Mélenchon, que reivindica a Podemos y a Pablo Iglesias, con quien tenía programado cerrar la campaña, festivamente, ayer tarde. El bolivarismo también ha llegado a Francia.

Pero también en la derecha tradicional pasa algo similar. Cuando las encuestas daban por vencedor en sus primarias a Alain Juppé, un hombre de centro-derecha, quedó barrido por Francois Fillon, un radical nacionalista francés de la derecha conservadora, aunque sin los ramalazos xenófobos de Marine Le Pen.

El contraste de Macron El caso de Macron exige un punto y aparte. Fue ministro de Hollande, como Hamon, pero en agosto pasado saltó del gobierno para optar a la presidencia. Exbanquero, le gusta decir que él no es de derechas ni de izquierdas, lo que cae bien en una sociedad extremadamente crítica con la clase política, aunque por contraste sea el más europeísta de todos los candidatos, lo que no se lleva mucho en la Francia de hoy. Macrón es joven, 39 años, sale muy bien en la televisión (a diferencia de Hamon, y esto es importante) tiene labia y, en su ambigüedad, atrae a los indecisos. Pero ahí tiene su talón de Aquiles: una de cada tres personas que dicen que le votarían, dudan de su voto, aunque al final parece que está consolidando sus apoyos (Le Pen y Fillon son los que los tienen más consolidados. La derecha es, habitualmente, más estable que la izquierda, es conservadora).

Según las encuestas de opinión, la abstención entre los jóvenes es superior, en un 11%, a la de la población global. Votarían en mayor proporción que el resto del censo a Marine Le Pen y a Jean Luc Mélenchon. Esto quiere decir que los jóvenes se decantan por los dos extremos del arco político, Marine Le Pen en la derecha extrema y Jean-Luc Mélenchon en la izquierda extrema.

Coincidencias Le Pen-Mélenchon Es llamativo constatar que, en determinados asuntos, y no menores, Le Pen y Mélenchon defiendan lo mismo. Así, ambos propugnan la jubilación a los 60 años, salir de la OTAN, tener mejores relaciones con Rusia (también Fillon) y salir de Europa (por referéndum o renegociar la adhesión en el caso de Mélenchon). Estos elementos explican no poco la atracción que ejercen en determinadas capas sociales, las más desfavorecidas por la crisis actual, que ven en Europa una de las causas mayores de su situación. Aunque por razones distintas, ambos son antisistema. Pero, obviamente, hay otras cosas que separan a Le Pen y Mélenchon, particularmente su actitud ante el fenómeno -muy relevante en Francia- de la inmigración: Mélenchon defiende que haya más inmigrantes (por razones económicas), mientras que Le Pen defiende lo contrario, que haya menos, tanto ilegales como legales, esta vez por razones ideológicas pero también laborales pues estima que los inmigrantes, al aceptar trabajar más barato, hacen que los salarios de los autóctonos, cuando no sus propios puestos de trabajo, se resientan. Lo que le permite atraer muchos votos.

Las buenas encuestas se basan en métodos científicos, cierto, pero las cosas son muy complejas. Sobre todo en la obtención de datos válidos y representativos de la población a encuestar. En mis 35 años de profesor de Técnicas de Investigación Social, no me he cansado de repetir esto, pero se tiene muy poco en cuenta. Sin embargo, es clave. En las actuales encuestas para las presidenciales en Francia, (se han hecho más de trescientas en lo que llevamos de año), hay que realizar unas 10.000 llamadas telefónicas para obtener las 1.000 personas finalmente encuestadas. Además, cada vez más por Internet. Como las personas de edad avanzada se manejan peor en Internet y los jóvenes, siendo los más duchos en las nuevas tecnologías, son sin embargo los que en menor proporción votan, los institutos de opinión están obligados a ajustar los resultados obtenidos. Es la famosa “cocina” de las encuestas que, por lo que leo, sigue realizándose en la mayor opacidad. Además, en Francia, la comisión para vigilar la transparencia de las encuestas debe tener pocos medios para llevar a cabo su misión. Ahora bien, no se concluya de ahí que las encuestas no sirven para nada. Sería tachar de idiotas a todos los responsables políticos, a todos los analistas de lo social y político y a todos los medios de comunicación, también a los lectores, oyentes, televidentes o internautas que los devoran. Sin las encuestas, que cierto es que últimamente se equivocan con frecuencia, todavía nos equivocaríamos mucho más. Y lo haríamos con nuestro favorito, al que siempre le desearíamos vencedor. Es fácil pasar de deseos a soñadas realidades.

Fillon y su tesis ¿Una apuesta para terminar? El Partido Socialista tradicional se descalabrará. También en Francia. Al final, creo que la gente no aupará a Mélenchon pues muchos jóvenes que le podrían votar se quedarán en casa y la extrema izquierda, por purismo, votará testimonialmente a quien no tiene posibilidad alguna de ganar. Tienen a gala detestar el “voto útil”. Luego todo se juega entre Le Pen, que me temo que saldrá en la primera vuelta, y Macron o Fillon. Uno de estos dos será el próximo presidente de Francia. Macron, favorito el jueves a la tarde, es una incógnita que recibe apoyos espectaculares como el de Daniel Cohn-Bendit, el líder de mayo del 68 y exlíder de los verdes. Fillon es la derecha de siempre. Sería, indudablemente, el próximo presidente si no hubiera metido la mano en la caja, además hablando de regenerar el país. ¡Ay, la codicia! Pero con el atentado de los Campos Elíseos y su tesis de que lo esencial es vencer al terrorismo islamista, algunos indecisos le pueden votar a última hora.