CON motivo del último partido de la Euskal Selekzioa y el pinchazo en cuanto a la asistencia al mismo, procede sin duda plantearse en qué momento estamos en el camino por la oficialidad internacional de las selecciones deportivas vascas, en concreto, y por ser la más emblemática, en lo referido a nuestra selección de fútbol.

¿Estamos más cerca o más lejos de la oficialidad? ¿Realmente se están dando los pasos que pueden darse en pos de tal objetivo? No procede, entiendo, perderse en los reproches y sí tratar de aportar, entre todos, los aspectos que puedan acelerar el camino en la materialización de un deseo sin duda mayoritario de la sociedad vasca.

Legitimación sobrada Porque en el caso que nos ocupa del fútbol puede cabalmente hablarse de una justificación histórica, derivada de los precedentes remotos del combinado tricolor y de la trayectoria cuasimítica del equipo de Euzkadi. También de una justificación jurídica, plasmada en pronunciamientos judiciales e informes suficientes que avalan la viabilidad legal y descartan una eventual prohibición de su reconocimiento formal (lo que me incumbe subrayar como ponente de informe emitido al respecto). Y la más fundamental, de la justificación social que referíamos: el amplio apoyo existente entre la población implicada, aspecto sustancial e incontrovertido, más allá de la mayor o menor asistencia puntual a un evento.

Desde tal legitimidad y legitimación es necesario acudir al análisis de la situación actual y a la labor que tenemos por delante, visualizando una hoja de ruta que trate de no diferir ad eternum la consecución del objetivo, lo que sin duda está en la base de un cierto estancamiento en la movilización popular.

En tal sentido, estas son las constataciones y los pasos, a mi entender, a abordar desde ya:

1. Está agotado el modelo de los partidos navideños. Su organización ha sido necesaria y en general satisfactoria, pero no resulta hoy suficiente para avanzar en el objetivo.

2. Han de programarse encuentros en fechas FIFA, es decir, con ocasión de tal calendario, intentando enfrentarse a rivales de nivel competitivo. Esta necesidad, como la constatación anterior, ya ha sido advertida por nuestros responsables federativos y políticos, y las posibles trabas detectadas han de tratar de superarse o en caso contrario hacerse puntualmente públicas. Al respecto, resultan un acertado referente los últimos partidos de la selección femenina.

3. Al tiempo de lo anterior, se vislumbra sustancial la conformación de un Pacto por la Oficialidad, con la plasmación de un texto para la adhesión de todos los implicados: partidos políticos (sin exclusiones), agentes sociales, federaciones de distinto nivel, clubes, jugadores (eje vital al que a continuación nos referiremos), y cualquier otra instancia con repercusión social, incluidos los medios de comunicación públicos o privados.

4. Concienciación y sensibilización social que pasa no solo por la movilización popular, sino por un comportamiento en términos exquisitos de respeto, de respeto a nuestros símbolos mayoritarios y representantes, de respeto a todos nuestros jugadores, jueguen donde jueguen, desde el momento en que realizan el esfuerzo de acudir a las citas. La manifestación festiva y reivindicativa no debe estar reñida con el fair play y han de ponerse las miras en lo que nos une y no en lo que nos separa.

5. Compromiso de los auténticos protagonistas: los jugadores. Estando acreditada la implicación de nuestros jugadores, sin la cual nada sería posible, lo cierto es que su postura pública resulta sustancial. Sin pretender obligar a desertar de otras selecciones oficiales, sí se antoja de relevancia cualitativa que el mayor número de nuestros jugadores formulara una declaración de compromiso individual y/o colectivo de formar parte de la selección vasca de forma preferente a otras al momento en que se consiga la oficialidad. Sería un gesto de gran calado y repercusión, al modo del que hizo Guardiola en su época de jugador.

6. El instrumento básico: la Federación Vasca de Fútbol. Nuestro órgano federativo se tiene que desempeñar con nitidez en este tema y así le es exigible si es real la apuesta por la oficialidad que manifiestan reiteradamente sus responsables. Además de trabajar por los partidos en ventanas FIFA (y hacer públicos, en su caso, los concretos obstáculos que -afirman- vienen existiendo), no pueden perderse las ocasiones de pronunciarse sobre la materia, como ente y por todos sus estamentos, así como de plantearlo antes las instancias oportunas, personal u orgánicamente. Nos estamos refiriendo a que la FVF tome un acuerdo expreso y actualizado de consecución de la oficialidad y de solicitud de integración formal y directa en las federaciones de ámbito internacional. En el caso de la FIFA, ha de recordarse que el artículo 10 de sus estatutos permite solicitar la integración de una asociación de una región no independiente con la autorización de la estatal ya miembro. Es decir, ha de instarse formalmente la autorización de la Federación Española de Fútbol (presidida por el vasco y exjugador de la selección de Euskadi, Ángel Villar) para proceder posteriormente a cumplimentar la solicitud de integración en la Internacional. No consta (salvo error u omisión) que se haya procedido a tal labor, consustancial al expresado deseo de consecución de la oficialidad.

7. Acción política y actualización normativa. Constatado en el plano jurídico que la oficialidad pasa estrictamente por la integración en asociaciones internacionales que tienen un estatus privado y que en el ámbito del fútbol la normativa a cumplimentar es la reseñada de la FIFA, de tal índole privada, resultaría más que procedente que la legislación de ámbito estatal (Ley española del Deporte) se adecuara para contemplar expresamente el apoyo o, al menos, la no obstaculización, de la solicitud de integración de una federación autonómica en una federación internacional cuando se manifieste inequívoca y democráticamente tal voluntad. Ello en consonancia con la inclusión de la oficialidad deportiva en la llamada Agenda Vasca, a plantear por el grupo vasco mayoritario en Madrid, iniciativa que sin duda sería apoyada por otros partidos vascos y habría de negociarse con las mayorías actuales del Congreso, en una cuestión en que han de producirse también sinergias con las fuerzas políticas e instancias deportivas catalanas.

En conclusión, queremos incidir en la necesidad de conformación de una Agenda de la Oficialidad, integrada por estas propuestas o por otras acciones que puedan acercarnos al objetivo de que las selecciones deportivas vascas puedan competir de forma oficial en el plano internacional. Sin reproches. Con determinación. Hay partido.